𝐋𝐚 𝐯𝐞𝐥𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐜𝐨𝐧𝐟𝐮𝐬𝐢𝐨́𝐧 𝐪𝐮𝐢𝐧𝐭𝐚 𝐩𝐚𝐫𝐭𝐞

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Aiga estaba terminando de alistarse para dormir, cuando observó la vela que Valt hace rato le había dado. Aun con dudas la encendió, y de esta salió un aroma a fresas, no tomándole mucha importancia fue abrir la puerta, encontrándose con Phi, quien dijo:

—Lamento venir a molestarte pero, en serio tengo que hablar contigo.

—¿De verdad?, ok pero que sea rápido—indicó el peli cobrizo haciéndose a un lado dejando pasar al albino.

—Veras, no fuí la mejor persona al principio pero, en estos últimos años me he dado cuenta de que jamás me disculpe contigo por todas las tonterias que te hice cuando tenias 11 años—mencionó el de ojos multicolor.

—Espero que sea cierto lo que me dices.

—Claro que si, quiero que sepas que, lo siento, nunca debi hacer lo que hice. Y tal vez no me perdones ahora pero, espero que puedas hacerlo en el futuro—indicó dándose la vuelta, estaba por irse pero de pronto sintió ese dulce aroma a fresa,—wow, ¿qué es eso que huele tan bien?.

—Una vela,—dijo Akaba sin más—escucha, no estoy molesto contigo, es más puede decirse que ya te perdone hace tiempo. Has demostrado que ya no le has hecho daño a nadie, aprendiste a ser más sociable y eso es lo que verdaderamente importa—dijo con una sonrisa.

—Agradezco tus palabras, y ahora que eso está por la paz debo irme, descansa—mencionó Phi dirigiéndose a la puerta pero, de la nada comenzó a sentirse muy incómodo, sobre todo ahí en su entrepierna. Aiga sin querer lo notó, ruborizandose ya que no se esperaba eso.—¡¡No lo tomes a mal!!—exclamó nervioso—No sé qué me pasa pero, por lo que veo tú estás igual—señaló los pantalones del oji turquesa notando que estaba "muy despierto".

—¡Mierda! ¡¿Qué está sucediendo?!—gritó cubriéndose con sus manos.

—Tengo un plan, yo iré al baño para calmar esto, mientras tanto tú quédate aquí y haz lo que sea necesario para relajarte también—ordenó corriendo al baño de la habitación del peli cobrizo, al quedarse solo Akaba únicamente se bajó un poco el pantalón dejando su pene afuera, soltando un suspiro susurró:

—Malditas hormonas, ya es la tercera vez esta semana.—y sin más comenzó a frotarse de arriba y abajo con una mano mientras que con la otra apretaba sus testículos. Como él mismo dijo, no es la primera vez que se toca, ya tiene algo de experiencia. Por lo que sabe dónde debe hacerlo y no ser tan escandaloso, muy al contrario de Phi quien se quitó toda la ropa, se metió a la bañera y utilizando la regadera manual comenzó a estimularse. Los gemidos pronto se volvieron gritos, a lo que Aiga haciendo un puchero molesto dejó lo que estaba haciendo para tocar la puerta;—¿Podrías hacer silencio?, cualquiera de allá afuera te podría oír.

—L-lo, lo siento, ¡Aah!, es que, se siente tan bien que, ¡aah! No, no puedo evitarlo—respondió entrecortado mientras seguía en lo suyo, acompañado de apretarse los pezones.

—Es inútil tratar contigo,—suspiro el oji turquesa volviendo a su cama—no hagas tanto ruido, me voy a dormir.
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Por otro lado Lui abría sus ojos totalmente ruborizado para notar que ahora se encontraba arrodillado sobre una mesa. Donde Free lo estaba masturbando delante de un plato con ensalada, los gemidos del peli celeste eran bajos, claro que esto con el fin de no llamar la atención ni mucho menos hacer que el ego de Free subiera más al demostrarle que lo tenía sometido a su merced. Sin poder evitarlo más Shirosagi eyaculo, a lo que el rubio dijo:

—Mira lo que hiciste, cayó sobre mi comida. Pero descuida, aun se puede comer—mencionó esto debido a que el esperma del contrario, había caído sobre ese plato de ensalada. Sin más el rubio utilizando un tenedor comenzó a comérselo, para el desagrado de Shirosagi.

—Es asqueroso, no hagas eso—respondió el peli celeste bajandose de la mesa.

—¿Qué tiene de malo?, después de todo tiene tu sabor. Y ahora—colocadose en pie sujetó a Lui con una correa en sus muñecas y lo empujó hacia la cama,—el platillo principal no me dejó satisfecho, necesito el postre—susurró colocándose encima del peli celeste quien sorprendido observó como de la Hoya comenzaba a quitarse la ropa.

—No voy a poder caminar después de esto—pensó totalmente reasignado.
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—Anda, un rapidito—dijo Rantaro abrazando al otro rubio por la espalda.

—¡Olvidalo!, no quiero que los demás se enteren de esto—respondió Wakiya levemente ruborizado.

—¿Hasta cuándo mantendremos oculta nuestra relación?, no me gusta eso de tener que besarnos a escondidas, o que ni siquiera pueda tomarte de la mano—dijo Kiyama un tanto triste.

—Créeme que, a mi tampoco me gusta, pero no sé cuando sería el momento indicado para decirlo.—dijo Wakiya pero dándose la vuelta abrazó al contrario y dijo—aunque, creo que la reunión en la piscina sería el momento perfecto para hacerlo, ¿no sé qué pienses tú?.

—Me parece grandioso, quisiera gritarlo a todo el mundo de ser necesario—contestó Rantaro muy emocionado haciendo más fuerte su abrazo.

—¡¡Aaaah!!—de pronto un fuerte grito proveniente del lado izquierdo de la pared sobresalto a ambos rubios quienes, curiosos se acercaron para saber que estaba pasando.

—¿Ese es Lui?—susurró Wakiya con la oreja pegada a la pared.

—¡Ah! ¡Aaah! ¡Silas! ¡Mas fuerte!—eran los gritos al costado derecho.

—¡¿Hyuga?!—exclamó Rantaro sorprendido y ruborizado.

En la parte trasera de la pared, otros gritos se oyeron pero se oían varias voces a la vez.

—¡Zack! ¡Sigue así!.

—¡¡Shu!!.

—¡Esto se siente tan bien que no quiero parar!.

—¡¿Qué mierda esta pasando aquí?!—explotó Komurasaki totalmente ruborizado queriendo ir ahora mismo con los responsables de ese alboroto.

—¡Espera ricitos! ¡No puedes ir ahora o te vas a traumar de por vida!—lo detuvo su pareja,—mejor espera hasta la reunión de mañana y ahí se los dices.

—Oh claro que se los diré, y ya verán el castigo que les tocará por no saber comportarse—respondió furioso cruzando sus brazos.
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—Oye amor, ¿viste las velas que deje aquí en la mesa?—preguntó Shu saliendo de la ducha observando como Valt estaba a nada de meterse ahí también.

—Pues como me gusto tanto el olor que tenían, pensé que sería buena idea compartirlo con los demás—contestó cerrando la cortina.

—¡¡¿¿QUE HICISTE QUÉ??!!—gritó Shu yendo lo más rápido posible hacia sus maletas para cambiarse, sea cual sea el problema que se había armado, él ahora tendría que resolverlo.

Continuará.

𝑈𝑛𝑎 𝑦 𝑚𝑖𝑙 𝑓𝑜𝑟𝑚𝑎𝑠 𝑑𝑒 𝑎𝑚𝑎𝑟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora