𝐋𝐚 𝐯𝐞𝐥𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐜𝐨𝐧𝐟𝐮𝐬𝐢𝐨́𝐧 𝐭𝐞𝐫𝐜𝐞𝐫𝐚 𝐩𝐚𝐫𝐭𝐞

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—Vaya día, pero finalmente puedo descansar—pensó Zack encendiendo una vela blanca la cual Valt le había dicho que era para relajarse. Y vaya que si, ya que a los segundos comenzó a salir un aroma a vainilla. Cerró sus ojos y con una sonrisa se recosto en su enorme cama, vaya que ese hotel había cumplido cada uno de sus caprichos.

—Buenas noches Zack—dijo Akira quien solamente asomaba su cabeza por la puerta,—únicamente pasaba por aquí para decir que mañana temprano Wakiya quiere que todos nos reunamos en la alberca, no sé bien que quiere, pero será mejor no hacerlo enojar—sonrió.

—Entendido y anotado rosadito,—mencionó el rubio con una sonrisa.

—¡Que bien huele tu habitación!—exclamó el peli rosa sonriendo.

—¿Verdad que si?, es más entra. Podemos hablar un rato—indicó el oji azul dándole unos golpecitos al colchón.

—Agradezco tu oferta pero, ya es muy tarde. Sería mejor en otro momento—dijo Akira moviendo la puerta para dejar ver su pijama, este consistía en uno de franela color café, con bordes negros y pantuflas blancas. Sin saber bien el porqué, Zack colocó una mano en su pecho, su corazón comenzó a acelerarse con tan sólo ver la presencia del peli rosa.

—D-descuida, además siempre estamos en los escenarios, sería lindo poder tener una conversación normal entre nosotros—mencionó tratando de controlar su respiración.

—Esta bien, pero no será más de cinco minutos, recuerda que tenemos cosas que hacer por la mañana—dijo el oji rojo ingresando para cerrar la puerta y sentarse a un costado del rubio. El cual sin decir nada se le lanzó encima, Akira quiso reclamarle pero una de las manos del rubio descendió hasta su entrepierna para comenzar a acariciarla.—¡Ah! ¡Zack! ¡¿Por qué?!—exclamó ruborizado.

—Lo siento, no comprendo porque hago esto—contestó igual de ruborizado—siento que, mi piel me quema. Todo mi ser esta en llamas—indicó moviéndose de él para quitarse la parte baja de su pijama dejando a la vista su pene. El cual estaba sumamente erguido, Yamabuki en shock y sentado en el colchón no pudo pronunciar ni una sola palabra.—Y-yo, en serio lamento lo que estoy por hacer pero, no puedo contenerme más—dijo Kaneguro tomando su pene para comenzar a masturbarse cerrando sus ojos, importandole poco si el peli rosa aún seguía observando. De repente las manos del contrario lo detuvieron, Zack abrió sus ojos y se encontró con Akira arrodillado delante suyo quien dijo casi en un susurro:

—Permíteme ayudarte, sé que en el fondo tú solo me ves como un amigo pero, yo si quiero que me veas de otro modo—dicho esto retiró sus manos para ahora hacer que su boca trabajara en aquella zona.

—¡¡Aaah!! ¡Akira!—gritó elevando su cadera, haciendo su cabeza hacia atrás. Era tanto el placer que ni siquiera se dio cuenta cuando el peli rosa con una de sus manos acariciaba sus testículos y con la otra se masturbaba a sí mismo.—N-necesito más, Akira por favor, dame más.

—Si—fue todo lo que dijo para ser él quien se quitara toda su pijama, quedando tal y como había venido al mundo. Con cuidado retiró la pieza restante del rubio (quien suspiro al sentir tanto calor), se vieron a los ojos y el peli rosa sujetándose a su cuello lo atrajo hacia sí para besar sus labios. Zack le correspondió mientras sus manos se paseaban por toda la espalda hasta llegar a los glúteos, ahí los abrió para dejar vía libre para lo que estaba por hacer.—¡Aaah! ¡Duele!—exclamó alejándose un poco mientras arqueaba su espalda.

—Apenas comienzo, tú solo sígueme—susurró el rubio terminando de entrar, y con sus labios descender hasta el pecho del contrario, atrapando entre sus dientes los pezones.

—¡Aaah! ¡Sugoi!—exclamó Akira, para ahora ser él quien comenzara a moverse de arriba abajo.
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—¿En serio Valt te la dio?—preguntó Daigo observando la vela.

—Si, según él es para tranquilizar el ambiente—contestó Ken recogiendo su cabello—creo que deberíamos probarla por si acaso.

—Esta bien, hazlo mientras tomó una ducha. Hoy vaya que fue un viaje largo para llegar aquí—mencionó Kurogami tomando una toalla para irse al baño.

Midori tomó un encendedor de la cocina, y al encender la vela ésta comenzó a soltar un tenue aroma a lavanda, Ken sonrió mientras la colocaba a un costado de la cama. Revisó su maleta para asegurarse de que todo estuviera en orden, y al saber eso se recosto en la cama, por raro que fuese a pesar del cansancio no podía dormir. Dio varias vueltas pero nada, tras varios minutos así Ken se dio por vencido, se sentó en la cama y ahí noto que Daigo había dejado su clásica bandana roja en la cama, por alguna razón extraña Midori la tomó con ambas manos y la llevó directamente a su nariz, sentir el aroma de su amigo por alguna razón le hizo sentir raro. Sus mejillas se tiñeron de rosa mientras que una sonrisa aparecía en sus labios.

La sangre de su cuerpo se fue directamente hacia otro lugar, un lugar el cual se levantó como si fuera una tienda de acampar. Avergonzado Midori dejó la bandana donde estaba y se escondió debajo de las sábanas, intentó controlar su respiración pero era en vano, ya que su pene le estaba lastimando. Así que sin poder hacer más lo sacó de su prisión, haciendo que un leve suspiro saliera del peli negro. Con algo de miedo lo sujetó con una de sus manos y por instinto comenzó a frotarlo, primero de la cabeza hasta llegar a la base donde notó sus vellos pubicos. El rostro de Midori estaba totalmente rojo hasta las orejas, nunca en sus 17 años de vida había hecho algo semejante. Estaba tan distraído en su labor que ni siquiera notó que Daigo (cubierto únicamente por la misma toalla que llevó) se metió para notar lo que el oji verde hacia.

—¿Necesitas ayuda?—le susurró al oído haciendo que el contrario diera un salto debido al susto.

—¡Daigo!, Y-yo, bueno es que, esto no, no es lo que parece—respondió aún dándole la espalda.

—¿Qué te parece dejar esto como nuestro secreto?, tú no dirás nada y yo tampoco—le aconsejó a lo que Midori asintió, Kurogami quitándose la toalla metió su miembro erguido en medio de las piernas del oji verde, quien sentía que se desmayaria.—tranquilo, no lo metere pero sabes, yo también necesito atención.

—Es grande, y caliente—susurró Ken para con sus dedos acariciar el falo.

—Gracias—respondió Daigo con burla.

—¡No! ¡Yo no quise decir eso!—alegó el peli negro,—bueno, entonces ¿qué debo hacer?.

—Solo relájate, yo haré todo.—dicho esto, Kurogami juntó las piernas del oji verde y comenzó a entrar y salir, los muslos de Ken eran suaves y blancos como la nieve. Además de que no podía negar que tenía un buen trasero, con una de sus manos empezó a masturbarlo mientras que sus labios daban pequeños besos detrás de su cuello. Causando que Midori gimiera con timidez, cosa la cual solo lo exitaba más, pasaron varios minutos en la misma posición, el aroma a lavanda inundaba sus sentidos, hasta que finalmente pasó...

—¡¡Aaaah!!—gritó Ken cerrando sus ojos, al mismo tiempo que su esperma salía disparada por la cama. Junto con la de su "amigo", quien al igual que él respiraba de forma frenética.

—Ken yo, quiero que, recuerdes nuestro, trato.

—Descuida, no diré nada a nadie—respondió el peli negro dándose la vuelta para mirar directamente esos ojos lila los cuales (aunque no lo dijera abiertamente) lo habían enamorado hace años,—buenas noches Daigo.

—Buenas noches—contestó el peli negro un tanto cansado, para abrazarlo y darle un pequeño beso en la frente, haciendo que Midori se ruborizara (de nuevo).

Continuará.

𝑈𝑛𝑎 𝑦 𝑚𝑖𝑙 𝑓𝑜𝑟𝑚𝑎𝑠 𝑑𝑒 𝑎𝑚𝑎𝑟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora