3. Cruces del destino

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Chiara

Era un viernes cualquiera para Chiara. Despertó temprano, como de costumbre, y se preparó para un día lleno de clases particulares. Su rutina matutina era casi sagrada: una taza de café con leche y mucha azúcar, una ducha rápida, y una revisión de las partituras para las lecciones del día. Madrid había despertado a su alrededor, y el bullicio de la ciudad era un telón de fondo constante que Chiara encontraba reconfortante.

Las clases transcurrieron sin incidentes. Sus alumnos, como siempre, estaban con energía y entusiasmo, listos para aprender. Cada uno tenía sus propias peculiaridades, y Chiara disfrutaba adaptando sus métodos de enseñanza para satisfacer las necesidades individuales. Durante una lección de piano, una de las alumnas adolescentes, joven, pero bastante talentosa llamada Martina luchaba por dominar una partitura complicada.

—No te preocupes, Martina —dijo Chiara con una sonrisa alentadora—. Recuerda que la música es como un río. A veces puede ser turbulento, pero siempre sigue fluyendo. Solo necesitas encontrar tu propio ritmo.

Martina asintió, con su frente fruncida en concentración, y reanudó su práctica. Chiara observó, corrigiendo suavemente los errores y ofreciendo palabras de aliento. Sentía una satisfacción profunda en estos momentos, una conexión con la música que era pura y desinteresada.

Después de terminar sus clases, Chiara se dirigió al bar "La Invitada", donde trabajaba por las noches y fin de semanas. El bar era un refugio, un lugar donde la música en vivo y el ambiente acogedor ofrecían un escape de la realidad. Ruslana estaba ya allí, preparando el escenario para la actuación de esa noche.

—¡Chiara! —Ruslana la saludó con su habitual entusiasmo—. ¿Lista para otra noche?

—Como siempre, Ruslana —respondió Chiara, sonriendo.

La noche prometía ser tranquila, pero justo cuando pensaba que nada podría alterar su rutina, su teléfono sonó. Miró la pantalla y vio un número desconocido. Se disculpó con Ruslana y contestó, esperando que no fuera algo importante.

—¿Chiara Oliver? —dijo una voz femenina al otro lado de la línea.

—Sí, soy yo. ¿Con quién hablo?

—Hola, Chiara. Mi nombre es Laura, y trabajo para la discográfica Universal. Nos encantaría hablar contigo sobre una oportunidad de colaboración.

Chiara sintió una oleada de emoción. Universal era una de las discográficas más importantes del país, y la idea de colaborar con ellos era un sueño hecho realidad.

—Claro, estoy interesada. ¿De qué se trata?

—Nos encantaría que colaboraras en la composición de un tema con Marina Reche. Hemos visto tu trabajo y creemos que sería una gran combinación.

Chiara apenas podía contener su entusiasmo. Conocía el trabajo de Marina y le encantaba su música. Esta era una oportunidad increíble.

—¡Eso suena maravilloso! ¿Cuándo os gustaría que empezáramos?

—Podríamos organizar una reunión la próxima semana para discutir los detalles. Te enviaré un correo con toda la información. Gracias por tu tiempo, Chiara.

—Gracias a ti, Laura. Espero con ansias la colaboración.

Colgó el teléfono, sintiendo que su día había dado un giro inesperado. La emoción burbujeaba en su interior mientras regresaba al bar para compartir las noticias con Ruslana.

—¡Ruslana, no vas a creer lo que acaba de pasar! —dijo Chiara, incapaz de contener su alegría.

Ruslana levantó la vista, curiosa.

Serlo todo | KiViDonde viven las historias. Descúbrelo ahora