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4. Caminos de regreso

Violeta

Violeta no había podido sacarse a Chiara de la cabeza desde que Marina le anunció que iban a componer juntas. Una semana entera de insomnio y pensamientos intrusivos la habían dejado al borde del colapso emocional. Pero ese día tenía que centrarse: era el lanzamiento de su primer álbum. Se despertó con una mezcla de nostalgia y emoción, recordando cómo Chiara había sido su musa en muchas de las canciones que estaban a punto de ver la luz.

Se levantó lentamente y se dirigió a la cocina, donde se preparó un café bien cargado. El apartamento estaba en silencio, ya que Denna estaba en su clase de baile. A Violeta le gustaba ese momento de paz antes de enfrentar el torbellino del día. Mientras saboreaba el café, abrió sus redes sociales con un ligero temblor en las manos, esperando la reacción de sus fans. Los comentarios eran abrumadoramente positivos, llenos de elogios y amor. Sonrió al ver que su trabajo era apreciado, pero no pudo evitar notar que algunos seguidores comentaban sobre el hilo conductor de las canciones. "¿Quién será esa persona especial?", preguntaban. Ella sabía quién, pero no estaba dispuesta a desvelar esa verdad. Ya quisieran.

La mañana pasó rápido y, antes de que se diera cuenta, era hora de las entrevistas y la promoción del álbum. Esperaba que manteniendo la mente ocupada pudiera olvidar a cierta morena de ojos verdes que estaba componiendo con su amiga. Las entrevistas fueron bien, aunque en cada pausa sus pensamientos volvían a Chiara.

Al finalizar la última entrevista del día, decidió pasar a recoger a Marina del estudio de grabación. No esperaba encontrarse con Chiara allí, ya que Marina le había dicho que Chiara se iría antes. Sin embargo, cuando llegó al estudio, vio a Marina saliendo junto a Chiara, ambas riendo y con una conexión palpable. Pero qué-

El corazón de Violeta se aceleró y una sensación de incomodidad la invadió. No se sentía preparada para ver a Chiara, pero no podía evitarlo.

—Hola, chicas —dijo Violeta, tratando de mantener la compostura.

Marina sonrió y saludó con entusiasmo.

—¡Violeta! Justo a tiempo. Chiara y yo hemos tenido una sesión increíble.

Chiara la miró con una mezcla de sorpresa y nerviosismo.

—Hola, Violeta. No esperaba verte.

—Yo tampoco —respondió Violeta, intentando sonar casual—. Si quieres, puedo llevarte a casa, no hay problema.

Marina levantó una ceja, sorprendida.

—¿Conocías de antes a Chiara? —Preguntó Marina por la familiaridad con la que había dicho Violeta su nombre.

Violeta se ruborizó, intentando ocultar su incomodidad.

—Sí, bueno, nos conocemos desde hace un tiempo —dijo, tratando de no dar demasiados detalles.

El trayecto de vuelta fue incómodo. Las conversaciones triviales llenaron el aire, pero la tensión era palpable. Chiara intentó mantener la conversación ligera.

—He escuchado tu nuevo álbum, Violeta. Es realmente impresionante.

Violeta sonrió levemente, aunque sus ojos reflejaban una tristeza profunda.

—Gracias, Chiara. Me alegra que te haya gustado.

Marina y Violeta observaron cómo Chiara entraba en su edificio. En cuanto desapareció de vista, Marina se giró hacia Violeta, claramente intrigada.

—Vale, ¿qué ha pasado aquí? —preguntó, frunciendo el ceño—. ¿Cómo es que os conocíais desde hace tiempo?

Violeta suspiró, sabiendo que no podía seguir evitando el tema.