17. Voces en el mar

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VIOLETA

Violeta despertó lentamente, sintiendo una cálida familiaridad a su alrededor. Los brazos de Chiara la rodeaban, y por un momento, se quedó inmóvil, saboreando la sensación, oliendo su perfume. Hacía tiempo que no se sentía así, tan en "casa".

Abrió los ojos y observó el rostro de Chiara, todavía dormida. Una suave sonrisa se dibujó en sus labios. Chiara seguía siendo una dormilona, igual que siempre. Había algo reconfortante en esa constancia.

Violeta se dio cuenta de que había dormido mejor de lo que lo había hecho en mucho tiempo. Su mente estaba clara, y su cuerpo se sentía descansado. Era como si todos los nudos y tensiones se hubieran deshecho durante la noche, dejándola ligera y renovada.

Con cuidado, se deslizó fuera de los brazos de Chiara, tratando de no despertarla. Aunque el calor y la comodidad de la cama la tentaban a quedarse, su estómago gruñó en protesta, recordándole que tenía hambre. Miró a Chiara una vez más, su respiración suave y rítmica, y sintió una oleada de ternura.

Las emociones de Violeta eran como una brisa suave que acariciaba su rostro, refrescante y llena de promesas. Sentía una mezcla de nostalgia y esperanza, como el primer día de primavera después de un largo invierno. La calidez y la seguridad que sentía al estar cerca de Chiara le recordaban lo que habían compartido, y lo que aún podría ser.

Con un último vistazo cariñoso, salió de la habitación y se dirigió a la cocina, lista para comenzar el día. Sabía que ese día en alta mar prometía y estaba ansiosa por disfrutarlos. Pero por ahora, el primer paso era encontrar algo para desayunar, dejando que Chiara disfrutara un poco más de su sueño.

CHIARA

Chiara se despertó lentamente, estirándose en la cama vacía. Al abrir los ojos, notó la ausencia de Violeta a su lado, pero el calor residual en las sábanas y el familiar aroma de su perfume le recordaban que había estado allí.

Volver a estar así con Violeta, compartir estos pequeños momentos de intimidad, le gustaba más de lo que quería admitir. Sentía que estaban avanzando, como un río que encuentra su curso natural después de haber estado desviado por un tiempo. Este pensamiento le arrancó una sonrisa y la hizo levantarse con buen humor.

Chiara se desperezó y se dirigió al baño para despejarse. Mientras se lavaba la cara, notó que su reflejo mostraba una expresión más relajada y alegre que la habitual. Era como si una nube pesada hubiera empezado a disiparse, permitiendo que los rayos de sol iluminaran de nuevo su vida.

Al salir del baño, un aroma tentador de café recién hecho llegó hasta ella. Respiró hondo, disfrutando del olor, y sintió una chispa de anticipación. El café, para Chiara, era como el primer acorde de una canción favorita, prometiendo el comienzo de algo agradable.

Salió al fresco de la mañana y se unió a los demás en la terraza, sirviéndose una taza de café. El sol brillaba suavemente, reflejándose en el mar y llenando el espacio con una luz dorada. El sonido de las olas proporcionaba un fondo relajante, y el aroma del café flotaba en el aire, mezclado con el olor salado del mar.

Violeta estaba sentada en una de las sillas, charlando animadamente con Denna y Marina. Chiara se acercó, sirviéndose una taza de café antes de tomar asiento junto a ella. Violeta la miró con una sonrisa que hizo que el corazón de Chiara diera un vuelco.

—Buenos días, dormilona —dijo Violeta con una pizca de diversión en su voz—. ¿Has dormido bien?

Chiara sonrió. —Sí, he dormido bastante bien —respondió, sus ojos encontrando los de Violeta—. Aunque me despertado un poco sola.

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⏰ Última actualización: Jul 23 ⏰

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