Capítulo 63

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"Tu toque, tu piel, ¿por dónde empiezo? No hay palabras que puedan explicar la forma en que te extraño. La noche es un vacío, este agujero en el que me encuentro. Estas lágrimas contarán su propia historia, me dijiste que no llorara cuando te fuiste pero la sensación es avasalladora, es demasiado fuerte."
-Lay Me Down (Sam Smith)

50 años antes:

Choi Beatriz había crecido reconociendo el innegable hecho de que los Choi eran su familia y como su familia ella debía responder ante el deber que la gente creía que tenía como la única beta que quedaba viva entre los miembros más jóvenes y descendientes directos del actual líder. La guerra había terminado con la vida de dos de sus hermanos por lo que la responsabilidad del liderazgo recaería únicamente sobre ella a partir de ese instante, y la Diosa Luna sabía que su padre no dejaba de insistir en ello.

- Beatriz, por la Diosa Luna. Escucha a tu padre.

Bea apartó la mirada de los relucientes manzanos que decoraban el jardín de la casa, ella misma se había encargado de plantar muchos de aquellos que ahora comenzaban a crecer y comenzaban a dar fruto tras una larga espera que le había resultado insoportable.

Por desgracia, aquello sería algo que tampoco se le permitiría disfrutar mientras la guerra continuase activa.

- Está bien, madre.- con leve fruncido de ceño, Beatriz abandonó su lugar cerca del alféizar de la ventana para tomar asiento a un lado de su progenitor.

Nunca nadie antes la había mirado esperando encontrar en sus manos la fuerza de una líder, tal vez ni siquiera ella misma se lo había llegado a plantear en el transcurso de su vida. Desde su mismísimo nacimiento todos supieron que no sería digna ni necesaria en la línea de sucesión, era una beta y no una esperada alfa. Así que Bea se limitó a perfeccionar las maneras adecuadas de defenderse manteniéndose siempre muy por debajo de aquello que sus hermanos aprendían.

- Corrige tu postura o se te deformará la espalda, Beatriz.

- Sí, madre.

Su educación había estado destinada a amar la idea de encontrar la felicidad en un pretendiente que aportase orgullo institucional a su familia, aún cuando sabía golpear a un lobo no parecía que alguien estuviera lo más mínimamente feliz con la idea de permitirle mancharse el hocico y patas en el barro. Pero ella pensaba, y le gustaba hacerlo con vehemencia, que incluso sin un increíble alfa a su lado, podría aportar algo a su familia si se mantenía fiel a sus propios ideales. Quizás no en el presente, puede que ni siquiera en unos años... Sin embargo, en el futuro... Cuando la gente estuviera dispuesta a escuchar sus ideales basándose en su buen liderazgo, en ese instante, ella ya no se vería obligada a ocultar sus propias creencias por el miedo al escarnio de los consejeros de su padre.

- Recuerda que ahora eres la futura líder.- su padre habló y Beatriz trató de mantener la incómoda y estirada postura que su madre le había demandado. Tan absurda para una loba.- Una líder debe dar ejemplo.

El mayor problema residía en que ella no tenía la menor idea acerca de lo que ser líder implica. Nunca le hizo falta preguntarlo o tan siquiera intentar entenderlo.

Aquello ya quedaba en el pasado, mucho antes de que sus dos hermanos mayores fueran atravesados por los afilados dientes de dos lobos norteños pudo llegar a sentirse un poco libre en el medio de su controlada existencia. Pero ahora no solo necesitaba casarse con un buen lobo, ella tenía que encontrar al mejor y eso significaba que su padre seguiría empujándola a pasearse con bonitos vestidos en fiestas hasta que el perfecto candidato se atreviera a hincar la rodilla para pedir su mano en matrimonio. Un matrimonio sobre el que Beatriz no sería capaz de decir ni una sola cosa al respecto, ella no era nada. Tan solo una beta que había sobrevivido a la guerra porque alguien creyó que no necesitaba luchar mientras hubiese suficientes alfas dispuestos a dar su vida por el sur.

Alpha War [2ho] AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora