En realidad, Hanni no durmió. Ocultó perfectamente bien sus ojeras con el poco maquillaje que tenía en su bolso y disimuló bien su energía positiva, pero intentar dormir en un sofá era peor de lo que imaginó. Su cuello dolía demasiado y su espalda crujía de incomodidad. Quizás no podría agacharse totalmente en unos días más.
Haber esperado a Kim Minji fuera de su departamento le dio tiempo de pensar en ella como una chica normal. Había visto su uniforme de práctica que podía indicar que hacía algún deporte, mas nunca se lo confirmó. Era alta, tenía una vibra de seriedad bastante imponente y mostraba fuerza con su expresión tan formal. Hanni podía pensar perfectamente que era abogada sin saberlo de antemano y eso significaba que la primera impresión de Minji era más intimidante que Hanni en sí. Eso no le gustaba mucho, a veces quería que la tomaran mas en serio.
No estaba segura de la edad de su vecina, pero debía redondear los veintitrés o veinticuatro años, porque no parecía vieja, pero tampoco tan joven como para seguir la escuela. De todos modos, era fácil concluir ello.
Aún seguía curiosa sobre si era parte del equipo BE o no.
Al cabo de unos minutos, Minji salió de su departamento totalmente arreglada. Su aroma era fresco y a Hanni le gustó, por lo que sonrió. Aunque claro, se veía muy formal, pero tenía estilo con su camisa desabotonada en los dos primeros botones, unos pantalones color azul cielo un poco holgados y unas botas que probablemente le agregaban cuatro centímetros más a su estatura.
Hanni frunció el ceño e hizo un puchero al notarlo.
—¿Lo hiciste a propósito? —miró el suelo.
—¿Qué?
—Colocarte algo tan alto —señaló —. Supongo que te das cuenta lo pequeña que soy a tu lado. Por poco no parezco tu hija.
A pesar de que Hanni hablaba en serio, Minji río y se percató en el momento que quizás las botas no eran favorecedoras ahora.
—Lo siento, no lo tomé en cuenta —dijo divertida. —De todos modos, no importa demasiado. Solo iremos al banco.
—Yo parezco tu hermana menor.
—Si fueras mi hermana, genéticamente no serías tan pequeña. Algunos centímetros más te acompañarían —le sonrió.
Hanni estuvo de acuerdo con eso, pero decidió no expresarlo.
Caminaron por el pasillo de departamentos hasta el elevador en total silencio, tal vez con un poco de incomodidad entre ellas, pero nada que no pudiera solucionarse según Hanni. Ella era la que siempre tomaba la iniciativa en las conversaciones y alejaba la tensión de desconocimiento.
—¡Cuéntame de ti! —saltó alegre, elevando un poco su barbilla para mirar a Minji.
La chica se asustó un poco, pero no se quejó, así que Hanni pudo continuar con su semblante de felicidad innegable.
—¿De mí? —frunció el ceño. —¿Qué quieres saber de mí?
—Bueno, no lo sé, algo que te guste o tu edad; cosas así.
—Bien... —suspiró —, déjame pensar.
Hanni se le quedó mirando fijamente mientras Minji abultaba sus labios entre sí y pensaba en algo que decir. Aparentemente no era sencillo hallar algo interesante en sí misma.
—Tengo veinticuatro años —se encogió de hombros.
Antes de poder responder, el elevador se abrió enfrente de ellas y Minji fue la primera en entrar. Seguida a ella, Hanni ingresó con una sonrisa en su rostro.
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ikigai | bbangsaz
FanfictionMientras Kim Minji trata de aceptar su expulsión del equipo de voleibol luego de haber arruinado las cosas en el partido de semifinales, Hanni Pham recorre las calles de Geoje con una guitarra y el profundo deseo de convertirse en una artista recono...