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Hanni recibió otro rechazo.

La verdad es que nunca en su vida intentó conseguir trabajo, pero desde que Minji se lo aconsejó cuando fueron al supermercado había intentando hacerlo autónomamente y sin acudir otra vez a ella. Aunque claro que Minji se ofreció, pero Hanni dijo que podía sola y entonces lo hizo. Pero no, no lo logró.

Llamó a su tía en busca de ayuda también. Ella le dijo que tenía que buscar trabajos de medio tiempo si pasaba la audición, pero hasta el momento no había respuestas y la esperanza de quedar cada vez era menor, así que estaba considerando los trabajos de tiempo completo.

Por cada llamada que hizo al listado de empleos disponibles en Geoje que encontró en internet, todos le dijeron que necesitaba un currículum.

¡Hanni jamás hizo un currículum!

Definitivamente esto de la vida adulta no era para ella o más bien, no se preparó lo suficiente para enfrentarlo.

Teniendo a su tía lejos y necesitando de algún apoyo cercano, Hanni solo pudo pensar en ella.

Y fue como arte de magia, porque enseguida tomó su teléfono para llamarla, la puerta sonó. Hanni se acercó, inútilmente miró por el orificio y abrió.

—¡Mira que llegó, Pami!

Ahí estaba Minji, afirmando una caja con diversas cosas que no sabía qué eran.

Le invocó con el pensamiento.

—Hola, Minji unnie —saludó.

—Uh, te veo desanimada —dijo con menos euforia. —¿Pasó algo? ¿Te llamaron de la empresa?

—No, no, aún no hay respuesta —suspiró —. No puedo conseguir trabajo.

—Ah... —sonrió divertida —, ¿necesitas ayuda con eso?

—Dije que podía sola —murmuró avergonzada —, es solo que me piden un currículum y yo no sé qué es eso.

Minji soltó una risa y asintió de manera comprensiva.

—Bien, puedo ayudarte —aseguró —. ¿No te emociona saber que llegó lo que te pedí? ¡Debe ser muy lindo!

—¿De verdad compraste esas cosas?

—Sí. Una manta para que no pases frío, tu primera taza para que bebas té o café y un tapete para la entrada —Minji levantó un poco la caja. —¡Vamos!

Hanni se hizo a un lado y dejó que Minji entrara con bastante felicidad.

Su energía de siempre la consumió esos treinta o cuarenta llamados para encontrar un lugar de trabajo que la aceptara. Todos eran hombres mayores que decían que no y que necesitaba un currículum, y Hanni se frustraba con mucha facilidad en cosas donde no tenía conocimiento, así que su estado de ánimo se descomponía automáticamente.

Sin embargo, la llegada de Minji no era desagradable. Al contrario, podía sonreír fácilmente con su alegre presencia de ese día.

—Insisto en que no debiste comprar nada —murmuró Hanni.

—Es un regalo —dijo y dejó aquella caja en el sofá de la sala. —No me molesta hacer este tipo de cosas. Es por una buena causa.

—¿Me ves cara de persona vulnerable?

—Mmmh —se encogió de hombros —, de no ser por mí, quizás qué cosas estarías comiendo. Alimentarte bien también es fundamental en tu futura trayectoria como artista porque tienes que ser fuerte, cuidar tu voz y tener vitaminas para no enfermarte.

Hanni sonrió levemente.

—¿Todo eso lo aprendes en voleibol?

—No, me lo dice Haerin —sonrió —. Ella me cuida.

ikigai | bbangsazDonde viven las historias. Descúbrelo ahora