En la vida siempre tenemos problemas con la inseguridad, es algo que siempre está aunque no queramos, luchar contra nosotros mismos y decir "Estoy seguro de esto" y siempre tener la incertidumbre de si realmente estamos seguros o no.
— Mar...
— Ya estoy lista, vamonos.
— Pero no te pongas así, Mar.
— ¿Por qué no me dijiste que había ido a tu casa?.
— Porque no era necesario, no era nada importante.
— Pero me lo ocultaste.
— No, mi amor - la toma de la cintura - yo no te lo quise ocultar nada.
— ¿Y por qué no me lo dijiste en todo ese tiempo que estuvimos solos? Tuvo que venir la víbora esa a decirmelo.
— Porque ya te dije que no era nada importante.
— No Esteban, no me gusta que me oculten cosas.
— No quería que te pusieras así.
— Es que no estoy así porque esa mujer haya ido a tu casa, estoy así porque me ocultaste que fue.
— Ya, perdóname - hace puchero - de igual manera ni cene con ella, me fuí con Lu a un restaurante.
— Te creo pero sigo enojada, deberías contarme las cosas y no ocultarlas.
— Mar, perdóname.
— Está bien, pero no vuelvas a hacerlo.
- Te lo prometo - hace que lo vea - mira - levanta su mano derecha - te prometo que no vuelvo a omitir información, ¿Si? - la ve asentir - te amo, celosita.
— No son celos - se cruza de brazos.
— Ya, ya está bien - le da un beso - no son celos.
Luego de un rato salieron a almorzar, su relación estaba siendo un caparazón para ambos, se amaban demasiado y por el momento todo iba bien.
[...]
— Papá, pero ¿Cómo haremos eso?.
— Yo me encargo de todo, la meta es quedarnos con todo.
— Inés no es una tonta, se dará cuenta que estamos detrás de la empresa de su família.
— No creo que seas mala mintiendo, Marina, es por tu familia y debemos arriesgarnos si queremos la empresa.
— Está bien, acepto pero papá - lo ve seria - no quiero muertes.
— Veremos qué puedo hacer.
— Hablo en serio, quiero la empresa pero tampoco soy una asesina eh.
— No te preocupes, yo me encargo - dice exasperado - además si alguien muere, el que se ensucia las manos soy yo, ¿Ok? Tú no tendrás problemas.
— ¿Seguro, Pa? - se cruza de brazos - es que no quiero que tú tampoco te metas en problemas.
— Ay, ya - bufa - todo tiene un riesgo, si queremos todo esto, tenemos que correrlo.
— Seguro - suspira.
— ¿Y Franco?.
— ¿Qué con él?.
— ¿Dónde está?.
— Pues no sé, no soy su niñera.
— Pues búscalo, necesitamos su ayuda.
— ¿Si recuerdas que por él casi me cachan?.