—No, Marcia - la detiene cuando ella amaga irse.
— Habla entonces - se cruza de brazos - ¿Qué tienes que contarme? Que no quieres hacerlo.
— Es... Es que yo ayer...
— Estuviste con alguien más - asiente.
— ¿Qué?¿Cómo?.
— Te confundiste de remitente, amor - pronuncia la última palabra con sarcasmo.
— ¿Qué?.
Muestra el mensaje eliminado - decía que te la habías pasado bien la última noche - apaga el teléfono - yo ayer no te ví.
— Pero no pasó nada...
Tarado.
— ¿Seguro?.
— Segurisimo.
Estaba afirmando algo de lo que no tenía noción.
— Está bien - suspiró y dió media vuelta para salir del lugar.
— ¿Y te vas así nada más? - la ve deternese - ayer no veniste y hoy me evitas.
— No estoy bien, ¿Ok? - lo ve a los ojos - dame tiempo.
— Marcia, ¿Qué está pasando?
— ¡Dame tiempo! Por favor - él intenta tomarle la mano - ¡No! Te pedí tiempo.
Salió furiosa de la oficina, ¿Por qué le dió pánico que la tocara? Estaba sientiendo repudio de ella misma, comenzó a pensar que no era digna de sentir el tacto de aquel hombre que amaba con todas sus fuerzas.
¿Por qué tienes miedo si no hiciste nada?.
La verdad es que Marcia, no estaba del todo segura de lo que había pasado, y en este caso aplica el dicho "Piensa mal y acertarás", la duda estaba latente en su pecho y ese miedo se intensificó cuando vió cara a cara otra vez a ese hombre; Franco venía saliendo del elevador con una sonrisa meramente cínica.
— Hola, Marcia - se acerca y susurra.
Su voz era tan castrante, quería golpearlo y salir corriendo de ahí, más sin embargo, su cuerpo quedó estático, no se movía y no pido articular palabra alguna; para su mala suerte, Esteban salió trás ella y vió aquella escena, misma que removió en él aquella duda, eso que le había hecho cometer una de sus más grandes faltas.
— ¿No vas a responder?.
Al fin su cuerpo quiso reaccionar y sin decir nada, siguió su camino; llegó a la oficina que compartía con Estela y se sentó de golpe en su escritorio.
— ¿Qué pasa mujer?.
— Nada... Nada - agita la cabeza.
La actitud de la pelirroja seguía alertando a sus dos amistades más cercanas en la empresa, pues Lucrecia estaba esperando el momento indicado para ir a hablar con ella.
— ¡Marcia! - entra - ¡Hola, cariño! - saluda a Estela que seguía trabajando pero con un ojo puesto en Marcia.
Estela le hizo señas para cuestionar a Lu sobre Marcia, a lo que la mujer de cabello corto simplemente respondió dando de hombros e indicándole que le diera un minuto para averiguar más de lo que obviamente ya sabía.
— ¿Qué pasa, Lu? - sigue con su vista clavado en el computador.
— ¿Hablaste con Esteban?.
— Mju - asiente.
— ¿Qué te dijo?.
— Nada, se dedicó a verme como pendejo y luego fuí yo quien hablo.
— ¡Hombre tenía que ser! - rueda los ojos - ¿Pero todo está bien?¿Puedo dejar de culpar a mi hermano por ser un imbécil?.
