Capítulo 23

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Me desperté con un sumo cansancio, al abrir los ojos la poca luz me lastimó, los cerré de pronto y los froté, me sorprendí al percatarme del dolor en los músculos que me proporcionó levantar los brazos de forma abrupta; intenté reclinarme y la cama rechinó levemente, al captar quien estaba a mi lado sentí que los recuerdos me envolvían y unas náuseas me llenaron, Yarid estaba recostada en la cama, su cansancio era notorio aunque solo le viera la espalda y el cabello, ¿tanto nos parecíamos? Recordé como fui confundida y eso me llevó a buscar otra presencia en la habitación.

Estaba tendido en el sofá, una mano caía al suelo y la otra sobre la mejilla, su piel estaba pálida y unas bolsas se notaban bajo sus ojos, sentí una punzada de dolor en el pecho, pero no por la herida, sino por saber que su aspecto se debía a mí, no sé cuanto no ha dormido bien.

La herida

Me sorprendí buscando algún indicio de dolor, sin embargo del gran agujero que había en la parte de arriba del ombligo solo quedaba una cicatriz marcada y que se levantaba rebozante, toqué el brazo y no sentí nada más que una pequeña marca casi imperceptible.

¿Qué había pasado?

En eso Yarid se movió y luego se levantó suavemente, acariciando sus ojos, me vio y las lágrimas bajaron de inmediato, me abrazó con fuerza asfixiante, le devolví el gesto con menos fuerza. Damian se despertó y al verme sus comisuras se curvaron en una sonrisa cansada, llena de felicidad, se puso de pie y me besó la coronilla de la cabeza mientras Yarid no me soltaba, era extraño verla tan angustiada.

<< Es normal, casi muero >>

Y si es así, ¿por qué no morí? Esa herida era letal y aunque pudiera sanarla mi cuerpo, era demasiado profunda para que se cicatrizara rápido.

Además, balas de plata.

Vi al motivo por quien deseé seguir viviendo, sin duda no solo él, Yarid, Gil, Luke, mi padre... Todos ellos son importantes para mí.

- ¿Desde hace cuánto...? -busqué las palabras exactas pero no supe que decir- ¿Desde hace cuánto pasó eso?

Yarid aflojó su cuerpo del mío y se sentó en la silla con su tez seria pero con los ojos rojos y lagrimosos, dirigí la mirada hacia Damian quien se veía a punto de hablar.

- Como semana y media -se encogió de hombros- Violeth necesito hablar contigo en privado.

Volví la vista hacia la chica, se notaba perturbada por algo y unos celos estúpidos me invadieron, me obligué a sacar eso de mi mente, ella salió dejándonos solos.

- Violeth... -su mandíbula se endureció y noté como se derretían sus ojos, me abrazó y le devolví el gesto con las pocas fuerzas que me quedaban.

- Yo... -me quedé en silencio al no saber qué decirle, él sujetó mi cabeza con sus manos cálidas y me besó lentamente.

Un cosquilleo se puso en mi estómago, cuando separó sus labios de los míos me sentí vacía, no quería alejarme de él nunca más.

- Sabes... Cuando vino tu padre, la herida estaba pésima; Darla, la anciana te cambiaba el vendaje a diario y lo trataba, él vino e hizo algo extraño... tus heridas se cerraron mágicamente...

- ¿Exactamente qué hizo? -pregunté con curiosidad, aunque no me sorprende las cosas que hace él.

- Se cortó la piel de la muñeca y empezó a echar sangre en la tuya, se iba evaporando apenas tocaba la superficie.

Un escalofrío invadió mi cuerpo... ¿Pero sí....? El no...

- Eso no es todo... Yo me ofrecí de donante, pero dijo algo de que no era familiar, ¿A qué se refería Violeth? Tú misma dijiste que él no es tu padre biológico.

Draugr ViolethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora