Epílogo

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- Te arrepientes de algo, ¿no? -le dije en son de broma mientras acomodaba mi falda.

- Por supuesto, a mí me hubiese quedado mejor -dijo con un tono de niña mimada a quien no le permiten hacer una travesura, yo reí.

Desde que empezó su relación con Gilbert ha aprendido a demostrar más sus emociones, bueno, después de todo quien no podría con lo escandaloso y emocional que es él.

- Eres la prometida, no puedes andar de aquí a allá arreglando los trajes de tus invitados -musité.

- La que se debe arrepentir es otra -parafraseó en voz baja, parecía como si estuviera diciendo algo malo- ¿No te arrepientes de haberlo dejado libre?

- No es como que lo esté del todo -respondí- Además nos vemos usualmente.

- Pero no está contigo; y duele.

Pero claro que duele. Después de irnos de la ciudad lo dejé, tomamos caminos distintos, yo me fui hacia el sur con mi padre, pero él no me dejó, me buscó, después de todo está enlazado a mí, moriría si no toma mi sangre.

Aunque me gustaría pensar que no me dejó por otra razón.

Salimos a varios lugares, luchamos por ser diferentes a lo que éramos, pero siempre seré Violeth, eso nunca cambiará, él será mi Damian, el chico que me siguió la mital del continente y no me dejó a cambio de su libertad.

Recuerdo que nos sorprendimos cuando llegó la carta tres años después, ella nunca escribe, pero al avisarnos de su matrimonio, fue totalmente impactante.

- ¿Lo dejarás ir de nuevo? -preguntó dejándome desconcertada, estaba muy inundada de pensamientos y recuerdos.

¿Lo dejaría ir de nuevo? Nunca lo dejé ir en verdad, él nunca me dejó a mí, y es algo que nadie sabe, solo nosotros dos por supuesto.

- ¿Dónde iremos?

- ¿Dónde irás tú?

- ¿A qué te refieres, Violeth?

- No... No puedo obligarte a estar conmigo, Damian, debemos pensarlo bien, ¿tú en verdad quieres pasar la eternidad conmigo? Yo no moriré, tienes la opción de irte y olvidarme, olvidar que pasó esto. Maté a tu novia, te quité tu vida, te alejé de todo, ocasioné problemas.

Su mirada fue sombría, miró hacia el volante y sonrió, me pareció que quería llorar.

- ¿En serio piensas eso Violeth? Eres una chica maravillosa, cuando me ofreciste tu sangre no lo dudé, vi en tus ojos lo que nunca había visto, en tus ojos se reflejaba la belleza de una vida difícil, como mi vida, sin embargo ahí estabas, sin doblegarte ante nadie, siendo la chica fuerte y caprichosa que me encanta, la que no cambia a pesar de todo.

Detuvo el auto y salió, estábamos ya fuera de la ciudad, yo lo seguí y me sentí estúpida al verme con un vestido tan ostentoso.

- Si conduces dos kilómetros más llegarás al punto de reunión -dijo.

- En verdad no quiero dejarte -dije firmemente- Pero no diré más.

Subí al auto y me preparé para conducir, pero no podía dejarlo ahí... No podía moverme.

- ¡Te buscaré! -gritó.

- Te esperaré -respondí.

Fui una estúpida, pudimos ser felices juntos, pero dije lo que no debía, sin embargo no me arrepiento, ahora es alguien importante; y sin mi ayuda.

Draugr ViolethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora