*⁠.⁠✧ 15. Kiss of love?

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Conforme los días pasaban, Hao se iba volviendo cada vez más desvergonzado. Comenzaba a perder los pies del piso debido a la intensidad de su enamoramiento. Realizaba actos inocentes, pero cuestionables, al menos, para el mundo de los humanos y lo que podía ser considerado correcto o incorrecto. Esto Hao no lo comprendía, y, de hecho, lo ignoraba. Solo sabía que quería estar cerca de Hanbin, protegerlo y mostrarle su gran amor de alguna forma. Había pasado del tímido conversador, al penoso que había dudado de si tocar a Hanbin o no, y ahora, después de haber dado ese paso del contacto físico, se sentía con la confianza de sentarse a la orilla de su cama, para más tarde recostarse a su lado con una mano posada sobre su hombro. Con la mirada perdida en su perfil y sus labios entreabiertos, Hao con los dedos ligeramente rozaba su mejilla. De repente, Hanbin se acomodaba de lado y quedaba frente a frente con él. Hao solo lo miraba. Una parte de él deseaba que abriera los ojos y lo mirara también con el mismo amor con que él lo admiraba. Pensaba que parecían una pareja real que descansaban juntos. Hao acercaba una mano a la suya y la tomaba.

Sin dejar de tener este acercamiento con contacto físico añadido, como entrelazar sus manos o recargarse en su hombro, Hao seguía hablándole, descubriendo que, más que quedarse callado, parecía que a Hanbin le gustaba más cuando le hablaba. No importa cuál fuese el tema; si le hablaba sobre el mundo de las hadas o sobre él mismo. Aunque rápidamente ese tipo de temas los había dejado de lado cuando se limitaba a solo dedicarle palabras de amor a Hanbin. Las veces en que lo hacía, se daba cuenta de que no lo atacaban las pesadillas. De pronto, él también colocaba una mano sobre la de Hao, algo que lo ponía a dudar sobre si estaba consciente o no de su presencia.

—Hanbin —lo llamaba cómodamente por su nombre—. Ya te había comentado sobre los cuentos de hadas, ¿verdad? Veo que sobre el escritorio tienes una repisa de libros, ¿te gusta leer? —. Y era cierto. Hao en algún momento se había dado a la tarea de inspeccionar un poco la habitación de Hanbin sin esculcar sus cosas. Había visto los libros ordenados en la repisa, y entre ellos, una libreta (del mismo tamaño que un libro común), sobresalía y había llamado su atención. Por simple curiosidad había tomado la libreta y al darle la vuelta se habían figurado las letras y una sencilla palabra: Diario. Se había sorprendido al leer ese título en la portada. Hanbin tenía un diario y él lo sostenía en sus manos. Hao también había tenido un diario cuando era niño y había dejado de escribir en este hace un largo tiempo. Sabía algo muy importante sobre tener un diario: que es secreto y personal. Eso es algo que debía respetar por mucha que fuera su curiosidad. Era el único modo de saber cómo era Hanbin realmente, sus pensamientos, su personalidad. Tenía la información en sus manos y no era capaz de abrir la libreta para saber. Sin abrirla, colocó de vuelta la libreta en la repisa. Sin embargo, otro día, en lo que quería comprobar si Hanbin tenía algún libro con cuentos, en lo que buscaba, volvió a ver la libreta y algo llamó su atención al ver un papel rosa que se hallaba entre las hojas a modo de separador. Saco la libreta de la repisa para ver que era eso, descubriendo que era un separador en donde sobresalía en la parte de arriba la forma de un corazón rosa. Estático. Se había quedado de pie con la libreta en la mano por un largo rato. Miles de preguntas y suposiciones pasaron por su mente en ese momento. Seguro de que era por él y que de alguna forma Hanbin, consciente o inconscientemente, sabía de su existencia. Había vuelto tras su hombro para mirarlo en lo que dormía, y acto seguido, había vuelto a colocar el diario en su lugar, sin abrir. Respetando ese especial objeto —. Me pregunto si también te gustan los cuentos de hadas, ¿cuál será tu favorito?—. Le preguntaba con una mejilla posada sobre su pecho y sin dejar de pensar en el diario y el separador rosa con forma de corazón—. Siempre me han gustado mucho los cuentos de hadas, pero hace poco descubrí mi favorito... El de la bella durmiente —esboza una sonrisa y eleva su cabeza para mirarlo —. Supongo que sabes la historia; trata de una princesa que es hechizada por una malvada hada y cae en un profundo sueño, duerme profundamente, como tú —Hao suelta una risita posando las manos sobre sus hombros—. Ella espera el beso de su amor verdadero para poder despertar —después de decirlo divertidamente, la sonrisa de Hao se desvanece al darse cuenta de lo que ha dicho. Mira a Hanbin frente a él y luego a sus labios cerrados. Asustado, quita las manos de sus hombros y se aparta. Piensa en lo que ha dicho —. Un beso de amor verdadero —murmura. De pronto la idea llega a su mente en lo que su corazón enloquece y tiene que apartarse de la cama de Hanbin ante la imagen que ha formado su imaginación.

Después de eso, Hao decide que es hora de volver, se despide de Hanbin tomándolo de la mano y prometiéndole volver al día siguiente. Siempre cumple su promesa de volver, no lo deja solo ni una sola noche. De esa forma le promete que su amor por él siempre estará presente. Se va de la habitación con la idea todavía en su mente. No se le había ocurrido antes.

Ya en su casa del árbol, como otras veces, reflexiona sobre sus pensamientos, y frente a su escritorio, considera esa posibilidad. La posibilidad de poder despertarlo con un beso.

Hao se sonroja al pensar en ello y cubre su rostro con ambas manos. Había pensado en las formas en las que podía aparecer frente a él para presentarse. Entre ellas, la que mejor le había parecido era aparecer en el árbol de flores claras de su escuela. Si se presentaba en su habitación, temía que Hanbin se espantara mucho, de cualquier forma sería sorprendido por su presencia, pero buscaba que fuera la manera más cómoda para sorprenderlo. Todavía no practicaba lo que le diría. Pero, ¿y si lo despertaba con un beso? ¿Qué tipo de sorpresa mostraría Hanbin? ¿Y si le preguntaba si podía darle un beso?

Le dio vueltas a ese tema lo que restaba de la noche y la mañana. Incluso había tomado la decisión de ir a su lugar secreto, en el lago, para considerar la posibilidad de despertarlo con ese beso de amor. Pero el lago no ayudaba, porque él siempre iba a refugiarse en ese lugar solo en los momentos tristes. Así que visitó el jardín de su amigo, se detuvo a admirar los capullos. Recuerdos llegaban a su mente. De él, estando ahí, tranquilo y deseando el amor. Una cama de flores blancas y pequeñas se extendía en la parte más bonita. Se recostó con una mejilla pegada al césped, siendo rodeado por las flores blanquecinas y los capullos amarillos sobre él. Se relajó y cerró los ojos para descansar.

—¿Crees que esté bien? ¿Hao? —. Le había preguntado Ricky en el recuerdo, en lo que él sostenía una flor y se inundaba de su fragancia.

—¿Qué si está bien? ¡Creo que está perfecto! No seas tan duro contigo, no pienses en el que dirán; el amor es así, no se puede evitar... —. Esas había sido sus palabras.

Abrió los ojos despacio.

—No se puede evitar... —repitió para sí mismo. La imagen del beso se formó en sus pensamientos, convencido de que ese era el destino, su destino. El verdadero amor que despierta con un beso.

Esa misma noche estaba listo para dar ese gran paso. Así tenían que ser las cosas. Hanbin despertaría, tal vez se sorprendería, tal vez no. Pero al final, estaba seguro de que entendería y entonces podrían amarse debidamente.

Con más experiencia, Hao trepó el árbol hasta la habitación de Hanbin. Se sostuvo con comodidad y abrió la ventana, ingresando a la habitación tranquilamente. Sin decir nada, con lentitud rodeó la habitación de su amado. La luna iluminaba hermosamente adonde Hanbin se encontraba dormido, casualmente, boca arriba.

—Hanbin... —Hao solo pudo pronunciar su nombre al acercarse. En el camino, la puerta del armario se zafó y Hao, hábilmente, la volvió a colocar en su sitio con una sola mano. Llegó junto a su cama. De pie, admiro a su amado. Una luz al rededor de su aura resaltó en un brillante destello de luz. Los labios de Hanbin estaban entreabiertos. Era ahora o nunca. Lentamente, se fue inclinando hasta que su rostro quedo frente a él. Sus ojos estaban completamente cerrados, imaginó que Hanbin esperaba ese beso. Y sin pensarlo más. Hao parpadeó, luego cerró los ojos y se fue acercando, hasta qué... sus labios se tocaron.

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Mystical Guardián - Zb1- HAOBINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora