Entre Sombras Y Almas (𝘝𝘪𝘥𝘢𝘴 𝘌𝘯𝘵𝘳𝘦𝘭𝘢𝘻𝘢𝘥𝘢𝘴)

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Con el crucifijo yaciendo impotente en el suelo, fuera de su alcance, parecía un símbolo desvalido ante las garras infernales. El demonio, implacable, lo perseguía sin tregua. A pesar de seguir corriendo, las garras del demonio se aferraron a su brazo con una fuerza sobrenatural y despiadada. Cada movimiento que daba, el dolor se enroscaba en su piel como una serpiente venenosa, y el viento siseaba sus secretos al oído del abismo.

El corazón de Jungkook latía con la urgencia de un reloj roto, sus latidos resonando como campanadas en la oscuridad. El demonio, con ojos de fuego, lo arrastraba inexorablemente hacia su destino. ¿Qué destino? Jungkook no lo sabía, pero sentía que era un abismo sin fondo, un precipicio donde los recuerdos y las almas se desvanecían.

Las garras del demonio eran como raíces retorcidas, hundidas en su carne, alimentándose de su miedo y desesperación. El crucifijo, ahora inútil, se había convertido en un recuerdo lejano de la fe que alguna vez sostuvo. ¿Dónde estaba Dios ahora? ¿Dónde estaba la luz que podría disipar las sombras?

El aire, espeso como el aliento de un condenado, envolvía a Jungkook mientras su pulso martilleaba en las sienes. Sus manos, temblorosas, rebuscaban en los bolsillos de la camisa y los pantalones, como si la salvación pudiera esconderse entre las costuras. No iba a dejarse arrebatar por aquel demonio.
Y entonces, como si el destino mismo hubiera intervenido, sus dedos encontraron la pequeña navaja. La hoja, fría y manchada, se convirtió en su única aliada contra la oscuridad que lo acechaba. La empuñó con fuerza, sintiendo su filo como una promesa de supervivencia.

Con un grito ahogado, Jungkook se abalanzó sobre el demonio. La hoja cortó la carne infernal, y la sangre brotó como un río oscuro y negro. El ser infernal retrocedió, sus ojos ardientes reflejando dolor y sorpresa.
La sangre de ambos se mezcló en un abrazo macabro, y Jungkook sintió cómo la desesperación se fundía con la rabia. ¿Cuántas almas habrían caído ante ese demonio? ¿Cuántos corazones habrían latido con la misma urgencia, buscando una salida en la penumbra?

Jungkook se tambaleó, exhausto, pero había sobrevivido. La navaja temblaba en su mano, y su corazón latía con una mezcla de triunfo y terror. Había enfrentado lo inimaginable y había salido con vida.

Las piernas de Jungkook, impulsadas por la urgencia y el miedo, lo llevaron a través de los vagones de tren abandonados. Cada paso resonaba como un eco de desesperación, como si los mismos fantasmas del pasado lo persiguieran.

El alivio de haberse librado momentáneamente del enemigo se mezclaba con el terror de saber que aún acechaba en las sombras, como una bestia hambrienta esperando su oportunidad.

Los vagones, con sus ruedas rotas y herrumbre, parecían los huesos de un pasado olvidado. Gemían bajo el peso de la historia, como si recordaran los suspiros de los viajeros que alguna vez buscaron refugio allí.
El viento, testigo silencioso de los siglos, soplaba secretos ancestrales. Susurros de tragedias, amores perdidos y almas atormentadas. Jungkook corría, sintiendo cómo el pasado y el presente se entrelazaban en su piel sudorosa.

La pierna cojeante de Jungkook se arrastraba como un lastre, una carga que amenazaba con hundirlo en la tierra misma. Cada paso era un recordatorio de su fragilidad, de la fina línea entre la vida y la muerte.

El sol, en su agonía dorada, iluminaba la escena como un faro en la tormenta. Sus rayos acariciaban las ruinas del tren, revelando los huesos rotos de un pasado olvidado. Las ventanas, ahora solo marcos vacíos, parecían ojos ciegos que habían visto demasiado.