01/06/24

4 1 0
                                    


¿No te pasa que a veces vas por la calle y de repente sonríes porque te acuerdas de algo? Es un detalle que podría ser insignificante, pero para ti es todo lo contrario.

Nos pasó esta mañana.

Un sombrero.

Sólo un sombrero.

O tal vez, el sombrero. Aunque no parecía nada especial. No hasta que nos acercamos y lo reconocimos. Lo estaba usando la misma persona de hace años. 

El señor vende tacos de canasta, pero son los mejores tacos de canasta que he comido en toda mi vida.

Íbamos a la librería. Quería en físico «Cuando no queden más estrellas que contar». Lo terminé hace poco en digital, pero quiero poder marcarlo con marcatextos y post its.

En el camino vimos el sombrero. Era como su marca personal. Por eso nos detuvimos, y cuando estuvimos de frente, era el mismo. ¡Volvió! Dejamos de verlo mucho tiempo. Se había ido, pensé que no regresaría. Que bueno que me equivoqué.

Él también se acordó de nosotros.

Pero con el sombrero, la bicicleta, la canasta... Fue como haber regresado a esos días en los que tenía 12 años.

Aquel tiempo en el que todo era fácil y nada me preocupa.

Fue lindo.

El sabor, el olor, la salsa. Igual de bueno que como lo recordaba.

Tuve mi libro.

Volvimos a casa.

Ahora estamos con mi papá, viendo una película en inglés, sólo mi hermano y yo, obviamente.

Las cosas parecen estar regresando a la normalidad poco a poco, como si... Lo estuviera entendiendo, acostumbrándome a... su ausencia, y no quiero hacerlo, no puedo, sólo... Se hace menos difícil, supongo.

Mi hermano también está más tranquilo.

Mi mamá no. Para ella es mucho más difícil.

Sara... Sigue siendo Sara. Sí estamos bien y no dejaremos de ser amigas, aunque sí pensé en no volver a hablarle un tiempo... Ahora irá conmigo a casa de mi abuela. Estaremos juntas una semana, pero no solas. Juraría que casi la vi decepcionada cuando le expliqué que mi mamá y mi hermano también irían, pero no veo muchas cosas claramente en este momento.

Sé que mi abuela falleció en febrero, pero... Sigo procesando todo. Creo que no me he permitido pensar mucho en... nada. Son sólo momentos en los que imagino todo y me vengo abajo. Momentos en los que siento que la extraño mucho más. Momentos en los que quiero releer sus mensajes, o ver sus fotos. Momentos que vengo a descargar aquí.

Y no voy a ahondar en eso ahora.

No quiero seguir escribiendo sobre lágrimas en un teclado sombrío.

Necesito leer un día bueno entre tantos deprimentes.

Así que sí, hoy ha sido y terminará siendo un día lindo. De recuerdos de infancia, sabores a despreocupación y amigos de hace años, porque sí, el señor del sombrero no sólo es proveedor de los mejores tacos de canasta, también es nuestro amigo.

EV

Erica. Mi intento de diario  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora