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Era una tarde gris y lluviosa en South Park, una pequeña ciudad conocida por sus inviernos implacables y sus habitantes excéntricos. Kyle Broflovski, un joven pelirrojo con una gorra verde, caminaba con pasos pesados por las calles mojadas. Sus pensamientos estaban lejos de la escuela y los problemas cotidianos. Estaba enfocado en una cosa: Eric Cartman.
Eric y Kyle habían tenido una relación complicada desde el jardín de infantes. Sus interacciones eran una mezcla de rivalidad, bromas pesadas y, sorprendentemente, momentos de profunda conexión. Habían pasado años insultándose y desafiándose, pero también habían compartido momentos de camaradería que ninguno de los dos admitía en voz alta.
Ese día, Kyle se dirigía a la casa de Eric. Había recibido un mensaje críptico: "Necesito hablar contigo. Es importante." Kyle había sentido un nudo en el estómago al leerlo. ¿Qué podría ser tan importante? Decidió averiguarlo.
Cuando llegó, la puerta se abrió antes de que pudiera tocar. Eric estaba allí, con una expresión que Kyle no había visto antes: vulnerabilidad. Sin decir una palabra, lo invitó a entrar y lo condujo a su habitación. Una vez allí, se sentaron en la cama y el silencio se hizo espeso.
Eric fue el primero en hablar. "Kyle, hay algo que necesito decirte. Algo que he estado guardando por mucho tiempo." Kyle frunció el ceño, intrigado. Eric no era de los que se abrían fácilmente.
"¿Qué pasa, Cartman? ¿Por qué todo este misterio?" preguntó Kyle.
Eric respiró hondo y comenzó. "Mira, hemos pasado por muchas cosas juntos. Nos hemos odiado, nos hemos peleado, pero siempre has estado allí. Y... yo también he estado ahí para ti. Es algo más que odio lo que siento por ti. Es... algo que no sé cómo explicar."
Kyle se quedó en silencio, procesando las palabras de Eric. Era algo inesperado, pero en el fondo, algo que siempre había sospechado. "¿Estás diciendo que... me quieres, Eric?"
Eric asintió lentamente. "Sí, Kyle. Creo que sí. Y no sé qué hacer con esto. No sé cómo lo tomes tú."
Kyle se quedó sin palabras por un momento. Sus sentimientos hacia Eric eran complicados, pero en ese instante, todo se aclaró. "Eric, yo también siento algo por ti. No es odio, nunca lo fue completamente. Siempre supe que había algo más."
Los días siguientes fueron un torbellino de emociones. Kyle y Eric comenzaron a explorar su nueva relación, entre secretos y momentos robados, descubriendo una conexión profunda que iba más allá de su constante rivalidad. Era una relación llena de altibajos, pero ambos estaban comprometidos a hacerla funcionar.
Sin embargo, la vida en South Park no era sencilla. Los amigos y familiares de ambos notaron los cambios, y no todos lo tomaron bien. Stan, el mejor amigo de Kyle, se sintió traicionado al principio, pero eventualmente aceptó la relación. La madre de Kyle, Sheila, fue una historia diferente. Ella no aprobaba a Eric, y mucho menos la relación que ahora compartían.
Un día, en medio de una discusión particularmente acalorada con su madre, Kyle decidió que ya no podía soportarlo más. Tomó la decisión de mudarse con Eric, buscando un poco de paz y un espacio donde su relación pudiera florecer sin interferencias constantes. Fue un movimiento arriesgado, pero era necesario.
La vida juntos no fue fácil. Tuvieron que aprender a convivir, a resolver sus diferencias y a apoyarse mutuamente. Pero con el tiempo, su amor se fortaleció, y la relación que muchos pensaron que nunca funcionaría se convirtió en el pilar de sus vidas.
Pasaron años juntos, y aunque la relación no estuvo exenta de problemas, siempre encontraron la manera de volver el uno al otro. Pero entonces, la tragedia golpeó. Eric fue diagnosticado con una enfermedad terminal. La noticia destrozó a Kyle. Los meses siguientes fueron una mezcla de desesperación y esperanza, mientras Kyle cuidaba de Eric con devoción.
Finalmente, el día que Kyle temía llegó. Eric falleció en su cama, con Kyle sosteniendo su mano. Fue un momento de inmensa tristeza, pero también de profunda paz. Habían compartido una vida juntos, y Kyle supo que Eric se había ido sabiendo cuánto era amado.
De pie ante la tumba de Eric, con el viento frío de South Park soplando a su alrededor, Kyle dejó que las lágrimas cayeran libremente. Se arrodilló y susurró las palabras que siempre había sentido, pero que ahora dolían más que nunca. "Te miré y te dije que siempre te amaría hasta el fin del mundo, y acá estoy llorando en tu tumba..."
Con esas palabras, Kyle dejó salir el dolor de su corazón, sabiendo que aunque Eric se había ido, su amor perduraría para siempre.