Dentro de un mar desconocido y alejado, se proclamaron nueve reinos y dentro de el, un pais en desarrollo.Reinos con diferentes cualidades y habilidades, reinan independientemente uno del otro, ayudando al mandatario del nuevo mundo.
Klarlovia es el...
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SEBASTIAN DRACH.
A pesar de que estaba mal herido, pudo levantarse de la camilla. Recientemente uno de sus compañeros había perdido a un ser querido y no estaba mal mentalmente.
Para esto, habían pasado al menos tres días y dos noches. Peter, por las noches hablaba en el idioma más antiguo de Slosalia, en Slaco. El idioma era diferente al Wubaguense antiguo, era algo difícil de aprender el vocabulario del Slaco.
— Mi príncipe... — Una enfermera hizo una reverencia y lo tomó suavemente del brazo ayudando a que se sentará. — Mi rey quiere verlo... — Fue interrumpida rápidamente.
— Yo iré. Puedo mantenerme de pie. — Dijo seriamente mientras quitaba la mano de la enfermera de su brazo con el ceño fruncido. — Quiero que me traigan ropa decente. ¿Como pueden ver al heredero al trono en batas? — Preguntó con un tono frío.
La enfermera quedó un poco impactada con tales palabras y se dispuso a hacer una reverencia y un leve asentimiento.
No soportaba la idea de ser tratado como un bebé. Había sido entrenado como guerrero y enviado como tal al puerto de Wubagon y hasta a los demás reinos para completar su servicio guerrero.
"Sebastian el domador de dragones" Era su apodo más famoso en todo en Wubagon. A la edad de catorce años, fue a las cuevas más peligrosas de Wubagon en busca de su huevo de dragón. Nunca había visto un dragón tan grande como el que vió en aquella cueva, fabulosamente pudo sobrevivir a las llamas gracias a que podía hablar a la perfección Wubaguense Antiguo.
Entre las leyendas más famosas sobre aquel dragón, se dice que fue ahí a donde enterraron a la reina Sanguinaria y que su dragón protege a toda costa su tumba de saqueadores. Después de todo, aquella tumba siempre estuvo perdida y solo sus tres hijos sabían a donde la habían enterrado.
Su mirada estaba tan perdida y tan absorto en sus pensamientos que cuando le trajeron su ropa, se quedó unos minutos mirando a la muchacha fijamente con algo de seriedad. Luego, se levantó y tomó la ropa entre sus manos.
— Fuera de aquí.
Fue suficiente para que la muchacha saliera apresuradamente de la habitación no sin antes dar una reverencia.
Apenas terminó de arreglarse, se dispuso a caminar hacia los aposentos de su padre. Su brazo iba tapando su abdomen e iba cogeando con ciertas muecas de dolor en su rostro. La ayuda de varios sirvientes fue ofrecida pero todos fueron rechazados por él con una voz algo áspera y cansada.
Duele y mucho... Creó que debí pedir ayuda... — Sebastian movió su cabeza ante tales pensamientos. — ¿En que estoy pensando? Mi pierna fue mordida por una serpiente en Grymen, estuve casi muerto por liderar a una manada de leones y casi caigo de mi dragón la primera vez que lo monte. — Pensó.
No duró mucho en llega a los aposentos de su padre antes de que algunos guardias abrieran las puertas y pudiera entrar.
— Die Wände haben Löcher, mein Sohn — Pronunció fluidamente su padre mientras que se daba la vuelta y lo miraba fijamente con seriedad. — Ich wusste, dass du mich nicht zu dir kommen lassen würdest. Ich wusste, dass du lieber dein eigenes Leben für das Leben anderer riskierst.