#29: La Pequeña Guerra - CAPÍTULO FINAL.

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«Y entonces Celine y Aliston se enfrentaron uno al otro con fortaleza por un mismo objetivo que también la involucraba a ella. Lo que nadie sabía, es que Lucifer le tenía tanto amor a aquella diosa de dragones que en su presencia, hizo que su alma se fracturara en el collar y en la espada como última muestra de cariño hacia ella»

«—¿Entonces eres consciente de lo que estamos haciendo?—Sus luminosos ojos castaños brillantes miraban a los de él con tristeza.»

«Sus frentes tocando se y acariciando se antes de una última batalla en donde nunca sabrían cuando se volverían a ver o tocar uno al otro. Tal vez, aquel momento era de querer quedarse para siempre»

«—Nuestras almas están destinadas a permanecer juntas... Aunque no en todas nuestras vidas sea así... Buscame o yo te buscaré por medio de mortales...—»

Y la leyenda de los amantes, fue a parar de generación en generación como dos almas que se encontraban una a la otra con desdén de estar juntos, pero algo siempre terminaba separándolos... Injustamente. Una maldición de la que ni la familia Osiris y La familia Drach podrían huir al cabo de que uno de sus descendientes se casaran.

Pero esta vez había una pequeña excepción.

—KLARLOVIA.

En aquella sala del trono, todo se hacía más difícil y la locura y voces le empezaban a enloquecer cada vez mientras que tenía cerca el collar.

—¡Fuera! ¡Todos fuera de aquí! —Exigió con toda la molestia que habría en su amarga alma.

Aquellos pergaminos imposibles de leer le estaban haciendo más daño de que el pensaría cuando comenzó la búsqueda de estos. A su pensar, sus intenciones eran verdaderas y buenas, a ojos de los demás, estaba jodidamente loco al jugar con poderosos dioses.

Esperaba que alguien digno fuera a enfrentarlo. Las voces de aquellos dioses le estaban exigiendo que los liberase, sin embargo, la desesperación comenzó a ganarle y quiso dañar los pergaminos pero no podía. 

---Deja el collar a un lado y aléjate de los pergaminos---Susurro mientras que le amenazaba con una gran bola de luz que casi llegaba a su nuca haciendo que la piel se quemara un poco.

Peter sabia lo que hacia, no le importaba tener que asesinarlo si era necesario. Había visto tantas cosas atroz que no le parecería raro tomar su cabeza y enterrarla en la estaca de la muerte para que esta tomara un poco mas de sangre después de tanto tiempo.

El loco mandatario se quedó completamente quieto y por un leve momento temblaba y sosteniendo la pieza entre sus manos, rápidamente se volteo y la puso en el círculo de poder. Peter puso un rostro de sorpresa y de terror viendo como ambos elementos se tocaban y lo último nítido que pudo ver, era la sonrisa de aquel rey loco mirándolo fijamente.

Un gran rafago de humo de color rojo y una explosión, les hizo volar rápidamente. El collar quedó en medio de la sala, y para sorpresa de Peter, a este se le había hecho una pequeña fractura dejando salir humo de color rojo y cambiaba de color  notablemente.

---Hasta el más estúpido hombre sabría que no puedes amenazar cuando alguien tiene algo peligroso en sus mano---Dijo el peliblanco parándose lentamente del piso y poniendo una mano en su costilla.

Peter, quien había recibido el mayor golpe de todo, aun su cabeza daba vueltas y su mirada era algo borrosa mientras que un pitido molestaba en su oído. Sus ojos visualizaban con dificultad la figura de Alexander, el cual camino hacia el collar y tomo en sus manos mientras que reía como un completo loco.

𝐓𝐇𝐔𝐍𝐃𝐄𝐑 𝐃𝐑𝐀𝐆𝐎𝐍𝐒: 𝐿𝑎𝑠 𝐿𝑒𝑦𝑒𝑛𝑑𝑎𝑠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora