Redoble de campanas

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—Gracias a todas por venir, comenzaremos el lunes.

—¡Alteza!

Helaena sonrió con ojos húmedos a ese grupo de chicas que habían llegado pidiendo que las tomara como alumnas, deseaban aprender cómo ella cosía y creaba esos modelos tan codiciados en la capital, su nombre ya era conocido entre las damas de alta alcurnia, cuyo humor dio un vuelco luego de saber que era una princesa. Se le hacía un tanto imposible que existiera alguien con ganas de ser su alumna, eso no se le había ocurrido cuando puso esa nueva tienda, tampoco las rechazó, ella quien experimentó esas negativas no haría lo mismo, brindaría una oportunidad a quien se la pidiera. Con un suspiro, retomó su labor de terminar de acomodar los nuevos listones cuando sonó la campanilla, levantando la vista para ver a Cregan Stark llegar trayéndole un hermoso ramo de rosas.

—Vengo en busca de la princesa más hermosa.

—Creo que busca en el sitio incorrecto, caballero —bromeó, corriendo a abrazarlo con un beso, tomando sus flores— Son hermosas, Cregan.

—Veo que tenías muchas clientas.

—No, no, son mujeres que desean aprender mi estilo de costura.

—¿De verdad? —el Alfa alzó sus cejas— ¡Helly! Esto hay que celebrarlo.

—¿Crees que pueda ser buena maestra?

—Por supuesto, tienes todo para serlo.

—Siempre estás apoyándome, me siento mal por no hacer lo mismo.

—Pues vas a casarte conmigo, eso ya es mucho.

—Cregan...

Este le guiñó un ojo, besando sus labios de nuevo apoyando su frente contra la suya, quedándose así por un rato, disfrutando del momento, de sus aromas que parecían uno. La campanilla sonó una vez más, separándolos para ver a Lord Hightower con una expresión rara.

—¿Tío?

—Helaena... tu padre... ha muerto.

Lord Viserys Targaryen, príncipe de la corona y otros títulos más, había dejado esa vida durante la noche en un sueño tranquilo. Siendo heredero, sus funerales serían con todo el protocolo, con todos ellos reuniéndose una vez más. Helaena no supo cómo sentirse, por un lado le era algo indiferente la partida de su padre, pero por otro le dio pena ya que se había quedado solo no porque ciertamente lo mereciera. Su tío los llevó con los Stark, donde esperaba Aegon. Su hermano Aemond y Daeron los verían en los funerales, llegarían por otro lado.

Sonaron campanadas por toda la capital, anunciando la muerte del nieto de la reina, su sucesor. Como era costumbre en la capital, no hubo actividad comercial, todo estuvo cerrado en señal de respeto con la bandera del reino a media asta y algunos telares de luto colgando de ventanas y puertas. Aegon no estuvo muy de acuerdo en ir al palacio de Westeros, pero Lord Hightower los convenció, eran ahora príncipes de rango oficial y debían mostrar su respeto a su padre, así que viajaron en silencio hacia el palacio, Aegon acompañado de Jacaerys, Helaena con Cregan.

La Casa de la AlegríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora