Capítulo 13.

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—Abuela... ¿Cómo lo sabes? —preguntó con miedo a la respuesta de su abuela.

—Eso no importa —agarró la mano de Camila que estaba sobre la mesa—. Lo importante es que yo lo sé y tus padres también.

Micaela y María dieron un grito al ver como su amiga se desmayó y la señora negó con la cabeza.

—Por favor, Mica, ¿podés ayudarme a llevarla a mi habitación? Creo que mucho estrés acumulado le hizo mal, más con este golpe que le di.

—Sí, señora... —tartamudeó y se agachó para agarrar a su amiga de la cintura.

Agarró el brazo de su amiga y se lo puso en su cuello.

Doña Altagracia le indicó dónde estaba su habitación.

Micaela llevó a Camila a la habitación y la tiró en su cama.

—Toma —La señora le pasó un algodón con alcohol—. Con esto va a despertar.

Micaela agarró el algodón húmedo y lo pasó por debajo de la nariz de Camila. Suspiró con alivio al ver que la chica estaba despertando.

—¡Cami! —exclamó con entusiasmo María, que no dejaba de llorar desde que su amiga se desmayó.

—¿Qué pasó? —preguntó con confusión, cuando su vista ya volvió a su normalidad se asustó por la escena que estaba viendo— ¿Qué tienen? Parecen que les arroyó una camioneta, ¡qué sé yo!

Camila estaba tan asustada por las caras de sus amigas y la cara de su abuela. María tenía sus mejillas mojadas, Micaela estaba tratando de recuperar aire por la impresión que tuvo y su abuela tenía una cara de tristeza, pero en sus ojos se veía la preocupación.

Las tres chicas llevaron su atención a Doña Altagracia cuando ella hizo un ruido con su garganta y con voz firme le habló a su nieta.

—Camila, tenemos que ir al hospital.

—¿Por qué, abuela? —preguntó, estaba muy confundida.

—Te desmayaste —Juntó sus manos—. Tengo miedo que ese desmayo te haya hecho daño y le haya hecho daño a tu bebé.

Camila entendió todo. Su abuela ya estaba enterada de su situación.

"Lo importante es que yo lo sé y tus padres también".

—¿Mis padres ya saben que estoy embarazada? —Comenzó a temblar.

Sus amigas se acercaron a ella para agarrar sus manos y darles un masaje a estas.

—Sí, Cami. Tus padres ya lo saben.

—¿Cómo?

—No te lo puedo decir yo, te lo tienen que decir ellos.

A Camila se le empezaron a caer las lágrimas que tanto intentó retener.

—Ya no hay necesidad de que les sigas mintiendo

—¿Me van a correr de la casa? —susurró con la cabeza agachada.

Micaela optó por abrazarla fuerte para que no se sienta mal, pero sabía que eso no iba a funcionar.

—Cami, dejá de llorar. Ya no vale la pena, lo hecho está hecho —Su abuela se sentó en la orilla de su cama para tocarle el hombro a su nieta—. Serás madre y tenés que ser valiente ante cualquier cosa, hasta con tus padres.

Doña Altagracia quería llorar por la forma como su nieta lloraba, Camila no podía pensar con claridad porque sentía la respiración de su padre en su cuello, pero ella sabía que esa respiración es de su amiga que desde un principio prometió apoyarla en su embarazo.

Can't help falling in loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora