Capítulo 22.

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Llegaron al hospital y Sebastián le indicó a Micaela la habitación de María.

Micaela le contó la historia que tenía con su hija y el hombre se sorprendió.

—¿Hasta cuándo va a estar internada? —preguntó. Micaela estaba muy preocupada.

—¿Te preocupas mucho por ella? ¿De verdad amas a mi hija?

—Señor, amo a su hija. Después de haber viajado por casi todo el continente y llegar hasta aquí, nunca pensé que me iba a enamorar y peor aún, de una mujer —Sentía que su corazón dolía—. Daría todo por María.

—¿Esos golpes...?

La chica le interrumpió al hombre.

—¿Estos golpes? Me los dio el hombre que juró cuidarme el día que nací; mi padre. Se enteró que María y yo tenemos algo y me golpeó y golpeó a mi madre sin piedad. —No podía contener las lágrimas al recordar cómo su padre la golpeaba.

Sebastián estaba sintiendo pena por Micaela.

—Señor Jerez, se lo suplico, no me quite lo más valioso que tengo que es el amor de María... Por favor —dijo y se arrodilló ante el hombre— No pienso en renunciar a ella —Las lágrimas salían sin más—. Es lo único bueno y sano que encontré en mis diecisiete años de vida.

Sebastián no quería hablar sobre que su hija le gustaban las mujeres. Se le era muy difícil siendo su padre.

Tenía miedo de que la gente se entere y la agarren. Tenía miedo que le hagan daño. Tenía miedo que Sofía le haga daño a María.

—Micaela, yo aún no puedo aceptar que vos y mi hija sean "novias" —Hizo énfasis en la palabra novia—. ¿Sabes que todo esto les puede hacer daño? Tu papá te dio una paliza, lo mismo hizo mi esposa con mi hija.

—¿Por qué no odia a María?

Sebastián se quedó callado. No sabía qué responder.

—Por favor, ¿puede responderme?

—Bueno... Nunca fui un buen padre, abandoné a mis dos hijos cuando eran unos niños y volví cuando ya son adolescentes. No tengo derecho a regañarlos.

—¿Por qué los abandonó?

— Por cobarde, Mica... y respondiendo a tu pregunta... No soy un psiquiatra, o un científico y tampoco soy creyente en una religión, o sea, no creo en Dios, así que, no sé si esto es natural o una enfermedad.

—Me parece bien —respondió y le regaló una sonrisa al hombre.

—¿Cuánto van de relación?

—Usted es muy curioso, ¿lo sabe?

—Respétame, pendeja. Yo soy tu mayor y hasta puedo ser tu padre.

—Perdóneme, señor Jerez... Nos volvimos novia el 20 de junio.

—Entonces, ¿ya tienen catorce días de novias? —preguntó el hombre.

Micaela asintió a la pregunta.

— ¿Ella es feliz?

ΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩ


Martes 14 de julio, de 1970.
17:30 pm.

Micaela estaba en el hospital, iba casi todos los días por la tarde a ver a María.

Su madre sabía el motivo y por suerte para ella, Antonio no sabía que su hija le escondía ese secreto.

María no despertaba del coma..

—Por favor, amor. Despierta... —susurró y luego le dio un beso a la mano de su novia— Necesito besarte y abrazarte mucho hasta que te canses de mí. Quiero hablarte sobre cómo fue mi día... —Una lágrima salió de su ojo derecho— María, por favor —Un hipo se coló en su garganta y odiaba eso— Tú eres la dueña de mi alma y mis días, Mari.

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