—Chicas.
Las dos chicas miraron a la persona que las llamó.
—Cami, ¿qué pasa? —preguntó María aún abrazada de su novia que tampoco tenía el deseo de dejar de abrazarla.
—La comida ya está hecha... —Se acercó para susurrarles algo— Por favor, no se estén besando o abrazando, mi padre o tu padre, Mica, las pueden ver.
Las chicas entendieron y no lo volvieron a hacer.
Bajaron para ir al comedor a sentarse y vieron a los dos hombres que seguían hablando, pero no les prestaron atención hasta que Antonio habló algo que le dio miedo a las dos chicas.
—Esos putos están enfermos —comentó el padre de Micaela—. Deberían ir a un psiquiatra para que los curen. O mejor aún, que se mueran por pecadores.
Micaela agachó su mirada, ya que tenía ganas de llorar y María trataba de no gritarle al hombre.
—Mmm... —El padre de Camila no quería opinar. Se sentía mal por las chicas— Señor García, dígame ¿de qué trabaja usted?
María le agradecía al hombre por tratar de ayudar, siempre consideró como un padre al señor Espinosa.
—Chicas, por favor, vayan a lavar sus platos —dijo Juan—. Camila, amor mío —Agarró la mano de su hija para darle un beso—, ve a hablar con tus amigas. Yo te llamo cuando el señor García y yo terminemos de comer.
Las chicas hicieron caso, lavaron los platos de ellas y también lavaron otras cosas que Camila utilizó para cocinar.
Se fueron a la habitación que María y Camila estaban compartiendo, para charlar y pasar tiempo de chicas.
Llegaron a la habitación y cerraron la puerta para así, acercarse a la cama y comenzar a conversar.
—Lo siento por lo que dijo mi padre —susurró Micaela y comenzó a llorar—. Tengo miedo, Mari.
María abrazó a su novia y también comenzó a llorar con ella.
—Chicas, ya. Por lo menos, tienen la suerte de que mi padre guarde este secreto.
María y Micaela se miraron, se dieron cuenta de que ambas tenían ojeras por no dormir bien en la noche.
—Tengo mucho sueño, Cami —comentó María y comenzó a bostezar, contagiándole a su novia.
—Bueno, duerman. Yo las voy a dejar dormir, hasta que nuestros padres nos llamen para irnos a nuestras casas.
Camila se levantó de la cama y vio cómo las chicas se acostaban en la cama.
Ella iba a irse al baño a lavarse la cara porque sentía que moría de los celos al ver a Micaela y a María juntas como novias y no como amigas.
Se lavó su cara y se miró en el espejo para ver como unas lágrimas caían y después de eso, sentir un nudo en la garganta, sentir dolor en su pecho.
"Son tus amigas... Tu padre te va a matar si se entera de que sentis algo por una mujer cuando vas a ser madre"
—¡Camila!
La chica dejó a lado sus pensamientos.
—¡Hija, ven a lavar los platos!
La chica se secó su cara con su remera y salió del baño para ir a hacer las cosas que su padre le ordenó.
ΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩ
Domingo 21 de junio, 1970.
12:15 pm.
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Can't help falling in love
Novela Juvenil-Mari... Te amo... -dijo la chica. -Yo también te amo, Mimi... Pero tengo miedo -susurró la otra adolescente.