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I'M BACK, BABY!!!! Y lamento informaros de que no tengo pensado volver a desaparecer en mucho tiempo.

Bueno, os comento: la nota de la autora está antes del capítulo porque he hecho un par de cambios en el capítulo anterior que considero súper importantes para lo que va a pasar después, así que id a leerlo de nuevo. Después, volvéis aquí, leéis esto y sois libres. 

Whatever, os amo, chikis ❤

···

11 de septiembre

Ha sido un día duro. Hemos tenido las primeras clases, un par de presentaciones de profesores nuevos y muchas explicaciones que no he entendido.

«Perdida desde el primer día,» me digo. «Bien hecho, Rachel.»

—¡Rache! —me grita Anita cuando voy a salir por la puerta de clase—. ¡Espérame!

Pongo los ojos en blanco, pero me detengo, me quito la mochila y me apoyo contra el quicio de la puerta.

—Date prisa, tardona. —Nico se acerca a mí y se sienta sobre una mesa en primera fila, a mi lado—. Qué pesada es.

—No hace falta que me lo jures.

Hay un par de segundos de silencio y luego me pregunta:

—Oye, ¿estás bien? Te noto distraída. —Abro la boca para responder que no me pasa nada, que estoy perfectamente, pero él me corta—: Y no se te ocurra decirme que todo va genial y que no tengo que preocuparme por ti en absoluto porque, uno, soy tu amigo y me preocupo por ti digas lo que digas y, dos, sé que no es verdad. Estás... distinta, Rache. No en un mal sentido, pero lo noto. Ayer no contestaste a nuestros mensajes hasta las diez y pico de la noche, algo no muy normal en ti, que eres una adicta al móvil, y no nos has contado qué estuviste haciendo. Puede que engañes a mi hermana, pero eso no te va a funcionar conmigo. Y... no quiero presionarte a contarme nada que no estés lista para decir, solo quiero que sepas que, si en algún momento sientes que necesitas hablar con alguien, bueno... que yo estoy aquí. Siempre.

Quiero responderle, pero tengo un nudo en la garganta y noto las lágrimas que arden en mis ojos. Nico es alucinante, de verdad. Es una de las personas más maravillosas que hay en este universo, y me conoce como nadie lo hace. Una vez más, sonrío al darme cuenta de la suerte que he tenido al encontrarle.

—Nico, yo...

—¡Ya estoy! —Anita viene corriendo hacia nosotros—. ¿Nos vamos o qué? —dice, saliendo por la puerta.

Nico y yo intercambiamos una mirada rápida y la seguimos. Anita no para de parlotear por el camino; al parecer, ha estado hablando con Julio hoy por Instagram y le ha pedido una cita (en palabras de Ana: "una quedada como amigos que se atraen que salen únicamente como excusa para liarse después"), así que van a ir juntos al cine el viernes.

—Nos abandonas —dice su hermano, dramáticamente—. Te parecerá bonito.

—Pues sí—contesta ella con una sonrisa.

Suelto una breve carcajada, aunque soy incapaz de centrarme en la conversación. Las palabras de Nico resuenan en mi cabeza: "si en algún momento sientes que necesitas hablar con alguien, bueno... que yo estoy aquí. Siempre". Lo cierto es que, en realidad, sí quiero decírselo. Quiero hablarle de ella, quiero que sepa que me hizo sonreír tanto como lo hacen ellos dos, que sepa que me estoy abriendo a gente nueva. así que saco el móvil y le escribo:

ayer conoci a una chica...

Guardo el móvil en el bolsillo, con las notificaciones activadas, a la espera de su respuesta. Mientras Anita habla, observo nerviosa como Nico saca su teléfono del bolsillo. Veo sus ojos ensancharse antes mi mensaje y sus dedos moverse a toda velocidad sobre el teclado. Cuando leo su mensaje, tengo que contenerme para no echarme a reír.

Aquel Espejo RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora