CAPITULO 8 OH, MI DIOS

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Despertó con el suave sonido de música

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Despertó con el suave sonido de música. Abrió los párpados a la vez que sentía a Lorenzo moverse estirando el brazo para alcanzar sobre la mesita de noche.-Cállate.-le gruñó a su radio despertador y volvió a envolverá con su brazo.

Ella gimió sintiendo que esto era a lo que llamaban paraíso.-Mnn, esto es vida.-

Le sintió tomar una profunda inspiración, su pecho elevándose con ella, sus pulmones llenándose de aire.-Lo es.-lo soltó despacio. Sus manos la recorrían perezosamente, subiendo y bajando en suaves caricias desde sus caderas, muslos.-Sobre todo cuando te tengo a ti llamándome Dios.-

Frunció el ceño, y levantó la cabeza de su pecho, mirándole.-No lo hice.-

Él le miró con esos ojos aun somnolientos.-Oh, sí que lo hiciste. Muchas veces.-

Se puso colorada.-Fue una expresión, Lorenzo. No te proclamaba un Dios. Aprende la diferencia, señor arrogante.-

Él rio entre dientes y le acarició con el pulgar el labio inferior.-De estos deliciosos labios salieron los más hermosos sonidos y sí, me llamaste tu Dios.-

Bufó.-Ya desearías, chico.-

-No necesito. Ya lo has hecho.-

Exhaló. No podía creer lo arrogante que era. -Woa, sí que la tienes grande, ¿eh?-

Le torció una sonrisa.-Ves, ahí tienes.-

-¡Lorenzo!-

Él se rió de ella de nuevo y la estrechó más cerca.

Le empujó.-No, apártate.- Los brazos de él se tensionaron manteniéndola atrapada. Forcejeó intentando deslizarse de sus brazos pero la giró colocándola encima de su cuerpo.-¡Suéltame!-

Mientras un brazo alrededor de su espalda la tenía sujeta, el otro hacia su descenso dejando un tras de agradables estremecimientos por su espalda. Apretó los labios reprimiendo un gemido al sentir su enorme mano agarrarle del culo y amasar con ganas uno de sus nalgas.

Rodeó su muslo con la mano separándoselo y alzando su rodilla por encima de las caderas de él. Su dedo buscó entrar en su vagina. Separó sus labios y él gimió.-Húmeda y caliente.-

-Para...-fue un falso intento de que lo hiciera porque no quería que en verdad lo hiciera.

Introdujo los dedos hasta el fondo, alcanzando su clítoris. Con la yema de su pulgar jugó con él, acariciándolo, presionándolo, frotándolo sin cesar como si estuviera descubriendo cómo funcionaba, mientras, ella se retorcía, a punto de desarmarse de placer. -Oh, Lorenzo...-gimió. Sumó otro dedo y juntos empezaron a impactar en su interior golpeando con fuerza su botón sensible. La espalda se le curvó, siguiendo con sus caderas el movimiento de sus dedos.-Oh, Lorenzo, oh, mi Dios...-

-Ves, ahí me tienes.-se burló con voz ronca por la excitación. Empujó más profundo jodiéndole ese punto ultra sensible.

Cerró sus manos, arañando su pecho con las uñas.-Dios, Lorenzo, por favor...-no sabía lo que pedía.

Venganza a la ItalianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora