CAPITULO 1 SOSPECHAS

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Empujó la puerta de cristal entrando al restaurante

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Empujó la puerta de cristal entrando al restaurante. Buscó con la mirada alrededor y la encontró sentada en una de las mesas del centro. Con una sonrisa, se dirigió a ella.

El lugar estaba repleto como habitual martes en la noche en que se reunían para cenar con unas copas de vino. Cuando llegó a la mesa notó que Stella ya se había ordenado una copa de vino. -Has empezado sin mí.-le tocó el hombro al pasar a la silla de enfrente. –Imperdonable.- bromeó riendo. Dejó el bolso en el suelo y mientras se acomodaba en la silla, su mirada se desvió involuntariamente a la barra donde los meseros se reunían, esperando, escribiendo recibos. Su ojo atrapó a Lorenzo, el dueño del restaurante, dándole órdenes a los meseros. Alto, moreno, con barba incipiente en su mandíbula cuadrada y cabello oscuro suelto y salvajes. Vestía unos pantalones oscuros con una ajustada camiseta negra que se tensaba alrededor de sus musculosos brazos y hombros, estaba abierta a la altura del pecho exponiendo pectorales perfectos y piel canela. La verdadera razón por la que su restaurante era tan popular. El tipo desprendía una belleza peligrosa e indomable que todas las femeninas querían montar.

Rápido regresó su atención a Stella que estaba por servirse otra copa de vino.

Frunció el ceño. Le agarró la botella de la mano y se la alejó.-Stee, cariño, ¿qué pasa, es tu misión convertirte en borracha esta noche? –dijo con humor enmascarando su preocupación.

Stella sacudió la cabeza haciendo que su larga melena de rizos rubios rebotaran a su alrededor.-Tengo sed, es todo.-estiró el brazo para que se la devolviera.

No lo hizo. Dejó la botella en la mesa cerca suyo como rehén, y la miró seria.-Stella, ¿Qué sucede?-

Stella sacudió la cabeza negando que algo pasara, pero luego lágrimas empezaron bajar por sus mejillas y rompió en llanto. Se cubrió el rostro con manos.

Se levantó de inmediato para ir a consolarla.–¿Qué pasa, Stee? –le pasó el brazo alrededor de su espalda. –Dime. Sabes que puedes contarme lo que sea.-

Los hombros de Stella temblaban y sacudían, llorando inconsolablemente. Se le rompía el corazón verla de ese modo.

No hubo sonido de sus pasos o algo que le delatara en absoluto, pero sintió su presencia aproximándosele, y sabía de inmediato quién era.

Le frotó el brazo a Stella susurrándole calmantes palabras. Una masculina mano con venas surcando de lo tan fuerte era, apareció a su lado sosteniendo una caja de pañuelos. Rodó internamente a la manera en que Lorenzo siempre parecía poder anticipar los movimientos o pensamientos de las personas. Era casi sobrenatural.

Tiró un par de veces del mechón de papel y se los pasó a Stella. Los tomó con mano temblorosa y se secó las lágrimas. Ella volvió el rostro a Lorenzo transmitiéndole con la mirada gracias y que ya estaba todo bien. Su habitual expresión feroz e inescrutable que hacía temblar a cualquiera, le devolvió la mirada y se dio la media vuelta regresando a trabajar. Era innegable la fuerte imponencia que generaba.

Venganza a la ItalianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora