CAPITULO 5 ESTO YA NO ES DE HERMANOS

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Salía de su departamento para ir a trabajar

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Salía de su departamento para ir a trabajar. Bajó la escalera guardando las llaves en la cartera, cuando alzó la vista y se detuvo en seco.

Al pie de la escalera, apoyado de espaldas en la baranda, estaba Lorenzo.

Su estúpido corazón comenzó a latirle deprisa, feliz y contento. Su mente repasándole con esos candentes momentos de la pasada noche. Hizo todo su esfuerzo para reprimir el agradable estremecimiento que le recorrió el cuerpo.

Terminó de bajar y le pasó de largo como si no estuviera allí. Oyó sus pisadas alcanzándole enseguida. Con esas largas piernas que tenía, podía dar dos pasos y dar la vuelta al mundo.

-Te estuve llamando.- le dijo, su voz sonó posesivo.

-Estaba ocupada.-respondió.

-¿Acosando a Dave y su novia?-

-Ajham.-

Silencio y su mano le agarró del brazo, deteniendo su rápido andar. La giró para que le mirara a la cara arrugada con su característico ceño.-¿Qué te pasa?-demandó.

-Nada.-bajó la mirada a su pecho, no queriendo que esos ojos la doblegaran.

-Rica.-le regañó.

-Estoy ocupada.-repitió y dio un paso atrás para alejarse, pero la mano de él se cerró con más fuerza en su brazo impidiéndole hacerlo.

-Rica.-su voz de nuevo amenazaba por una honesta respuesta.

-¿Qué quieres, Lorenzo?-

-Bueno, primero que me mires a los ojos.-con dos dedos le tomó el mentón, alzándoselo. Inevitablemente, sus ojos le buscaron y todo su interior se volvió fuego líquido. Su corazón se acelerado como un colibrí en primavera. Él le sonrió.-Eso es. Ahora, ¿Por qué no respondes a mis llamados?-

-Estoy...-la interrumpió:-No me hagas sacarte la verdad, Rica.-

Tragó saliva.

-Es la verdad.-

-¿Lo es?-

Se mordió la mejilla, sintiendo la fuerte amenaza que él desprendía.

-Vale.-dijo él y soltó su cara.- Entonces, no me dejas otra alternativa.-

De pronto, se dobló atrapándola con ambos brazos, alzándola del piso y lanzándola sobre su hombro. -¡Lorenzo!-

Su gran mano se curvó en su muslo por debajo de la falda. -Te lo advertí. No me gusta que me mientan. - empezó a caminar con ella.- Ahora no tengo más alternativa que sacarte la verdad con tortura.-

-¡¿Qué?!-exclamó horrorizada.

-Dulce tortura.-

Todos los que pasaban la miraban. Ella se cubrió el rostro con la mano a la vez que con la otra tiraba de su falda para que no vieran su ropa interior. La otra mano de él le palmeó apartándosela. –Lorenzo, bájame de una vez o te juro que...-

Venganza a la ItalianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora