El Ataque A La Escuela

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Era un día como cualquier otro en la escuela secundaria de Daniel, al menos en apariencia. El timbre había sonado, y los estudiantes se movían de un aula a otra, sus risas y conversaciones llenando los pasillos. Pero Daniel sentía una inquietud creciente, una sensación de peligro inminente que no podía ignorar.

Durante la clase de historia, mientras el profesor hablaba sobre antiguas civilizaciones, Daniel sintió un escalofrío recorrer su espalda. La luz del sol que entraba por las ventanas comenzó a oscurecerse, y un murmullo inquieto se propagó entre los estudiantes. Daniel miró por la ventana y vio que el cielo se había vuelto de un gris oscuro y opresivo, similar al día en que había visto a Asmodeo por primera vez.

El caos no tardó en desatarse. Un estruendo ensordecedor sacudió el edificio, y los gritos de los estudiantes resonaron por los pasillos. Las luces parpadearon y se apagaron, sumiendo la escuela en una penumbra inquietante. Daniel se levantó de su asiento, arrojando la silla al suelo sintiendo el corazón latiéndole con fuerza en el pecho. Sabía que estaba aquí.

- Todos, manténganse juntos y salgan en orden - gritó el profesor, tratando de mantener la calma, pero el pánico ya se había apoderado de los estudiantes.

Daniel salió corriendo del aula, sus sentidos en alerta máxima. El caos reinaba en los pasillos: estudiantes empujándose, tratando de escapar, mientras las paredes temblaban con cada nuevo impacto. Y allí, en medio de la confusión, Daniel vio la figura alta y oscura de Asmodeo, sus ojos ardientes observándolo con una mezcla de desprecio y curiosidad.

- Nos volvemos a ver, pequeño humano - dijo Asmodeo con una voz que resonó como un trueno en la escuela.

Daniel tragó saliva, su miedo palpable, pero también sintió una chispa de determinación. Sabía que debía enfrentarse a Asmodeo, no solo para protegerse a sí mismo, sino a todos los demás.

- ¡Déjalos en paz! - gritó Daniel, su voz temblando pero firme.

Asmodeo se rió, un sonido profundo y malévolo.
- ¿Y qué harás tú, niño? ¿Crees que puedes detenerme?

En ese momento, Daniel sintió una conexión, un tirón en su conciencia que lo llevó a mirar más allá de la apariencia demoníaca de Asmodeo. Algo en su don despertó, y pudo percibir una presencia diferente dentro del demonio, una luz atrapada en medio de la oscuridad.

- Azrael...- susurró Daniel, sus ojos abriéndose con asombro. Ahora entendía. El ángel caído estaba atrapado dentro del demonio, luchando por liberarse.

Asmodeo sintió el cambio en la percepción de Daniel y su expresión se oscureció.

- Así que puedes verlo - dijo con desdén - No importa. Ambos están condenados.

El demonio levantó una mano y una ráfaga de energía oscura se disparó hacia Daniel. El joven apenas tuvo tiempo de esquivarla, sintiendo el calor abrasador pasar a centímetros de él. El impacto destrozó una fila de casilleros, esparciendo metal y escombros por todas partes.

Daniel sabía que no podía enfrentarse físicamente a Asmodeo, pero su don le daba una ventaja. Intentó concentrarse en la luz que había visto, en la presencia de Azrael dentro del demonio.

- Azrael, sé que estás ahí. ¡Debes luchar! ¡Por favor Azrael!

Asmodeo rugió de rabia, lanzando otra descarga de energía oscura hacia Daniel. El joven se lanzó al suelo, rodando para evitar el ataque. Cada vez que se levantaba, veía más destrucción a su alrededor: paredes derrumbadas, llamas surgidas de los escombros, y estudiantes huyendo en pánico.

Pero en medio de ese caos, Daniel sentía la presencia de Azrael con más fuerza.

- Azrael, ¡puedes hacerlo! ¡Lucha contra él!

Dentro de su prisión mental, Azrael escuchó la voz de Daniel. La luz de su ser, debilitada pero persistente, comenzó a brillar con más intensidad. Sentía la fuerza del joven humano, su determinación, y eso le dio un nuevo impulso.

- Daniel...- la voz de Azrael resonó débilmente en la mente de Daniel - No puedo detenerlo solo... pero quizás juntos, podamos...

Daniel sintió un poder nuevo fluir a través de él, una conexión divina que nunca había experimentado antes. Su don, que hasta entonces había sido una intuición, ahora se manifestaba con una fuerza tangible. Sentía el dolor de Azrael, su desesperación, pero también su esperanza renovada.

Asmodeo se dio cuenta de lo que estaba pasando y redobló su ataque, lanzando ráfagas de energía y llamas hacia Daniel. Pero el joven, ahora imbuido con una fortaleza divina, logró esquivar los ataques con una agilidad sorprendente.

-¡No! - rugió Asmodeo, sintiendo su control sobre Azrael tambalearse - ¡No dejaré que esto suceda! ¡Él es mío!

Daniel se levantó, sintiendo el poder fluir a través de él.

- ¡Asmodeo, tu tiempo se acaba! - gritó, y con un gesto de su mano, proyectó una onda de energía luminosa hacia el demonio.

El impacto fue devastador. Asmodeo fue arrojado hacia atrás, golpeando contra la pared con una fuerza que hizo temblar el edificio. La luz que emanaba de Daniel comenzó a rodear al demonio, separando la oscuridad de la luz, debilitando las cadenas que mantenían a Azrael prisionero.

- ¡Esto no ha terminado! - rugió Asmodeo, antes de desvanecerse en una nube de sombras, llevándose a Azrael con él.

Daniel cayó de rodillas, exhausto pero victorioso. Sabía que la batalla no había terminado, pero había dado el primer paso. Había demostrado que podía enfrentarse a Asmodeo, y que podía ayudar a Azrael a liberarse. Respiraba bocanadas de aire con intensa desesperación.

Mientras los bomberos y las ambulancias llegaban para atender a los heridos y apagar las llamas, Daniel se levantó lentamente. Sabía que la lucha sería larga y difícil, pero ahora tenía una nueva determinación.

No estaba solo en esta batalla. Tenía un aliado en Azrael, y juntos, encontrarían la manera de derrotar a Asmodeo y restaurar la paz.

- Descuida Azrael, te liberaré de tu prisión. Los salvaré a todos de la maldad de Asmodeo.

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La luz de Seraphiel (Libro II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora