Desesperación

15 12 0
                                    

Daniel despertó esa mañana en su habitación sin saber cómo fue que llegó allí. Lo último que recordaba era estar volando por los aires con sus alas en plena noche, sintiendo intensos dolores físicos. A su vez sentía que Seraphiel se había comunicado con Gabriel.

Pero lo que más le dolía provocándole una angustia sofocante era saber que Azrael casi se había extinguido debido a un castigo absurdo de Gabriel.

Se incorporó con dificultad ya que podía percibir el dolor de su amigo estando atrapado en esa prisión de oscuridad. Su tia se había ido al trabajo dejándole una nota en la cual le indicaba donde le hubo dejado planta para que se compre algo de comer. Pero Daniel no tenía hambre. No obstante se obligó a desayunar.

Acabada su rutina diaria Daniel salió rumbo a la escuela. Tenía que conservar la fachada de vida normal, aunque lo que estuvo viviendo durante los últimos días no tenía nada de normal.

Durante su trayecto a clase vió a Asmodeo pero lo que vió lo sorprendió. Aquel demonio ya no tenía esa paciencia física horrorosa, más bien era perfecto, muy bien dotado y hermoso. Cómo el ángel que yacía en su interior.

Seraphiel lanzó destellos de alerta en la mente de Daniel al ver a Asmodeo, aunque solo fuesen por breves instantes.

Si el demonio tiene semejante aspecto ahora, significa que se adueñó por completo del cuerpo de Azrael. Eso solo puede suceder si...

Azrael dejó de existir ¿Verdad?

La voluntad de Azrael por sobrevivir es intensa, él sigue ahí solo que su conciencia se durmió.

— Ahora será mucho más difícil poder salvarlo. Pero le prometí no rendirme. Los protegeré a todos de esa maldad.

Ambos lo haremos Daniel, tú y yo. 

En esos momentos los pensamientos de Daniel fueron interrumpidos por la explosión repentina de un auto bomba cuya onda expansiva fue destruyendo todo a su paso. Los gritos y corridas se sucedieron al instante. Otros autos bombas iban explotando, valonado por los aires para caer al suelo ocasionando desastres.

Cuando la torre de uno de los edificios explotó Daniel mismo se cubrió la cabeza de los posibles escombros que podrían llegar a él. Dicho edificio empezó a desboronarse como si estuviese derritiéndose, cubriendo de una cortina de polvo a su alrededor.

Daniel se cubrió la nariz y la boca al tiempo que buscaba con la vista el origen de dicha catástrofe en medio del caos que se había desatado por todo el lugar. Sirenas de ambulancias se escuchaban a la distancia.

Daniel sentía su presencia, era Asmodeo en todo su esplendor que se alimentaba de la desesperación y desolación de los demás. Sus ojos se encontraron con los de Asmodeo cuando menos se lo esperó.

El demonio tenía la piel roja al completo, su esbelto y hermoso cuerpo resaltaba en ese tono de su piel. Sus largos y sedosos cabellos de un negro intenso, junto a su oscura mirada color violeta. Aquellas magníficas alas negras desplegadas hacia ambos costados, el demonio las mostraba con intenso orgullo.

Llevaba puesto un pantalón negro ajustado nada más, permanecía descanzo y tenía el torso desnudo. Descalzo. Sus uñas tan negras como sus alas y sus cabellos. Pero su rostro era el de Azrael mismo, hermoso y perfecto. Una belleza demoníaca. Era un demonio diferente.

¿Azrael? ¿En verdad eres tú?

Daniel, muchacho ingenuo. Soy Asmodeo.

La voz del demonio era más suave y cantarina, una mezcla del ángel y del demonio mismo. Daniel no podía creer lo que veía, nada lo había preparado para ello. Estaba contemplando la definitiva caída de Azrael.

La luz de Seraphiel (Libro II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora