La ciudad, aún envuelta en la penumbra, parecía un espejo de las almas que la habitaban, luchando entre la luz y la oscuridad. En este escenario desolado, Asmodeo caminaba entre los humanos, un príncipe de las sombras en busca de más seguidores para su ejército de caos.
Asmodeo, con su presencia imponente, susurraba promesas de poder y venganza a los corazones quebrantados, infundiéndoles una oscura determinación. Sus ojos violeta observaban con satisfacción mientras los demonios tomaban posesión de sus víctimas, convirtiendo a los humanos en marionetas de su voluntad.
Desde las esquinas oscuras, los poseídos comenzaban su danza macabra, sembrando el caos en cada rincón. Las luces de la ciudad parpadeaban, apagándose una a una, mientras el miedo y la desesperación se apoderaban de los corazones humanos.
En la iglesia abandonada, Daniel y Ana sentían la creciente marea de oscuridad. Daniel, siempre en sintonía con la luz, percibía el dolor de Seraphiel, su ángel guardián. El vínculo entre Seraphiel y Azrael era tan profundo que su amor se convertía en una espada de doble filo, capaz de herir tanto como de sanar.
Seraphiel, envuelto en una tormenta de emociones, observaba impotente cómo Azrael se sumergía más en la oscuridad. El amor que sentía por Azrael era como una llama ardiente, iluminando su camino pero también consumiéndolo. Cada acto de maldad de Azrael era una daga en su corazón celestial, un recordatorio de la pureza perdida y el amor traicionado.
Daniel, conectado a Seraphiel, comenzó a sentir el dolor de su ángel. En sus sueños, veía visiones de Azrael, un ángel de belleza oscura y melancólica, atrapado entre su amor por Seraphiel y su rencor hacia Gabriel. Daniel despertaba cada noche con lágrimas en los ojos, sintiendo la desesperación y el amor no correspondido de Seraphiel como si fueran propios.
Una noche, mientras la luna llena bañaba la ciudad con su luz fría, Daniel se encontró a sí mismo en un sueño lúcido. Caminaba por un bosque de sombras, guiado por una luz dorada que reconoció como la de Seraphiel. En el corazón del bosque, encontró a Seraphiel, arrodillado y llorando, sus lágrimas transformándose en estrellas fugaces que iluminaban la oscuridad.
- Seraphiel - susurró Daniel, extendiendo una mano - ¿Por qué lloras amigo?
- Lloro por el amor perdido y la esperanza traicionada - respondió Seraphiel, su voz resonando como un eco en la vastedad del bosque.
Daniel sintió un nudo en la garganta, comprendiendo el peso del amor de Seraphiel por Azrael y el dolor que este amor le causaba. Decidió que haría todo lo posible por ayudar a su ángel guardián, aunque eso significara enfrentarse a la oscuridad misma.
Mientras tanto, en el corazón de la ciudad, Asmodeo se regodeaba en el caos que había creado. Los humanos poseídos, ahora sus peones, extendían el terror y la destrucción con una eficiencia implacable. Sus ojos violetas brillaban con malicia mientras observaba el sufrimiento y la desesperación a su alrededor.
Azrael, aunque atrapado en su propio abismo de dolor, no podía ignorar completamente la conexión que aún sentía con Seraphiel. En sus momentos de soledad, recordaba las palabras suaves y las promesas de amor eterno que habían compartido. Su corazón, aunque endurecido por la traición, aún latía con la esperanza de redención.
Una noche, mientras Asmodeo se regocijaba en su trono de sombras, Azrael sintió una punzada de luz en su interior. La imagen de Seraphiel, llorando en el bosque de sombras, se materializó en su mente. Por un instante, el amor que sentía por Seraphiel brilló con fuerza, atravesando las barreras de oscuridad que lo rodeaban.
- Azrael, vuelve a mí - susurró la voz de Seraphiel, cargada de amor y esperanza.
Azrael cerró los ojos, sintiendo cómo las sombras retrocedían ante el poder de ese amor. Pero el dolor y la traición aún pesaban en su corazón, impidiéndole dar el paso hacia la redención.
- No puedo, Seraphiel. No después de todo lo que ha pasado - murmuró Azrael, sus palabras llenas de agonía.
La batalla interna de Azrael continuaba, reflejándose en el mundo humano a través del caos sembrado por Asmodeo. Seraphiel, con el apoyo de Daniel y Ana, sabía que la lucha sería ardua, pero el amor verdadero nunca se rendía. La luz y la esperanza seguían brillando, incluso en los rincones más oscuros de la existencia.
El amanecer trajo un nuevo día, lleno de desafíos pero también de oportunidades. Daniel y Ana, fortalecidos por su determinación, se prepararon para enfrentar las fuerzas de Asmodeo. Sabían que, con Seraphiel a su lado y el amor como su guía, podían superar cualquier oscuridad.
Y así, la lucha por la redención y la esperanza continuaba, en un mundo donde la luz y la oscuridad estaban en constante batalla, y donde el amor verdadero siempre encontraba una manera de brillar.
Todos habían vuelto a sus casas volviendo a vivir sus vidas. Ignorantes de la dura batalla contra el mal que se desarrollaba allí mismo. Daniel y Ana entraron al colegio esa madrugada fingiendo vivir sus vidas con normalidad.
¿Desde cuándo amas a Azrael?
Desde eones, antes de que ese demonio me matará. Ambos admirabamos a Gabriel.
Cuando Seraphiel dejó de existir debido al demonio que lo exterminó Azrael se refugió más que nunca en la amistad con Gabriel para poder soportar la perdida se su amado Seraphiel.
Ahora, tiempo después, Seraphiel regresó dentro del cuerpo de Daniel mientras que Azrael sufría un brutal castigo por parte de su querido amigo y hermano mayor Gabriel.
Seraphiel padece aquello, sufre intensamente debido a la actitud de Azrael y su decisión de permanecer en la oscuridad está vez por voluntad propia.
Azrael por favor regresa a mí, vuelve a la luz.
ESTÁS LEYENDO
La luz de Seraphiel (Libro II)
FantasySAGA ARCÁNGEL (TOMO II) En un mundo donde los cielos y el inframundo están en constante batalla, "La Luz de Seraphiel" narra la épica historia de Daniel, un humano ordinario que se convierte en el recipiente del ángel Seraphiel. Juntos, deben enfren...