La Curación Del Alma

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Mientras los primeros rayos del amanecer bañaban el mundo exterior, el interior del edificio aún resonaba con los ecos de la reciente batalla. Azrael, con su corazón latiendo con fuerza, sostuvo a Seraphiel en sus brazos. La luz dorada que envolvía a ambos era un contraste con la oscuridad que acababan de vencer.

Azrael miró a Seraphiel, su expresión una mezcla de amor y desesperación. Acarició suavemente el rostro del ángel, sus dedos temblorosos al sentir la fragilidad de su amado.

—Seraphiel, mi luz, —susurró Azrael, su voz quebrándose—. No puedo soportar verte así. Te amo tanto. Déjame curarte con mi amor.

Seraphiel, aún débil, abrió sus ojos con esfuerzo. Los suyos encontraron los de Azrael, y en ese momento, una conexión profunda y eterna se manifestó entre ellos. Sus almas se tocaron, y el amor de Azrael fluyó como un río de luz, inundando cada herida, cada rincón oscuro del ser de Seraphiel.

El dolor que Seraphiel había sentido comenzó a desvanecerse, reemplazado por una calidez sanadora. Cada susurro de amor, cada lágrima derramada por Azrael era una caricia para su alma herida. Las sombras que habían intentado consumirlo retrocedieron ante la fuerza pura y desinteresada del amor de Azrael.

—Azrael, —dijo Seraphiel, su voz un susurro lleno de gratitud—. Tu amor me da la fuerza para seguir. Me da vida.

Azrael inclinó su frente contra la de Seraphiel, sus lágrimas cayendo como un manantial purificador. Sentía la desesperación transformarse en esperanza, el dolor en una resolución inquebrantable. Mientras sus corazones latían al unísono, la luz que los rodeaba se intensificó, sanando las heridas más profundas y restaurando la esencia de Seraphiel.

—Nunca te dejaré ir, —prometió Azrael, su voz firme y llena de amor—. Juntos somos invencibles. Siempre te protegeré, mi querido Seraphiel.

La luz continuó envolviéndolos, cada momento juntos reforzaba su vínculo. Seraphiel sintió sus fuerzas renovarse, su ser angelical restaurarse por completo gracias al amor incondicional de Azrael. Sus heridas, tanto físicas como espirituales, comenzaron a sanar, dejando cicatrices que serían recordatorios de su lucha, pero también de su victoria conjunta.

Azrael lo miró con adoración y devoción, su amor más fuerte que nunca. En ese momento, entendieron que su unión no solo los hacía más fuertes, sino que era la clave para enfrentar cualquier oscuridad que se presentara.

—Te amo, Azrael, —dijo Seraphiel con una sonrisa débil pero llena de sinceridad—. Gracias por salvarme, por amarme.

—Y yo a ti, Seraphiel, —respondió Azrael, besando suavemente sus labios—. Juntos, siempre.

La luz del amanecer los envolvía mientras se abrazaban, sanando no solo sus cuerpos sino también sus almas. En ese abrazo, encontraron la fortaleza para seguir adelante, la promesa de un futuro donde su amor sería su escudo y su espada.

Daniel, aún inconsciente, comenzó a mostrar signos de recuperación. Su respiración se hizo más regular, y su rostro, aunque pálido, recobró algo de color. Seraphiel, sintiendo el cambio en su compañero humano, miró a Azrael con esperanza renovada.

—Está mejorando, —dijo Seraphiel, su voz llena de alivio— Gracias a ti, Azrael.

Azrael asintió, sus ojos brillando con determinación.
—Lo sacaremos de esto. Juntos.

Con cuidado, levantaron a Daniel, apoyándolo entre ambos. La conexión entre los tres era palpable, una corriente de energía que fluía de uno a otro, fortaleciendo sus lazos.

Azrael, con su amor por Seraphiel y su deseo de proteger a Daniel, y Seraphiel, con su gratitud y devoción por Azrael y su compromiso con Daniel, encontraron en esa unión una fuente inagotable de poder.

—Vamos a casa, —dijo Azrael suavemente, guiando a sus compañeros hacia la salida del edificio destrozado.

Mientras caminaban, la luz del amanecer se filtraba a través de los escombros, bañándolos en un resplandor cálido y esperanzador. Cada paso que daban era un símbolo de su resiliencia, de su capacidad para superar cualquier adversidad.

Finalmente, emergieron al aire libre, dejando atrás la oscuridad y el caos. El mundo exterior parecía más brillante, más lleno de vida. Azrael y Seraphiel se miraron, una promesa silenciosa de amor y protección pasando entre ellos.

—Hemos vencido a la oscuridad esta vez, —dijo Azrael—. Y lo haremos siempre que sea necesario. Está vez es en serio.

—Porque nuestro amor es nuestra mayor fuerza, —respondió Seraphiel, tomando la mano de Azrael.

Y así, bajo el cielo despejado y la luz del nuevo día, se encaminaron hacia un futuro incierto pero lleno de esperanza.

Unidos por un amor que había superado la prueba más dura, estaban listos para enfrentar cualquier cosa que viniera. Juntos, eran invencibles.

Daniel había recobrado el conocimiento, sabía todo y a decir verdad se sentía algo temeroso de la oscuridad ya que jamás había experimentado algo tan aterrador.

Seraphiel

Murmuró temeroso debido a que no quería perderlo por nada del mundo.

Aquí estoy Daniel

¿Estás mejor amigo?

Por supuesto y todo gracias a Azrael.

Seraphiel estaba dentro del cuerpo de Daniel totalmente recuperado. En esos momentos Azrael hizo desaparecer sus alas de su espalda volviéndose visible para los humanos. Daniel se asombró bastante en verdad.

— Por eso desaparecí estos tres días — dijo Azrael a Daniel y a Seraphiel — Estaba con Gabriel pidiéndole permiso para vivir en la tierra como un humano sin dejar de lado mi escencia. Nos llevó tres días adaptar mi cuerpo a este mundo.

— ¿Significa que no te irás de nuestro lado nunca más?
— Así es
— ¡Genial! A Seraphiel le dá mucha alegría saberlo.

Azrael lo abrazó sin dejar de caminar, sabía que Daniel era la parte humana de su amado Seraphiel. Daniel se alegró ya que no estaría solo con Azrael a su lado como humano y angel a la vez.

Las alas de Azrael eran casi blancas pero aún tenía plumas negras en ella. Gabriel mismo sabía que debía seguir el camino de la redención. 

En cuanto a Seraphiel, debía recuperarse debido a que esa prisión oscura en verdad era letal. Ningún ángel sobrevivió, Seraphiel fue el primero gracias al intenso poder de Azrael que llegó a tiempo para salvarlo.

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La luz de Seraphiel (Libro II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora