Después de mi encuentro con Evangeline, mi mente no dejaba de girar en un torbellino de pensamientos y emociones que me envolvían como una tormenta. La revelación de un amor prohibido con una vampira, de una eternidad compartida en un destino oscuro, despertaba en mí tanto miedo como una atracción innegable. ¿Cómo podría aceptar algo tan inquietante y desconocido? Y si lo hacía, ¿qué significaría eso para mi vida y el mundo tal como lo conocía?
Las horas transcurrían mientras mi mente no hallaba descanso. Las preguntas surgían sin cesar, multiplicándose con cada momento que pasaba. No solo pensaba en Evangeline, sino también en aquel hombre misterioso que había desaparecido frente a mí, un hombre que, extrañamente, parecía ser una versión de mí mismo, como si nuestros destinos estuvieran conectados de una manera que aún no comprendía. ¿Quién era él? ¿Qué vínculo había entre nosotros?
Necesitaba respuestas. Esa necesidad me empujaba a seguir adelante, ignorando el miedo que retumbaba en mi pecho.
Así fue como decidí regresar a la mansión. La misma mansión que albergaba esos secretos oscuros que ahora parecían formar parte de mi destino. Al caer la noche, el bosque que rodeaba el lugar estaba cubierto por una neblina espesa, susurrante y pesada, como si la naturaleza misma quisiera advertirme del peligro que me aguardaba. Pero nada podía detenerme. Mi determinación era tan fuerte como el miedo que me impulsaba.
El viejo caserón se alzaba ante mí, lúgubre y solitario bajo la luz tenue de la luna. La oscuridad envolvía cada rincón, y el aire olía a humedad y olvido, como si el tiempo se hubiese detenido dentro de sus paredes.
Cuando entré, la atmósfera era sofocante. La sensación de que algo más grande que yo mismo estaba por suceder me oprimía el pecho. Y entonces, la vi. Evangeline.
Ella estaba de pie en el mismo lugar en el que la había visto por última vez, junto a una ventana donde la luz de la luna acariciaba su rostro pálido y sus largos cabellos oscuros. Había algo diferente en su mirada esta vez, algo que me hizo detenerme por un momento. Un aire de expectativa, una calma inquietante que aumentaba mi confusión.
—Has vuelto —dijo con una voz suave que parecía resonar en toda la sala, como si el eco de sus palabras quedara suspendido en el aire.
Asentí con la cabeza, consciente de que ella siempre había sabido que yo volvería. Mi mente seguía atada a la necesidad de entender lo que me estaba ocurriendo.
—Necesito respuestas —logré decir, con la voz cargada de la ansiedad que me consumía—. Quiero saber quién eres realmente. Quiero entender qué está pasando conmigo... y por qué.
Evangeline se acercó lentamente, cada uno de sus movimientos era calculado, casi hipnótico. Sentí su presencia envolviéndome, como una sombra oscura que me atraía sin remedio.
—La verdad es más compleja de lo que imaginas —respondió, su tono era sereno, pero cada palabra parecía llevar consigo un peso inimaginable—. Pero antes de que la verdad te sea revelada, debes tomar una decisión.
Mi corazón comenzó a latir más rápido. Sabía que esta elección sería definitiva. Todo mi ser se estremecía ante la posibilidad de lo que ella estaba por decir.
—¿Qué clase de decisión? —pregunté, aunque en el fondo ya presentía la respuesta.
Evangeline me miró fijamente, sus ojos verdes brillaban con una intensidad que casi me hacía olvidar todo lo demás.
—Debes elegir si estás dispuesto a sellar el pacto oscuro que nos une —susurró, sus palabras resonando en la quietud de la habitación—. Solo entonces conocerás la verdad sobre quién eres y cuál es tu destino.
Un escalofrío recorrió mi columna vertebral. Me sentía atrapado entre dos fuerzas opuestas: el deseo de saber la verdad y el miedo de lo que significaría aceptar aquel pacto. Si lo hacía, no habría vuelta atrás. Pero si no lo hacía, las preguntas que me atormentaban nunca encontrarían respuestas.
—¿Qué implica ese pacto? —dije, tratando de mantener la calma.
—Un lazo eterno —dijo ella con voz firme—. Uno que no solo unirá nuestras vidas, sino también nuestras almas, en una unión que trasciende el tiempo y el espacio. Serás mío, y yo seré tuya. Pero no será fácil, ni tampoco sin consecuencias. —Hizo una pausa y agregó—. Compartiremos una eternidad de placer, pero también de dolor y oscuridad.
Mis pensamientos se arremolinaban, desbordándose en un caos de dudas y confusión. ¿Podría aceptar un destino así? ¿Podría unir mi vida con la de una criatura de la noche como Evangeline, y abandonar para siempre la normalidad que conocía?
Sabía que la decisión estaba en mis manos. Solo yo podía elegir mi futuro, pero ese futuro parecía más incierto que nunca.
. . .
El silencio se apoderó del ambiente mientras luchaba internamente. Cada fibra de mi ser parecía dividida entre dos opciones imposibles. Por un lado, la promesa de una vida eterna junto a Evangeline me llenaba de temor y deseo a la vez. Por otro lado, la posibilidad de renunciar a ella y volver a una existencia vacía, llena de incertidumbres, me aterrorizaba aún más.
No sabía si era el deseo de conocimiento o la atracción inexplicable que sentía hacia Evangeline lo que me llevó a hablar, pero finalmente las palabras salieron de mis labios.
—Estoy listo —dije en un susurro que apenas reconocí como propio—. Acepto el pacto.
Un destello fugaz de satisfacción cruzó el rostro de Evangeline, y sus labios se curvaron en una sonrisa enigmática.
—Has tomado la decisión correcta —respondió ella, acercándose aún más a mí, hasta que casi podía sentir el frío de su piel—. Ahora, la verdad será revelada.
Sus manos se elevaron hacia mi rostro, y con un toque suave y frío como la niebla, me atrajo hacia ella. Un cosquilleo eléctrico recorrió mi cuerpo cuando nuestras pieles se rozaron, como si un vínculo invisible comenzara a formarse entre nosotros.
—El pacto oscuro que acabas de sellar tiene un poder ancestral —comenzó a explicar, su voz resonando como un eco en mi mente—. Es un lazo que nos une a través de todas las barreras conocidas, atándonos a un destino que ni siquiera nosotros podemos desentrañar por completo.
Mis pensamientos se arremolinaron. Trataba de asimilar lo que decía, de entender las implicaciones de lo que acababa de aceptar. Un lazo eterno con una vampira. Un destino compartido. No habría marcha atrás.
—¿Y qué significa todo esto para mí? —pregunté, apenas capaz de contener el nerviosismo que me embargaba.
Evangeline me miró con esos ojos que parecían conocer todos mis secretos, todas mis dudas.
—Significa que ya no eres el mismo hombre que eras antes de este pacto —respondió con solemnidad—. Ahora, perteneces al mundo de las sombras. Juntos, recorreremos los rincones más oscuros de la noche, exploraremos lo desconocido y desentrañaremos los secretos más antiguos del universo.
Mis manos temblaban, mi mente luchaba por comprender el alcance de lo que acababa de sellar con mi consentimiento. Pero algo en lo profundo de mí sabía que no había escapatoria, que este era el destino que había sido trazado para mí desde el principio.
Una parte de mí sentía miedo, pero otra se sentía extrañamente liberada. Sabía que mi vida nunca volvería a ser la misma.
—Entonces, adelante —dije, finalmente aceptando lo inevitable—. Estoy listo para lo que venga.
Y con esas palabras, sellé mi destino, consciente de que no había vuelta atrás.
4o
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VAMPIRA....[T/N]
VampireUn pueblo el cual es para turistas, que esconde un pasado de horror