El bosque se extendía ante mí como un océano verde y denso, pero cada rincón parecía torcido, oscuro, incluso bajo la luz del sol que se filtraba a través de las ramas. No podía moverme, apenas sentía mi cuerpo, y todo lo que quedaba en mi mente era una sensación de confusión y sufrimiento. Los lobos me habían arrastrado hasta este rincón olvidado del mundo, y ahora me encontraba solo, completamente perdido en medio de la vegetación que parecía susurrar mi muerte. Sentía la humedad de la tierra bajo mí, la brisa leve que acariciaba mi piel desgarrada y exhausta. Pero lo peor era el silencio.
El dolor que sentía no era solo físico. Mi cuerpo estaba destrozado, sí, pero lo que me asfixiaba era un dolor más profundo, uno que ni la sangre ni la muerte podían aliviar. Me habían dejado allí, como un desecho, sin ningún propósito, y por primera vez en mucho tiempo, me pregunté si realmente quería seguir existiendo como lo que era.
Cuando intenté moverme, me di cuenta de lo poco que quedaba de mí. Cada músculo estaba débil, cada hueso temblaba con el esfuerzo, y aun así, mis labios se abrieron para decir su nombre. "Evangeline..." La palabra salió apenas como un susurro, arrastrada por la brisa del bosque, pero sin respuesta. Ella no estaba aquí. No vendría. La soledad de ese momento se apoderó de mí, y una duda oscura y aplastante comenzó a devorarme desde dentro.
¿Por qué había aceptado esta vida? ¿Por qué había abrazado la oscuridad, el caos y el placer salvaje que Evangeline me había ofrecido? Cuando me convertí en vampiro, lo hice buscando algo más, algo que en mi vida humana jamás pude alcanzar. Poder, tal vez. El control absoluto sobre mí mismo y sobre el destino de los demás. Quería sentirme vivo, fuerte, imparable. Pero ahora, tirado en este rincón solitario, me pregunté si alguna vez lo había logrado realmente.
La lluvia comenzó a caer lentamente, las gotas se estrellaban contra mi rostro con suavidad, rodando por mi piel pálida y quebrada. Las sentí en mis labios, como si la naturaleza intentara devolverme algo de lo que había perdido, pero la verdad es que ya no había nada que pudieran devolverme. Había dejado de ser humano hacía tanto tiempo que la sensación de frescura en la lluvia me resultaba casi extraña, como si mi cuerpo estuviera negando esa experiencia, aferrado a una existencia que ni siquiera comprendía del todo.
Abrí los ojos con esfuerzo y vi el cielo nublado, gris y pesado, reflejando el estado de mi mente. No había nadie a mi alrededor. Ni los lobos que me habían traído aquí, ni Evangeline, ni cualquier otra criatura que pudiera entender lo que estaba sintiendo. Solo quedaba el silencio del bosque y el eco de mi propia confusión resonando en mi cabeza.
Intenté nuevamente pronunciar su nombre, pero esta vez fue más difícil. Mi voz se rompió, se apagó antes de que pudiera completar el sonido. La realidad me golpeó como una bofetada. Quizás, ella no vendría. Quizás, incluso Evangeline, en su frialdad eterna, había decidido que ya no valía la pena. El lazo que creía tener con ella, esa conexión profunda que pensaba que nos unía a través de la sangre y el deseo, tal vez no era más que una ilusión.
Mientras yacía allí, me enfrenté a algo que no había permitido entrar en mi mente desde que me convertí: el arrepentimiento. Había permitido que esta oscuridad me consumiera, me arrastrara a un abismo de violencia y placer retorcido. Había matado, torturado y me había deleitado en el sufrimiento ajeno, porque en algún lugar profundo, creía que eso me haría sentir algo verdadero. Pero ahora, mientras me aferraba al último resquicio de vida, me di cuenta de lo vacía que era esa búsqueda.
¿Por qué me había convertido en un vampiro? Esa era la pregunta que me rondaba ahora, una pregunta que nunca me había hecho antes. ¿Había sido realmente por poder? ¿O había sido simplemente porque no sabía qué más hacer con mi existencia? Había vivido una vida humana mediocre, siempre sintiéndome impotente, incapaz de alcanzar mis sueños o de mantenerme firme frente a las adversidades. Y luego apareció Evangeline, con su seducción y promesas de eternidad, y como un idiota, me entregué sin pensarlo dos veces.
Pero ahora, bajo el cielo gris, comprendía lo que eso significaba realmente. No era poder lo que había obtenido, sino una condena. Una condena a vivir siempre con la sed insaciable, con el dolor de la pérdida constante, y con el vacío que ningún acto de violencia o placer podría llenar jamás.
Mis pensamientos se volvieron más oscuros a medida que la lluvia continuaba cayendo, empapando mi cuerpo y la tierra alrededor de mí. Había algo casi poético en esto: un vampiro, una criatura que ya estaba muerta, enfrentándose a la muerte de nuevo, pero esta vez de una forma más profunda, más dolorosa. No era la muerte física lo que temía, sino la muerte de mi alma, de cualquier rastro de humanidad que pudiera haber quedado en mí.
"¿Por qué?" Susurré al aire, sin esperar una respuesta. "¿Por qué elegí esto?"
Y en el silencio que siguió, entendí que no había una respuesta clara. Tal vez no había una razón en absoluto. Tal vez simplemente había sido un cobarde, demasiado asustado para enfrentar la realidad de mi vida, y demasiado tentado por la falsa promesa de Evangeline. Pero, ¿qué había ganado al final? Una existencia solitaria, llena de muerte y destrucción.
Con cada minuto que pasaba, mi cuerpo recobraba algo de su fuerza vampírica. Podía sentir cómo las heridas comenzaban a sanar, cómo la energía regresaba lentamente a mis músculos. Pero esa fuerza física solo acentuaba el vacío dentro de mí. ¿De qué servía ser fuerte si no había propósito? ¿De qué servía la inmortalidad si todo lo que traía consigo era sufrimiento?
Intenté una vez más levantarme, luchando contra la sensación de derrota que se cernía sobre mí. Evangeline o no, debía seguir adelante. Tal vez no entendía por qué había elegido este camino, pero ahora que estaba en él, solo había dos opciones: seguir cayendo en la oscuridad o intentar encontrar algo más, algo que le diera sentido a esta maldita existencia.
Mientras me alejaba del lugar donde los lobos me habían dejado, me hice una promesa silenciosa: si iba a ser un vampiro, entonces sería algo más que un simple esclavo de mis deseos. Tal vez no podía deshacer lo que había hecho, pero aún tenía el control de mi futuro.
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VAMPIRA....[T/N]
VampiroUn pueblo el cual es para turistas, que esconde un pasado de horror