Capítulo 3

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Suelto una risa nerviosa a lo que me acaba de confesar.

¿Mi prometido?

Pero este chico no tiene pinta de Demonio

Para nada...

Lo miro y no puedo evitar alzar una ceja con un poco de ironía. Estas cosas solo me pasan a mí.

- ¿Cómo entraste? – ignoro mi nerviosismo y mis miles de preguntas me las trago.

- ¿Acaso eso importa? – me dice con picardía.

Debería estar asustada. Pero por alguna extraña razón no me siento así sino... Nerviosa.

Okey, esto ya me empezó a dar miedo.

No debería estar así ¿O sí?

A ver, tengo a mi prometido- demonio, en el cuarto de Hanna. No se como entro ni que hace aquí.

Aunque ya me puedo hacer una idea

Lo miro, ahora que me doy cuenta tiene un aura algo... Extraña.

-No s, dímelo tu – le señalo – Apareciste de la nada y todavía no me has dicho a que has venido.

El me vuelve a mirar con curiosidad, igual que lo había antes, pero esta vez veo un destello de fascinación.

- ¿Puedo preguntar cómo es posible que no estes asustada? ¿O que estes rezando, pidiéndole a alguien que te saque de esta situación?

-Ese alguien se llama Dios – le corrijo – Y respecto hacia tu otra pregunta, pues todavía no lo tengo claro. Creo que es porque te veo como un humano y no como una criatura... Supongo.

El enarca una ceja, con expresión divertida en el rostro.

Yo intento ignorarlo, buscando las cosas que me faltan para irme.

- ¿A dónde vas? – pregunta.

Me doy la vuelta y lo encuentro curioseando en toda la habitación haciendo desastre.

¿Esta será mi vida ahora?

-A la universidad, no porque tu amiga te haya vendido a un demonio, significa que el mundo no siga girando – digo con ironía.

- ¿Cómo es posible que hace unos minutos estabas muerta de pánico y ahora estas tan tranquila?

Buena pregunta. Yo misma no lo sabía.

¿Valentía tal vez? No lo creo.

¿Entonces que era aquello que me estaba pasando? ¿Acaso era bipolar?

Me encojo de hombros dándole una respuesta, aunque yo no tuviera ninguna.

-Creo que eres interesante – lo miro sin entender – Creo que serán unos meses entretenidos.

El no me da respuestas sobre sus palabras y yo no pienso preguntar.

Sigo en lo mío y pienso en que demonios me metí.

Mi pregunta más frecuente era Liam

¿Qué hare con él? No podía dejarlo, no quería dejarlo.

Cada vez que lo pienso más, más rabia inunda en mí.

Sigo sin saber que estaba pensando Hanna. Y también yo, por juntarme con gente tan rara. ¿Acaso no ve que me destruyo completamente? Todo esto parece un mal sueño, y rezo para que sea así y pueda despertar pronto de él.

Veo mi chat con Liam y descubro que tengo 3 llamadas perdidas y 10 mensajes de texto.

¿Qué paso?

La seducción del DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora