2:Argent [El origen de la muñeca]

Capítulo 18

"Soy Humana" -Shein.

-¡De nuevo!.

El saco en frente de mí se mueve debido a los golpes que le he dado. Bañada en sudor, agotada. Me encuentro en la mansión Argent. En un gimnasio que el señor Argent instaló hace mucho, el que se localiza al lado oeste de la casa.

-He dado diez ganchos -respondo jadeante.

Las temperaturas están peor que en el infierno. El cuerpo sin energía, sufriendo de taquicardia, la visión ardiendo por el cansancio. Deseo ducharme con agua y hielo, comer, y dormir hasta nunca.

-No son lo suficientemente ágiles -dice con ese tono de desaprobación-. Hace ocho golpes ya te hubieran cortado la yugular y hubieras muerto desangrada.

Respira, respira

Incluso eso me dolía. Era cómo llenar mis pulmones de fuego, quemando mi interior con el trayecto. Muerdo mi labio y cierro mis ojos para evitar el llanto. Últimamente me resultaba más fácil hacerlo. No lloraba tanto. Reducí las lágrimas, así como encerré las emociones en una caja.

A la que cerré con un candado y tiré la llave a ciegas

Elevo los puños hasta la altura de mi rostro, a una distancia donde, si bloqueo no me rompa la nariz, ni mucho menos, dé acceso a que los quiten y me rompan la nariz.

Una bocana profunda, tomando el vapor para ingresarlo a mi sistema. Exhalo. Y vuelvo a dar los golpes.

Derecha, derecha, izquierda, derecha, izquierda, izquierda, gancho de lado izquierdo, repitiendo y cambiando la rutina de puños.

-¡Mueve lo pies!.

Danzo hacia los lados, un pie delante del otro, dando pequeños saltos, renuevo la rutina, y siento que las defensas se van al suelo. Las de mi práctica, como las de mi cuerpo.

-¿Te dije que bajaras la guardia?.

-Estoy mareada -susurro con la cabeza dando vueltas.

-¿Cómo?.

-Me siento mal -musito en un sollozo.

Flaqueo, yéndome al suelo directamente. Las rodillas golpean el suelo sin cuidado, mis manos se apoyan al suelo del ring, el frío se apodera desde la punta de mis dedos del pie, llegando a mis manos. Sudo, más de lo que estaba. Mis labios se resecan, y sé que me voy a desmayar.

-Escuchame -pide delante de mí-. Piensa en algo.

¿En qué mierda puedo pensar?

Quiero dormir

-Ya no aguanto más.

-Si puedes -me regaña para sujetar mi mentón-. Levántate.

Niego con párpados débiles

Las náuseas se manifiestan y las ganas de correr al baño y desecharlo, crecen, pero, si me levanto, terminaré de agonizar por completo. Así que, no me queda más que esperar dos opciones.

O dejar que pase

Lo cual, dudo mucho

O

Esperar a desmayarme

Lo que es más probable en este instante

-¿Jamás seré suficiente para usted? -la carcoma de saber por tantas exigencias, me quitaba el sueño.

Hacía todo, absolutamente todo lo que pedían. Las clases. Las torturas. Los entrenamientos dentro y fuera de la organización. Las lecciones. Las mentiras. Los secretos. Me estaba colapsando.