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Un fuerte dolor de cabeza fue la primera sensación que percibió al despertar. Su cuerpo aún estaba un poco caliente y tenía un extraño sabor metálico en la boca. Parpadeó varias veces, intentando enfocar el sitio en el que se encontraba. Era su habitación, el reloj marcaba altas horas de la madrugada y el delgado cuerpo del Omega estaba frente a él, dándole la espalda mientras dormía.

Observó la silueta desnuda de Jisung. Las mordidas en distintas partes de su cuerpo fueron una explicación muda del gusto a sangre en su boca. Se acercó a su cuerpo, trazando una línea de caricias desde sus hombros, siguiendo la curva de su fina cintura hasta las anchas caderas. Apegó al Omega a su pecho, deslizando las manos hasta su vientre y luego hasta el pecho que seguía sus tranquilas respiraciones.

Rozó un pezón y Jisung dejó ir un quejido, removiéndose entre su cuerpo. Minho dejó un beso en su hombro, luego otro en su cuello, deleitándose con el aroma del Omega mezclado con el suyo. Jisung prácticamente olía a él, y a Minho le encantaba aquello.

-Alfa.-Una voz bajita y ronca lo llamó.

Un par de ojos grises lo miraron y Minho le devolvió la mirada, sonriéndole. El Omega hizo un puchero al no ver el azul en los ojos del pelinegro, eso significaba que el lobo que lo consentía ya no estaba y solo quedaba ese humano malo que lo ponía triste.

Le dio la espalda, encogiéndose en el lugar, buscando hacerse una bolita pequeña entre los brazos de Minho, mientras intentaba fingir que dormía. Una risa ronca le confirmó que el Alfa no había caído por su actuación y un doloroso pellizco a una de sus nalgas fue el castigo que recibió al verse descubierto.

-¿Mi Omega está molesto conmigo?-El Alfa le preguntó, dejando besos en su cabeza y el peligris resopló, buscando alejarse del toque. A diferencia de Jisung, él no cedería ante los mimos del humano.

-.-Su respuesta fue corta y seca, aún así, Minho sonrió. Era un poco divertido ver la faceta malcriada y quejumbrosa que Jisung nunca mostraba ante él, pero que su Omega no temía exhibir.-Vete.-Le exigió, dejando ir un chillido cuando terminó bajo el cuerpo del Alfa en un rápido movimiento.

Apresado por el peso de Minho, se removió buscando escapar pero todo lo que logró fue rozar varias veces su sensible pene contra el del Afa. Gimoteó, rindiéndose ante la fuerza del pelinegro, quien se acercó a dejar un beso en su frente y realmente no quería caer ante los mimos, más terminó ronroneando por la caricia.

-¿Cómo es que estás aquí, mhm?-El Alfa cuestionó.

-Jisung estaba cansado y se desmayó. Mi Alfa necesitaba atención así que lo sustituí en cuanto se durmió.-Le contó y el pelinegro lo miró con cejas alzadas, como si no le creyera. Sin embargo, una sola idea cruzaba la mente del lobo.-¿No te gusta que esté aquí?-Le preguntó, y por más que intentó, su voz se escuchó llorosa.

-Me encanta que estés aquí.-Minho contradijo, levantando su peso de encima del Omega cuando se tranquilizó. Se apoyó en sus codos para no aplastarlo y sonrió enternecido cuando el peligris lo miró con sus ojitos grises brillosos.-Hay algo que quería preguntarte, Omega. Es sobre lo que me dijiste la última vez que nos vimos, ¿te acuerdas?-El Omega asintió.-¿Por qué dijiste que Jisung y tú no eran suficientes para mí?-El Omega se encogió de hombros, como si se tratara de un asunto sin importancia.

-Jisung dice eso.-Confesó, sus ojos sobre el pecho del Alfa.-Él me dice que eres malo con nosotros porque tú querías a otro Omega para ti, pero tuviste que quedarte con nosotros y eso te hacía enojar.-El pecho de Minho se apretó al escuchar aquello. El aroma triste del Omega se coló en sus sentidos y se acercó a repartir besos en su mejilla hasta que lo escuchó ronronear a gusto.

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