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Eran las tres y media de la mañana cuando se despertó.

La presencia de Jisung faltaba a su lado y se preguntó a sí mismo en qué momento se había quedado dormido y el por qué el Omega aún no había regresado a la cama. Se levantó con pereza, buscando algo con lo que cubrir su desnudez para bajar hasta la cocina.

Tomaría un vaso con agua y regresaría a dormir. Su garganta estaba seca por beber tanto y quizás en la mañana le esperaba una buena resaca.

Bajó las escaleras en silencio, las luces de la cocina estaban encendidas y pronto la figura de Jisung se mostró frente a él, de cuclillas a un lado de la mesa, sosteniéndose de ella mientras sobaba su pecho. El aroma dulce a chocolate estaba descontrolado, un poco amargo y revuelto con emociones negativas.

-Jisung.-Lo llamó y un quejido se escuchó por parte del Omega. Se apresuró a llegar hasta él, tomándolo de los brazos para intentar levantarlo y una palmada en su mano lo sorprendió.

-No me toques.-Le dijo en un jadeo y Minho parpadeó confundido. Sus ojos topándose con un par de supresores esparcidos sobre la mesa. Fijó la vista en el Omega, con el cuerpo tembloroso.

-¿Qué te pasa?-Le preguntó, sintiendo en su pecho la razón por la que Jisung se encontraba así.

-¿Qué le dijiste?-La voz baja del Omega le preguntó y Minho parpadeó confundido.-A mi Omega, ¿qué le dijiste?-Le preguntó nuevamente y el Alfa tragó antes de responder.

-Me pidió un cachorro y después una marca. Me negué a ambos.-Le contó, caminando hasta quedar frente a él y colocarse de cuclillas para estar a la misma altura. Una sonrisita nerviosa se formó en los labios de Jisung.

-Ah, es por eso.-Musitó, como si no tuviera importancia.-Perdón, mi lobo es un poco caprichoso y...-Jisung jadeó cuando una punzada de dolor atravesó su pecho. Llevó la mano al lugar, dando palmaditas.-Cree que se lo merece todo y cuando no le das lo que pide siempre se comporta así. Creo que lo he malcriado demasiado. Perdón si te hizo pasar un mal rato.-Se disculpó y en el fondo Minho sabía que quien debía ofrecer disculpas era él, no Jisung.

-Déjame ayudarte a subir a la habitación.-Le ofreció las manos y el Omega se alejó de él con rapidez, como si Minho fuera la peste personificada.

-No, no hace falta.-Le dijo, sin mirarlo a los ojos. Minho lo vio jugar con el anillo de casamiento y sabía de sobra que Jisung hacía aquello cuando estaba tenso y ansioso.-Mi lobo está un poco resentido contigo, estar cerca de ti solo lo empeorará por el momento.-Minho asintió a sus palabras, ignorando a su propio lobo que le exigía consolar al Omega.-Deberías ir a dormir, mañana tienes trabajo, ¿no?-El Alfa asintió, levantándose.

Observó al Omega sentarse en el suelo, con el cuerpo encorvado y dejando ir uno que otro quejido de dolor. Arrugó las cejas, saliendo de la cocina. Si el lobo de Jisung estaba resentido con él, no había nada que pudiera hacer para ayudarlo. Como había dicho el castaño solo empeoraría las cosas y sentía que ya había hecho suficiente molestando al lobo del Omega.

Se dejó caer en la cama, con los ojos fijos en el techo y la imagen de los papeles en uno de los cajones de su estudio llegó a su cabeza. No había tenido la oportunidad de entregárselos a Jisung.

Desde que su abogado se los dio, pensó dárselos después de aquella visita a su familia pero el Omega enfermó con gripe casi por un mes. Después fue su viaje a Tokio por tres semanas, por lo que hizo planes de dárselos cuando regresara y ahora el lobo de Jisung estaba resentido con él porque se había negado a darle una marca y un cachorro. Pedirle el divorcio sería ponerle la cereza al pastel.

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