margot taylor. capitulo 7

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Srta. Catalina—contestó la otra, no queriendo ser imprudente. Pero entre todo. La chica tenía razón... Sin poderse contener estalló en llanto. Esa presencia la había trastornado terriblemente. Sabía lo que los deseos de la carne hacían cuando inevitablemente se aferraban a un desdichado. Hasta que no se saciasen nunca se quitaría esa sed.

Catalina la abrazó consolándola entendiendo que los problemas de la otra eran inmensos y que necesitaba lo que le correspondía. Realmente no se lo perdonaba. Se prometió pagarle puntualmente a partir de ese momento a su dama de compañía.

Catalina entregó el cheque a Margot, quien no pudo menos que abrir los ojos con asombro.

--No señorita Catalina. Esto es un escándalo. Yo no puedo aceptar semejante sueldo--—dijo la joven al ver 500 Libras escritas en el cheque. Era por lejos mayor que el sueldo de un Coronel de Húsares.-- trato de devolver el cheque.

--Ese es el sueldo que ordena siempre mi padre. Déjame decirte que yo no pienso contradecirlo. No es nada agradable verlo contrariarse cuando le desobedecen--— mintió Catalina con los ojos fijos en la otra.

--Es demasiado—explicó Margot con ansiedad, volviendo a ver el cheque en sus manos.

--Me parece insuficiente para mi dama de compañía. Pero es lo ordenado por mi padre en circunstancias similares. Además, mi padre ahora si va a dar una fiesta y deberás estar apropiadamente vestida en ella.

--No pretenderá que...

--Eso es exactamente lo que vamos a hacer. Tienes que acompañarme. Es una presentación en sociedad y estoy extremadamente nerviosa.

--Una dama de compañía no puede acompañarla a la fiesta. Es un insulto a los invitados. Por segunda vez no lo tolerarían—-- explicó escandalizada Margot a Catalina-- Nadie les devolverá ni siquiera el saludo al verlos

--Pues vas a tener que hacerlo—dijo olímpicamente la otra—Te reitero que estoy huérfana en la etiqueta inglesa. No pienso hacer el ridículo y dejar mal parado mi apellido.

V

James Spencer veía pasar su juventud y disminuir sus ingresos. Permanente explicaba en reuniones sus peripecias.

Se consideraba un buen marinero en las diferentes aguas de la vida. A los 15 años incursionó en el frío invierno de Canadá, A los 18 años se adentró en África ignota, por las tierras de los Masai y luego vio el quehacer de las tropas rebeldes en la interminable guerra civil de México.

Claro. Eso es lo que siempre discurseaba ante una ávida concurrencia; que creyéndole o no, no dejaban de brindarles grandes cantidades de licor de cualquier forma. Siempre adicionaba dos exóticas princesas árabes y una arisca millonaria mongol. La verdad es que se había mareado terriblemente en el ferry a París, su único viaje; donde pasó las de Caín en 9 días por no tener con qué pagar ni un restaurant barato.

El comentario de una exótica joven hispana que tomaba serpientes a mano limpia, con un ocelote como mascota, despertó una ávida curiosidad, acuciada por el hecho que la joven botaba oro a pala limpia en todos lados. Esa sería la posibilidad de continuar viviendo a sus 36 años sin nada parecido a la palabra trabajo, salir de sus múltiples deudas de juego y reamoblar su alicaída casa en Lambeth.

--Gracias por su información y ayuda Mr. Brown, --su antiguo valet, del que tuvo que salir por falta de dinero, pero conservaba la perruna lealtad del hombre; dijo sentado junto al otro mientras contemplaban plácidamente los cisnes en la laguna del parque.

--Puedo asegurarle que mi niña Katherine es una joven de singular belleza y frescura sin par. Pero le advierto que siempre deberá dirigirse a ella como Catalina. Detesta que le digan Katherine.

CONDESA Tamara Del Calvario del RioWhere stories live. Discover now