Margot Taylor capítulo 11

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Así es. -- dijo el otro rabiando sabiendo de la peor forma que ya había galanes que no perdían el tiempo invitando a la belleza tropical a pasear por los parques de Londres.

--Pero no hace falta. Durante el lapso del juicio le enviamos un cuestionario, él contestó y ratificó absolutamente todo. Afortunadamente recuperamos el dinero y la joya al detener en flagrancia a la acusada. —siguió explicando el policía ante el otro que se limitaba a escucharlo.

--Debería explicarse mejor. El Sr de La Fuente ha estado viajando y me temo que algunas cosas están por fuera de nuestras conclusiones.—dijo el abogado con cautela

--Fue víctima de un complot muy bien urdido. Su hija y él estuvieron en genuino peligro. -- repuso el otro encantado de poder explicar su versión de la historia, y suponiendo que un infinito mundo de agradecimiento le tocaría, preferiblemente en Libras constantes y sonantes... Estaba convencido de la sinceridad de la historia contada por Sr Spencer y avalada por Brown.

Claro. Entiendo—respondió Hughes con la misma cautela e invitó a otro a seguir hablando. Cosa que el policía hizo mientras tomaba con avidez un Té que un asistente prestamente les sirvió.

--Sin embargo se hizo justicia. La mujer ya fue condenada al máximo de 20 años de prisión y su cómplice a 15 largos años. Con eso aprenderán a no tratar de estafar a inocentes.—dijo el policía después de un largo sorbo del exquisito té del norte de India.

--Entonces debemos estar muy agradecidos—respondió Hughes tratando de ver en la oscuridad.

--El tribunal me comisionó a devolver la joya y el dinero. Prefiero que usted mismo la retire del tribunal. Es lo apropiado. No quiero que el Sr de La Fuente piense cosas que no son —dijo el hombre.

Hughes entendió. El policía quería una recompensa extrajudicial. Muy a propósito el niño. Quería una puerta franca y buscaba al bufete para aceitar la entrada.

--No sé cuándo volverá el Sr de la Fuente. Quien se encuentra es su heredera. —respondió Hughes. Ver a la heredera era mejor que celebrar un año nuevo en Hong Kong y por ahí continuaría indagando.

--Puesto que ustedes son sus abogados, pueden retirar la joya en el tribunal criminal del norte de Londres, con este recibo—dijo el hombre señalando nuevamente el recibo firmado por un juez y con su nombre muy a propósito.

--Con gusto lo haré—dijo el abogado haciéndose el doblemente entendido.

--Fue un caso muy simple—dijo el policía con suficiencia, levantándose automáticamente al ver que el abogado se incorporaba de su escritorio—Personalmente debo decirle que todo señaló bien a la culpable. Pero deben existir más cómplices...

--Sin duda usted los encontrará—dijo el abogado apurando la despedida.

--Lo haré—dijo el otro convencido al llegar a la puerta, señalando muy a propósito su tarjeta.—Es mi deseo que recuerde muy bien al Sr de La Fuente mi nombre, para que sepa del interés que tomé en la resolución de su caso; desde el principio identifique a todos y cada uno de los maleantes.

--Por supuesto que sí lo sabrá. No dejaré de comunicarle todo lo que usted me ha expresado y su interés. Manténgase informado. Se lo ruego encarecidamente—finalizó Hughes. Después volvió a ver el recibo. Se llevó su mano a la barbilla. Minutos después de cavilar y cavilar, repentinamente entendió todo y con velocidad salió del bufete.

V

Muy temprano el joven abogado se apersonó en el Tribunal Criminal del Norte de Londres. Recibió 120 Libras en monedas de oro, un anillo con un diamante azul y los restos de un elegante vestido...

CONDESA Tamara Del Calvario del RioWhere stories live. Discover now