Capitulo 4

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"Verano saborizado en
miel"

Tippi

-Pronto....Momo despertará de su hibernación - dijo en un susurro plano.

Ambos nos encontrabamos en la orilla de la playa, sentados en la arena húmeda. Después de terminar de disfrutar del agua, nos dimos cuenta que estaba anocheciendo y la temperatura bajaba peligrosamente durante la noche. Así que Pita nos llevó a la orilla y me seco con una toalla. Cubrió mi cabeza y hombros con ella. La toalla era una protección del frío nocturno.

-¿Si? - él quería que conociera a su madre adoptiva. Y había tenido un calendario que tachaba con entusiasmo e impaciencia infantil.

-Ella te caerá bien, lo prometo. Me crío desde que era un cachorro. - Pita no podía esconder su emoción, yo tampoco podía negar que no quisiera conocerla, pero Pita comentó que Momo no era una perrita como él, ella era una Osa de collar, y eso significa que es una predadora. Trato de disimular mi temor por el bien de Pita.

-Estoy segura de que me agradará, lo que me preocupa es caerle bien a ella. - estoy segura que Momo es un osa buena, Pita me habló de su infancia, que era feliz, y que disfrutaba su estancia en la isla junto a Momo. Ella jamás lo lastimó.

-Es obvio que le caerás bien, eres maravillosa. La gatita más increíble que conozco - lo dice como si el solo echó fuera difícil de creer. Yo resopló. Se que el único que me ve de esa manera es él .

-No creó que sea la palabra correcta para describirme. - estoy consciente de mi constante mal humor, trato mal a Pita, soy exasperante como cualquier gato. Hasta llegó a ser obstinada. Pero tal parece que a Pita no le importaba, era como si mi enojo solo lo hacía apegarse. Invadiendo constantemente mi espacio personal

-Para mi eres maravillosa - hace un puchero lindo -Es raro pensar que Tikki si conozca a Momo y tú no.

-Bueno... tampoco es que me pueda mover mucho - intento darle un recordatorio simple del porque la mayoría de la ciudad no me conoce, incluyendo a su madre.

-Perdón, eso fue tonto...- el arrepentimiento se escuchaba en su voz. No quería hacer sentir mal a Pita. Ya yo me acostumbré a esta vida, pero Pita es demasiado bueno para que quiera lastimar a propósito.

-No...es solo que e vivido la mayoría de mi vida atrapada en esa silla de ruedas que ya es natural para mí el perderme de cosas importantes - respiro hondo y continuo - No me ofendí Pita, simplemente es un hecho para mí.

-Bueno, "era" es la palabra apropiada. Ahora que estoy contigo ya no te perderás de nada. - eso me ayuda, pero la depresión invade como una plaga. Mentir sobre mi situación ayudaba pero no siempre.

Mi esperanza crece y alumbra como una luciérnaga solitaria en la penumbra absoluta. Pita ve mi tristeza, tampoco es que intentará ocultarla. Se levanta de mi lado y sacude sus bermudas. Sacudiéndose las últimas gotas de su cuerpo, como lo haría un cachorro mojado.

-¡Espera aquí! - me dice, reprimo las ganas de decirle que es imposible para mí moverme libremente, y ser sarcástica con él. Pita no lo hace a propósito, es demasiado ingenuo y olvida las cosas con facilidad. También es por su raza, los pastores Australianos son un equivalente a un tonto Golden retriever o un Labrador.

-Esta bien, no tardes mucho que ya deberíamos irnos - lo veo alejarse corriendo, no fue tan lejos. Podía divisarlo gracias a mi visión nocturna. Era claro que buscaba algo, pero no sé que. Mis orejas se movían con el movimiento de las olas, la luna estaba en su apogeo, la marea subía. Yo me apoyaba con mi mano izquierda, y usaba la otra para quitarme del rostro mi cabello. Los mechones se estaban metiendo en la boca.

-¡Aquí! - Pita regreso con un nuevo nivel de entusiasmo, si es que eso era posible. Una ramita gruesa y torcida se encontraba en su mano. Y como si fuera el descubrimiento de la cura de todo mal, su cola se movia con felicidad.

-¿Una rama? - pregunto desconcertada.

-Antes de irnos, escribamos nuestros nombres.

Lo mire extrañada. Pero le seguí la corriente. Y así hicimos. Pita se acunclillo a mi lado y escribió primero su nombre, luego me pasó la vara para que hiciera lo mismo.

-Escribimos nuestros nombres en la arena, lastima que el mar los borrará. - le dije. Mientras él me cargaba en sus brazos.

-No, el mar no los borra...yo creo que el mar los guarda - me dijo llevándome lejos -¿Sabes?. Hay una leyenda que dice que si dos enamorados escriben sus nombres en la arena el mar los guarda, y si su amor es verdadero. Algún día las olas devolverán sus nombres para que ellos puedan volver a encontrarse

Procesando sus palabras, que me llenaron el pecho de una extraña sensación de amor. Invadiendo mi corazón. - Nunca nos vamos a separar - murmuré, exteriorizando sin querer mi aprecio a Pita.

-¿Eso quiere decir que me consideras tu amante? - la voz alegre de Pita resuena en el vasto silencio de la noche. Solo nos acompaña la luna, la brisa y las estrellas que se reflejan en el agua. Desde mi rabillo del ojo. Pude ver su cola sacudiéndose. Una señal inequívoca de que estaba más contento de lo habitual. Su olor era infantil, dulce y lechoso. Típico de un cachorro que está entrando a la adultez. Pero se mezclaba con un aroma a pasto recién cortado.

-Y-Yo - me sonroje profusamente, no esperaba que Pita se emocionará tanto al respecto, y mucho menos mi intención era que supiera sobre mis sentimientos.

-Definitivamente, mañana te presentaré a Momo - Pita frotaba su frente en mi cabeza, y lamía mi mejilla. Perro baboso, pensé con cariño.

-Si....

-¿Cuántos cachorros quieres tener? - hablo con entusiasmo - ¡No!. Mi deber como esposo es complacerte, tendremos gatitos.

Yo apreté más mi cuerpo contra el suyo, buscando comfort. Temblaba, ya el frío me estaba afectando. Y me mordí el labio. No medi la presión con lo que lo hacía y mi colmillo lo atravesó sacando sangre. No soy adecuada para Pita. Soy una gata y estoy invalida. No soy ideal. Él estará atrapado conmigo, y tendrá que soportar las miradas extrañadas de la sociedad. Un perro y una gata. Ni siquiera podremos tener cachorritos tampoco gatitos.

Miro su rostro pecoso sonrojado por el frío. Y su cabello blanco con tonalidades rojizas y grises. Despeinado. Pita merece algo mejor.

Y no soy yo.

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