"Siempre contigo junto al mar"
Tippi
Mi incapacidad motora, siempre a Sido un obstáculo, era lo que me restringía y me aislaba. Me sentía inútil e inservible. Enclaustrada en esta silla. Sin poder hacer mucho por mi cuenta. Pero desde que Pita llegó a mi vida, todo dejo de ser amargo y se torno en un dulce que se derrite en mi boca.
Había venido al océano muchas veces después de conocer a Pita.
A veces lo despedía cuando iba a bucear de vez en cuando con Domino, saludándolo mientras abordaba el bote y se alejaba a toda velocidad hacia el horizonte infinito y vasto. La Diosa del cielo Clarissa fue amable cuando me veía despedirlo a la distancia, ella era una testigo recurrente de nuestras visitas.
Estaba tremendamente entusiasmada al escuchar sus experiencias, siempre saboreando cada palabra que decía y guardándola en mi memoria más tarde. El tipo de pez que vio, cómo se veía la luz del sol debajo del agua. ¿Cómo se sintió flotar en las profundidades del mar o cómo se sintieron las corrientes ese día?. Pita siempre me hablaba con paciencia, poniendo tantos detalles como podía recordar en cada frase que decía. Sus historias fueron el combustible de muchas de las ilustraciones que pintaría más tarde. Era mi musa. Mi color diario. Mi combustible.
Entonces, para mi entrar al agua, este fue un gran momento en mi vida.
Estaba muy nerviosa
—¿Tipi? ¿Te sientes bien? — Sentí que mi corazón daba un vuelco y mis sentidos hacían un cortocircuito.
Actualmente estaba sostenida en los brazos de Pita, al igual que la primera vez que impulsivamente fuimos a la playa por primera vez. Sin embargo, a diferencia de entonces, esta vez ambos estábamos preparados para la playa. Pita había insistido en usar un chaleco salvavidas y yo me lo puse obediente, el naranja neón de la tela siempre forzaba mis ojos cada vez que miraba hacia abajo. Evite mirar la chaqueta que llevaba ( era una tarea ardua). Y contemplé fijamente hacia el agua. El sol colgaba alto en el cielo y las olas se movían lentamente, arrastrándose hacia mi antes de retirarse nuevamente al agua. La brisa ligeramente salada del océano me hizo cosquillas en la nariz y trague saliva nerviosamente y mis orejas se encontraban acostadas sobre mi cabeza.
Habíamos pasado una buena hora rebuscando en los distintos armarios y unidades de almacenamiento dentro de la casa, buscando un traje de baño que me quedara bien. Yo me había negado rotundamente a que Pita me comprara uno.
Yo misma no quería comprar uno, mi sueldo de la semana aún no había llegado y me niego a que mi sirviente gastara más dinero en mi. En cambio, insistí en hurgar en casa. Sabía con certeza que a mis padres les encantaba venir a la playa, había visto numerosas fotos donde ellos se encontraban nadando en el pasado, pese a ser gatos, les gustaba el agua. Pero después de tenernos a mis hermanos y a mi, ya no disfrutaron del tiempo para elaborar, y ahora ya era demasiado tarde para regresar. El pasado no se puede cambiar.
¿De que vale llorar sobre la leche derramada?.
Un sentimiento de terrible culpa se aferró a mi garganta y trague saliva rápidamente, pasando a la siguiente casilla.
Finalmente, encontramos una simple pieza rosa pastel con encaje en el centro dentro de uno de los varios contenedores de ropa escondidos en un ropero. Mi abuela se había asegurado de guardar las pertenencias de mis padres, nunca pudo tirarlas del todo, pero estaba demasiado desconsolada para verlas todos los días. Examinar las cosas de mis padres había sido terriblemente agridulce, y por mucho que intentara ocultarlo, mi esclavo había estado justo detrás de mi contemplado mi reacción obvia, su mano siempre con la de mía cuando sentí una repentina avalancha de lágrimas. Aunque no dije ni una palabra, sentí como si Pita lo supiera, de alguna manera, y sin mediar palabra me consoló con suaves palmaditas y caricias. Sentada junto a Pita, me sentí mucho más fuerte de lo que me había sentido en un largo tiempo. Sentía que podía sobrellevar cualquier cosa si permanecía a mi lado, él era mi fortaleza.
En ese momento, estábamos a sólo un paso del agua, Pita me sostuvo contra su pecho de manera protectora, mi cuerpo estaba acunado entre sus brazos. Me sentía segura.
Observó cómo el agua lamía sus pies, cubriéndolos por completo. El agua brillaba por la luz del sol, lo hacía ver magico. El agua del océano parecía increíblemente clara y transparente. Observe atentamente cómo las pequeñas cantidades de arena flotaban por el movimiento de las olas. Cuanto más miraba, más seductora parecía el agua. Era un día sofocante y caluroso, y dentro de los brazos de Pita, me sentía sudorosa y repugnante.
La promesa de alivio al calor selló el trato en su totalidad. De repente, me vi invadida por el deseo de sentir el agua en mi piel, de volver a saborear el sabor salado del agua del mar, y mi anterior nerviosismo desapareció sin dejar rastro alguno.
—¡Adelante, mi sirviente!
Pita se rió por mi ocurrencia, algo brillante y alegre en mi oído, y avanzó con pasos fuertes y confiados hacia el agua. Caminó hasta que pude sentir el agua fría en mi cintura, mi chaleco salvavidas ya flotaba ligeramente en el agua. Hacía un frío agradable y se metió una gota de agua en mi boca y lami mis labios sintiendo el sabor salado.
Por encima de mi, escuche a Pita reírse y lo mire significativamente, mis ojos mirando su brillante sonrisa.
—Ni una palabra.— Sisee.
—¡Ni una! —Pita sonrió fácilmente, haciendo como si cerraba su boca con cremallera ficticia y lanzaba la llave imaginaria lejos al mar, arrastrada por las olas.
Termine atrapando gotas de agua salada varias veces después.
Prosiguió adelante y observe cómo el agua subía más y más, hasta que pude sentir el océano rodeando mi cuerpo en su totalidad. Era algo similar a lo que Pita me describió, pero sentirlo en persona, para mi, era algo que no se podía expresar con palabras.
Flotaba dentro del agua, Pita caminaba a mi lado con preocupación.
Dentro del agua, me senti otra vez como alguien normal. Mi silla de ruedas o las dificultades de estar discapacitada no existen. Olvide mis preocupaciones pasadas y, en cambio, me maraville con el agua que me rodeaba. Mis manos se movían de manera experimental, intentando copiar los pocos videos de natación que había visto. Mi cuerpo se tambaleó y Pita se sobresaltó, colocando sus manos en mi cintura para estabilizarme.
Miro brevemente a mi sirviente, con el cabello pegado a su frente y sus ojos heterocromaticos mirando con preocupación mi cuerpo que todavía se tambaleaba ocasionalmente dentro del agua en movimientos rítmicos y suaves. Era muy entrañable ver a Pita así y estaba increíblemente contenta de poder estar en el agua con él.
Y de repente, como un estallido dentro de mi pecho, me eche a reír.
Algo desde lo más profundo de mi pecho, fuerte y brillante en la playa. Gire mi cuerpo hacia Pita, mis movimientos aún eran torpes y vacilantes, pero lo rodee con mis brazos. Lo sentí jadear sorprendido, antes de calmarse y rodearme con su propio brazo, con una mano todavía pisando lentamente. Pita sonrió cálidamente y se rió amorosamente de mis acciones. Miró sus ojos desuguales, arrugados adorablemente debido a su amplia sonrisa.
Finalmente pude experimentar la pasión que él amaba. Y aunque tal vez nunca pueda nadar junto a peces como Pita hace seguido, ya estaba contenta entre sus brazos. Estar a su lado, donde fuera, cuando fuera, para mi, siempre era suficiente.
Y lo besé, o algo parecido.
Todavía no tenía experiencia, y algo que pretendía que fuera un beso, terminó más bien como un aplastamiento de cara y dientes. Podía sentir a Pita reír contra mi boca y sentí que mi rostro se iluminaba de vergüenza calentando mis mejillas. Podía sentir los latidos de mi corazón debajo de las yemas de mis dedos, el músculo magro contra sus brazos. Levante la vista para ver unas hermosas pestañas brillando con agua, sus ojos sonriéndome juguetonamente.
Mi respiración se entrecortó y me reí de nuevo, inclinándome hacia su abrazo, aspirando el aroma de Pita.
Siempre fue mucho mejor con él.
Todo es mejor con él.
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Quiero Ser Tu Todo
FantasyLa Diosa Serena nos creó para ser la mejor versión de ambas partes. La Nobleza Animal y el Raciocinio humano. Pero tal parece que no es un impedimento para sucumbir en los peores deseos. Así como se obtiene lo bueno, lo malo todavía se conserva. L...