GANGSTAS.

13: Status Quo

—Mo está controlando la situación en Obrado, y casi todos los exlíderes se pasaron a nuestro lado; tampoco es que tengan opciones —se reclina Namjoon en una silla de su oficina.

El alfa está tan cansado que ni el café ni el intentar hacer nada le ayudan. Incluso ahora, hablando con sus hermanos, con quienes tienen una reunión general por primera vez desde que tomaron Obrado, tiene ganas de quedarse dormido. Los chalecos antibalas que se quitaron los chicos están tirados en el suelo, en los rostros de los tres hay una huella de cansancio, falta de sueño y días de nervios. Namjoon, sin cerrar los ojos, monitoreó cualquier amenaza en las fronteras con las posesiones del Leviatán, especialmente del lado de La Tierra.

—La Tierra ha cerrado todas las fronteras, incluso con Obrado; la guerra será antes de lo que pensábamos... ¿Me estás escuchando o estoy hablando con la pared? —Kim está enojado porque Jungkook mira fijamente un punto.

—Alguien fue demasiado duro ayer, así que se está lamentando y latigando así mismo —dice Hoseok, desmontando el arma, con una sonrisilla burlona.

—He escuchado mucho —Namjoon asiente—, y ya que tocamos el tema, quiero preguntarte —mira a Jungkook— ¿Te sentiste satisfecho? ¿Te sentiste mejor después de humillarlo públicamente y mezclarlo con la basura? Sí, teníamos que exterminar a Abel y su séquito, pero ¿era necesario hacerlo delante de sus ojos? ¿Era necesario amedentrarlo con tu bestia?

—No tengo intenciones de escuchar tus sermones —Jungkook se pone de pie, malhumorado, y camina hacia la ventana. El alfa mira el asfalto que se oscurece por la lluvia, pero no lo ve. Jungkook todavía puede ver la mirada de dolor de Yoongi antes de que subiera al auto. Jungkook todavía recuerda los ojos brillantes de su hermano, quien al verlo por primera vez casi se arroja a sus brazos. Lo que necesitó Jungkook para quedarse en su lugar y no correr hacia él, nadie lo sabrá nunca.

El alfa ha estado tratando de recordar momentos de la boda durante tantas horas y se da cuenta de que no puede ver nada excepto al pálido omega y sus ojos. Todos los invitados no tenían rostro para él, solo vio a una persona. Su cuerpo estaba debajo de sus brazos, su olor estaba en él. sus fosas nasales, su voz en sus oídos, y Jungkook ni siquiera quiere deshacerse de todo. Finalmente tomó al que nunca había olvidado por un segundo, pero la venganza no trajo nada más que amargura acumulándose en su lengua. Yoongi es diferente ahora, pero Jungkook sigue siendo el mismo, todavía ama al omega tanto como cuando tenía veinte años, lo que significa que puede que gane la pelea con su hermano, pero ya se está perdiendo a sí mismo.

—Tendrás que escuchar —dice Namjoon con frialdad—. Fuiste demasiado lejos. Después de todo, él es tu hermano. ¿Y si no hubiera podido resistir el impacto de tu bestia? ¿Qué hubieras hecho en ese caso? Cuando hagas algo, en primer lugar, piensa si puedes prescindir de él. Durante ocho años hemos sido testigos mudos de tu añoranza por tu omega, y ayer tú mismo casi lo arrojaste a la tumba.

—No puedo vivir sin él, y sí, tienes razón, ¿estás satisfecho? —Jeon lo mira— Sé que me excedí, sé que hice demasiado y cometí actos innecesarios, mi venganza no debería haber sido sangrienta, ciertamente sin la sangre de Yoongi.

—En cualquier caso, aún tenemos demasiadas preocupaciones en este momento —dice Namjoon con calma—, pero espero que no pierdas los estribos otra vez.

. . .

Mientras el auto sale del patio delantero, Yoongi se desliza en el asiento y envuelve sus brazos alrededor de sus hombros, empapando la tapicería de cuero con lágrimas. En el coche no hay testigos de su dolor, nadie ve su alma herida sacada de debajo de la armadura, que ya no es posible conservar dentro. Llora larga y amargamente, buscando al mismo tiempo a qué aferrarse, en qué buscar un nuevo significado, y tapa los agujeros, poniendo feos puntos temporales, porque ahora en el camino que lo conduce a nadie sabe adónde no es capaz de más.