𝐿𝑜𝓈 𝒶𝓂𝒶𝓃𝓉𝑒𝓈

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Taehyung observaba a una distancia prudente a sus primos Jin y Namjoon, haciendo compañía al adorable niño Jeon

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Taehyung observaba a una distancia prudente a sus primos Jin y Namjoon, haciendo compañía al adorable niño Jeon. Contrario a lo que pensó, saber que le quedaban unas horas de vida lo hizo, más que a interactuar con los suyos, observarlos con mayor cuidado y apreciar sus peculiaridades. Por ejemplo, notó que su abuela, quien siempre le había parecido una mujer fría y seria, denotaba una mirada más alegre al observar a cualquiera de sus nietos. Y aunque observó a todos sus familiares, se dedicó en especial a contemplar a su amor. Cada vez que lo miraba se sentía tan terriblemente sofocado, pero al mismo tiempo sonreía al ver cuánto parecía Jungkook amar la vida.


Todo el día había pasado en ese tortuoso limbo. Maldiciendo a la muerte y a su destino, al compás que le seguía la gratitud que tenía por haber podido vivir su vida con aquellas raras gentes a quienes consideraba familia. La cacería, un evento que se había organizado por el final del otoño, iba a dar inicio. El atardecer estaba por comenzar y Taehyung ya había tomado una decisión. Se acercó a su amado, ignorando a quienes lo acompañaban.

—Yo te escoltaré, bello Jungkook.


Lo había dicho con la mayor naturalidad posible. El muchacho le había sonreído y había accedido al instante, pero notó algo extraño en la forma en que lo miró. Lo dejó pasar creyendo que su mente ya no estaba recibiendo la información del mismo modo por su extraña situación.


Ambos se alejaron en sus caballos por las colinas teñidas de dorado. Todo el valle rebosaba de belleza otoñal como nunca antes. Tae miró las colinas sintiendo tristeza por un momento. "Ya nunca más podré contemplar otro atardecer con Jungkook".

—Anoche soñé que tu y yo nos volvíamos esposos.


Su Jungkook se sonrojó hermosamente antes de contestar.

—¿De verdad?

—Si. Casi deseé no despertar jamás de ese sueño.


El chico le sonrió con timidez y dulzura y Tae no tuvo valor para llevar a cabo la razón por la cual la había apartado de los demás. No, él no podía confesarle sus sentimientos, decirle cuánto lo amaba y prometerle todos los sueños y planes que había hecho para ambos, cuando sabía que en poco tiempo la muerte vendría por él. Aún sabiendo que se arrepentiría, decidió callar a su corazón.


Rieron y charlaron un rato más. Tae intentó olvidarse de su tiempo que se agotaba, disfrutando enteramente de la compañía de su amor. ¡Cuán dulce era la vida! ¡Que amarga era la muerte... y que cercana se sentía!


Vio a un zorro correr tras un arbusto y al seguirlo con la mirada, vio a la muerte que lo esperaba tras aquel arbusto. Giró su vista turbada hacia el horizonte. Aún le quedaban unos minutos antes de que el crepúsculo comenzara. Sin detenerse a pensarlo, bajó de su caballo para también bajar a su Jungkook del suyo, para que pudieran mirarse de frente.

—Tae ¿qué...?


Él no lo dejó terminar y le robó el aliento junto con su primer beso. Fue un beso delicado y desesperado, dadivoso y necesitado, cálido y lleno de extasía. Se detuvo para separarse del bello joven, quería memorizar todos sus finos rasgos.

—Te amo, Jungkook. Desde el primer día en que te vi me asaltó la certeza de que mi corazón ya no me pertenecía. Debes vivir tan alegre como siempre lo has hecho, ¿si? Recuerda lo que te dije, eso sobre cómo aún después de la muerte uno puede vivir en el corazón de quienes lo aman. Vive felizmente. Yo... quería estar a tu lado... juro que lo anhelaba. Perdón. Solo quería estar contigo.


Lo abrazó con todas sus fuerzas sabiendo que no deseaba soltarlo. Un sollozo se le escapó cuando sintió su abrazo ser correspondido por Kook como si este supiera que era una despedida.


El tiempo se acabó y él supo que debía partir. Se apartó del chico completamente con una brusquedad que no le pertenecía. Subió a su caballo sin mirarlo una sola vez. Era hora de irse.


La pequeña mano de Jungkook se posó en su pierna y él no pudo resistirse a mirarlo una vez más. Se sintió contrariado al ver su mirada llena de lágrimas... ¿sería posible que Kook supiera...?

—No me pidas que sea feliz si te marcharas de esta manera. No me basta con recordarte. ¡Yo también quiero estar a tu lado por siempre! Una vez te confesé que quería recorrer este cualquier camino junto a ti, no me importa a donde es que nos lleve ese camino... solo quiero que estés a mi lado. ¡Déjame ir contigo! Por favor...


Jungkook se había aferrado con fuerza a él, su mirada le rogaba que no lo dejará atrás. Si hubiera encontrado aún la más mínima duda en su mirada se habría marchado, si tan solo hubiera visto una pizca de temor... pero no la encontró. El dulce chico le sonrió aliviado cuando él extendió sus brazos para cargarlo y ponerla en su regazo. Los brazos de Jungkook lo rodearon con fuerza y ambos lloraron.

Es hora de irnos enamorados... la hora dorada ha comenzado.


La muerte los miraba serena, invitaba a que ellos comenzaran el camino. Ambos se miraron y asintieron. Taehyung tomó la mano de Jungkook en todo momento. Entonces la hora dorada terminó.

 Entonces la hora dorada terminó

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𝐿 𝑜 𝓋 𝑒 𝓇 𝓈. TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora