Capítulo 38

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-No Lyra. Soy yo quien hablara con ellos

-Pero James...

Ambos ya estaban vestidos. Pero quería ser el quien tratara con ellos

-Yo quiero... quisiera verlos... quizás conocerlos... o solo de lejos... yo...

-No- sus ojos estaban fríos y su sola expresión le recordaron al James del pasado. Aquel chico distante. No había ni rastros de aquel hombre que había estado en su habitación o en su cama horas antes... -p-pero...

-Confía en mí. No quieres tener nada que ver con ellos. Esas personas te abandonaron hace años. Si están aquí no pueden querer nada bueno. -y aunque había frialdad en su voz .-Además, cabe la posibilidad de que ni siquiera estén aquí por ti. Después de todo, han pedido hablar es conmigo, no contigo.

-James... yo...

-Te quedas aquí. -entonces cerró la puerta dando por zanjada esa conversación

James bajo entre crispado y preocupado las escalares rumbo al antiguo despacho de su padre que ahora había pasado a ser suyo, solo para saber que querían.

Que artimaña podrían tener bajo la manga...

Solo sabia una cosa

Nadie iba a quitarle a Lyra.

Eso nunca.

Jamás lo permitiría.

Si lo que querían era dinero podía darles un poco si la situación lo requería. O si lo ameritaba, estaba dispuesto a dar cualquier otra cosa, menos a ella.

Cuando llego hasta el despacho se paró justo atrás de la puerta. Tomo aire, se acomodó el traje y entro girando el pomo.

No sabía qué clase de personas los esperarían allá adentro, pero debía asumir que no eran las mejores, no si después de todo habían abandonado a su propia hija a su suerte con un extraño

Bueno. Si, quizás estaba siendo cruel. No la abandonaron a su suerte y no fue con un extraño

Sabía que ese hombre había sido amigo de su padre, y que a su "suerte" fue que la dejaron en una mansión a manos de un millonario. Pero, aun así, eso no los volvía en automático mejores personas. Lyra sufrió mucho a causa de ellos. Siempre confundida con su identidad, su pasado y su propósito en la vida.

Una mujer de cabellos rubios estaba en el asiento aterciopelado. No se parecía mucho a Lyra.

James rodeo el escritorio con gesto impávido y se sentó frente a ella. -¿pruebas? -requirió

Ella le estiro unos papeles. Eran certificados y actas de nacimiento. Pruebas de sangre y demás contratos.

-¿Rebecca Harrison?

-El apellido de mi marido

-Ya veo. Y... -miro alrededor de ella notando solo a otro joven rubio de ojos verdes al igual que ella apoyado más allá en un estante. Un chico que parecía de la edad de James, o menor -¿y dónde está su marido? Si es que puedo preguntar, - dijo -ese chico de allá se ve demasiado joven como para ser el padre de Lyra -enarco una ceja

-Ese chico es mi hijo -contesto la mujer

James en automático frunció el ceño molesto. Así que Lyra tenía un hermano. Y no solo eso. ¿Por qué habían conservado al hermano y no a ella? ¿Qué clase de elección hacían los padres?

-El padre de Lyra murió hace tres meses

-Oh...-murmuro – eso es... es una pena.

Una pena saber que Lyra jamás lo conocería ahora... no además de quizás alguna fotografía. Aunque en una parte retorcida de él se sintió satisfecho. Muerto su padre, no habría nadie con autoridad para alejarla de su lado.

La intrusa en la casa del millonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora