El chico se quedó sin palabras. No podía decir nada, intentaba inventar una historia en su cabeza para esconder sus intenciones a la chica. Ella lucía como si pudiera golpearlo en la cara y aventarlo fuera de la casa. Pero él necesitaba un lugar donde esconderse.
— ¿Quién eres tú? — preguntó, y el chico tuvo que pensar en esa pregunta antes de contestar.
— No soy un tipo malo, señorita — puso sus manos arriba para demostrar inocencia, probando que no es malo, incluso con su voz profunda y ropas negras —. Unos vándalos entraron a mi casa y mi hermano y yo tomamos caminos diferentes. Solo quiero seguir vivo, señorita, por favor.
— No fue mi pregunta — murmuró.
— Mi nombre es Mingi — respondió finalmente el chico alto.
— ¿Por qué no sales en paz, Mingi? — dijo, abriendo la puerta para que saliera.
— N-no, señorita, por favor. Esos locos siguen buscándome — dijo, intentando quedarse.
— Están buscándote a ti, no a mí. Debo quedarme segura aquí y tú tienes que encontrar a tu hermano — lo tomó del brazo, halándolo con fuerza —. Tienes que irte, tengo que quedarme. Claro como el agua.
— ¿Vas a dejar que me maten?
— Tú también puedes matarlos, por cierto estamos en una purga — dijo como si no fuera algo obvio ya.
— Sé eso bien — dijo en la misma forma —. Solo quería estar aquí por cinco minutos y luego irme, ellos perderán interés.
— Luces seguro sobre eso — cruzó sus brazos.
— Me gustan las películas de policías, ¿bien? Solo no quiero morir, juro por Dios no soy el malo.
Parecía que ella lo pensaba, pero el sonido de vidrio rompiéndose alertó a los dos. Ella fue la primera en bajar las escaleras el primer piso para ver qué pasaba.
El chico alto llamado Mingi la siguió de cerca, como si fuera un perrito perdido. Oh lo es.
La chica, cuyo nombre era desconocido aún, fue por las escaleras sin hacer ruido, como un gato. Miró el primer piso, viendo dos tipos con armas buscando algo. No estaba robando nada. Ni siquiera el cereal que dejó.
— Esos locos que te seguían, ¿tenían máscaras y armas más largas que mis malditos brazos? — preguntó irritada. Eso era lo que quería evitar. Los vándalos siguieron al chico de ojos de perrito dentro de su casa.
— S-sí — asintió, con miedo por su mirada.
— Adivina a quién buscan.
— No lo sé, ¿su pareja perdida?
— Tal vez su pareja perdida llamada Mingi, tampoco lo sé — el chico vio rojo en sus ojos a medida que hablaba, se veía bastante molesta. Ella solo quería dormir esa noche, nadie la molestaría pero Mingi llamó a los perros a jugar.
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𝐃𝐉𝐀𝐍𝐆𝐎ㅣMINGI ATEEZ
أدب الهواة𝐃𝐉𝐀𝐍𝐆𝐎ㅣEn el medio de la peor noche, ellos se conocieron. Él la necesitaba, y ella no tenía otra opción, tenía que ayudarlo. Junto con armas, cadáveres, sangre y carros, ellos se enamoraron. Mingi no lo planeó, pero ella se convirtió en su rei...