Capítulo 13.

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POV BILL.

Eran las diez de la mañana. Aunque yo todavía considerase que era muy temprano para levantarme…me rugía el estómago.
Al ponerme de pie me temblaron las piernas. Definitivamente no podíamos seguir así.
Miré hacia la cama y ahí estaba él. Boca arriba, espatarrado, con las piernas fuera de la sábana y sus rastas sueltas ocupando casi toda la almohada.

Suspiré. ¿Qué más puedo hacer? No puedo negarme cuando mi hermano se abalanza sobre mí. Yo le deseo, deseo que me toque y que me haga suyo… pero es que hay algo que…
Quizá debería oponer resistencia de vez en cuando… alcé mi cara al espejo del baño mirándome preocupado y me puse ambas manos en las mejillas. ¡¿Acaso soy un tío facil?! ¿Soy como las tías a las que llaman guarras y facilonas… pero en tío?

Entonces recordé algo que Tom me dijo anoche…

Flash Back:

Después de habérmelo hecho en el suelo de la manera más bestia, se incorporó quitándose de encima, dejándome tirado con los brazos extendidos a ambos lados y jadeando derrotado.

-Perdona ¿eh? – soltó así como quien no quiere la cosa. Se incorporó sentándose en el suelo a mi lado. Yo no podía, me dolía el trasero, así que me quedé tumbado.

-Si, si, perdona… eres un maltratador.

-Y tu masoquista, hacemos una pareja perfecta – sonrió asintiendo con la cabeza.

Abrí la boca indignado al darme ahora cuenta de esas palabras, pues en aquel momento estaba demasiado ido y ni me enteré.

¿Masoquista? ¿Cómo que masoquista? Me siento indignado, eso es algo de lo más vulgar. Como en las películas porno. Ni hablar, me niego a aceptar tal cosa.

Me enjuagué la cara y me cepillé el pelo. Me puse unos pantalones de chándal blancos y una camiseta roja. Por encima una sudadera negra desabrochada y por supuesto las gafas de sol más grandes que tenía. Le eché un último vistazo a Tom, que no se había movido ni un milímetro, y salí de su habitación. A penas había pisado la mía, es más, me llevé mi maleta a la suya.

Avancé bostezando por el pasillo, me encontré a algún que otro huésped que también salía de su habitación, pero no estaban demasiado interesados en mí. Casi todo hombres de negocios, trajeados.

Pulsé el botón del ascensor y esperé.

Vino vacío, cosa que agradecí. Nada más entrar y verme en ese gran espejo me entraba la vergüenza por el cuerpo. Solo de acordarme de lo inmensamente descarados que fuimos ayer haciéndolo aquí…

Mis labios se curvaron en una sonrisa juguetona.

Con que masoquista….

Se me ocurrió mirar un momento hacia arriba mientras estaba dentro del minúsculo habitáculo, apoyado en la pared y esperando llegar abajo. Entonces vi algo…

Me subí las gafas inmediatamente poniéndomelas a modo de felpa y achiné la mirada.

… no me digas que eso de ahí es….

-¡ME CAGO EN LA PUTA! – grité.

Había una cámara… ¡Había una jodida cámara en la esquina superior del ascensor!

Se me cayó el mundo a los pies. Me volví a apoyar en la pared sin dejar de mirar ese aparato con el pilotito rojo encendido. ¿Ahora que..? ¡¿AHORA QUE HAGO YO?! ¿Por qué cojones no se nos ocurrió mirar...? Esto había que acallarlo. ¿Cuanta pasta habrá que soltarles a los del hotel para que esto no saliese a la luz? Y es más… ¿Cómo iba yo a mirar a ninguna de esas personas a la cara? ¿Cómo coño se lo iba a decir a mis superiores? A David… ¡Nadie podía saberlo! ¡Nadie! Me tratarían de enfermo, de anormal…

Obsesión Sexual By Eivy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora