Capítulo 3.

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POV TOM.

Al salir me recargué unos instantes en la puerta de la habitación de Bill. Luego me encaminé corriendo a mi habitación, al final del pasillo.
Que vergüenza macho… menos mal que era Bill que si no, mi reputación a la basura, y aún así joder, tratándose de mi hermano más vergüenza me daba.

Inserté la tarjeta y cerré de un sonoro portazo. Me encaminé al baño y me coloqué delante del gran espejo. Suspiré y me desabroché los pantalones que cayeron al suelo por su propio peso, hice lo mismo con los calzoncillos.

-Esto es flipante… - me miré sin ningún tipo de pudor. Es que lo mirase como lo mirase, de frente, de lado… joder es que ni yo recordaba tenerla tan grande…

Gruñí entrecerrando los ojos, estaba tremendamente enfadado con mi “pequeño campeón” con los buenos momentos que habíamos pasado juntos ¿Cómo ha podido dejarme en evidencia de esta manera?
Me subí los pantalones y salí del baño.

No, no iba a hacer nada al respecto, Tom Kaulitz no se la machaca, jamás, Tom Kaulitz marcaba una tecla en su móvil y se desquitaba con cualquier tía, cualquiera, daba igual, siempre y cuando estuviese buena. Masturbarse es de débiles. Me eché en la cama boca arriba.
Inconscientemente había vuelto a llevar la mano por encima del pantalón, hmmm joder…

-¡Que no hostia! ¡que no! – me incorporé rápidamente y me empecé a dar golpes con la palma de la mano en la frente. –No, no y no…

Me levanté y salí de esa habitación. Justo al cerrar la puerta me encontré con Bill saliendo de la suya. ¿Cómo coño había tardado tan poco en arreglarse? Se había cambiado de ropa completamente, uno de sus modelitos de pantalones ajustados, camisetas brillantes y chupas de cuero, sus pelos de punta habituales y unas gafas de sol.

Me miró.

Retrocedí un paso y me choqué con la puerta, que coño…

-Hey Tom – alzó la mano saludándome - vamos a desayunar.

Hice una sonrisa forzada y me acerqué a él. ¿Desde cuando Bill imponía tanto?
Anduvimos por el pasillo y nos metimos en el ascensor sin decir ni una palabra, cuando entramos Bill se puso a mirarse en el espejo tocándose el pelo, yo estaba apoyado en la pared de al lado con los brazos cruzados y le miraba de reojo. Él llevaba las gafas de sol aun puestas, no podía ver sus ojos y eso me jodía.

-¿Cómo andas de lo tuyo? – me preguntó con una estúpida sonrisita pintada en la cara sin abandonar su tarea.

-Cierra el pico

Él se rió.

Cuando llegamos al comedor ahí estaba Georg soltando incoherencias por su boca, Gustav con su Ipod aislado del mundo, David revoloteando por allí y por allá, Saki con su cara de mala leche… lo típico vaya.

-¡Mamonazo! –le grité a Georg, él me miró de arriba abajo y sonrió.

-¿A ti no te han dicho que el rosa es de mariquitas? - le fulminé con la mirada.

-Es morado ¡M-o-r-a-d-o! – dije articulando exageradamente agarrándome la camiseta - ¿Estas ciego?

-Lo mismo es.

Nos dirigimos bromeando al buffet libre a ver que jalábamos. Perdí a Bill de vista. Bah, que más da, tengo que ocupar mi mente en las cosas importantes.

-Me he enterado de que esta noche hay fiesta – susurré alzando las cejas varias veces. Él me devolvió el gesto entendiendo.

-¿Cuántas hoy? – dijo Georg mientras se echaba no se que porquería en el plato.

Obsesión Sexual By Eivy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora