fuck, fuck, fuck

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TAYLOR

Mis manos estaban empapadas de sudor, y sentía una presión en el pecho que hacía cada respiro un esfuerzo. Desde que Tree se había ido, un solo pensamiento dominaba mi mente: todo esto era mi culpa. Pero, aunque me estaba ahogando en culpa, sabía que tenía que actuar. Bee me necesitaba.

Los abogados estaban trabajando para que Bee saliera bajo fianza, al menos hasta que se decidiera si habría un juicio. Un juicio que haría cualquier cosa por evitar

—Bee...— susurré, tratando de mantener la calma mientras sus ojos se encontraban con los míos.

—Ya te dije que no, Taylor, no insistas— su voz era dura.

—Tal vez sea tu única oportunidad, estás aquí por mi culpa. Lo mínimo que puedo hacer es ayudarte— me acerqué a ella, intentando tomar su mano, pero se apartó bruscamente.

—Preferiría pudrirme en prisión el resto de mi vida antes que aceptar algo así— sus palabras me golpearon como una bofetada.

Que dijera eso solo me hacía sentir más culpable. Pensé en todas las veces que había fallado, esta no podía ser otra de esas ocasiones.

—Parece que, sin importar cuánto tiempo pase, siempre termino trayéndote problemas— mi voz se quebró, y tuve que morderme el labio para contener no las lágrimas.

Ella no respondió, simplemente me miró, y su silencio decía más que cualquier palabra.

—¿Por qué lo hiciste, Bee? ¿Qué fue lo que hizo para que reaccionaras así?— intenté entender, desesperada, por encontrar una razón. Algo simplemente no tenía sentido, Bee no era una persona violenta, ni siquiera era capaz de matar una hormiga.

—Ya te dije que no quiero hablar de esto— Bea cruzó los brazos, cerrándose aún más.

—Supongo que tiene algo que ver con que haya ido a verlo, ¿cierto?— insistí, buscando en su mirada una respuesta.

—¡¿Entonces es verdad?! ¡¿Fuiste a verlo?!—su furia era palpable, y retrocedí un paso, mordiendo mi labio con nerviosismo.

—Bee, no sé qué te haya dicho, pero nada pasó entre nosotros— traté de explicarme, pero su expresión no cambió.

—No sería la primera vez— susurró con amargura, clavando sus ojos en los míos.

—Lo siento... lo siento tanto. Creo que nunca podré disculparme lo suficiente por lo que te hice— baje la mirada avergonzada.

—No me interesa, puedes acostarte con él o con quien se te pegue la gana— Bee giró la cabeza, evitando mi mirada también.

—Yo no me acosté con él— dije con firmeza, acercándome de nuevo.

—Deberías buscar mejores tipos, solo sales con patanes que te tratan como basura. Ese tipo no dejaba de decir que eras una puta. ¿Es eso lo que quieres?— su tono era ácido, cortante.
Me tomó de la barbilla para levantar mi rostro.

—¿Fue por eso que lo golpeaste? ¿Tratabas de defenderme?— pregunté, con un rayo de esperanza en mi voz.

Bee soltó mi barbilla con brusquedad.

—No pongas palabras en mi boca. No dije eso— respondió, visiblemente molesta.

—Ayer estábamos muy bien— intenté recordarle.

—Tú lo has dicho, ayer. Te lo dije, nada va a cambiar entre nosotras— sentenció.

—Solo necesito que me des una oportunidad— supliqué, sintiendo cómo el desespero se apoderaba de mí.

Champagne problems | Taylor SwiftDonde viven las historias. Descúbrelo ahora