Cuando llega el bajón

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(#ArgUruWeek2024)


«Cuando largué el lunes el trabajo

Me pregunté ¿Adónde voy? ¿Qué hago?

Y como justo andaba con el pago del mes traspasado que vino atrasado

Me dije: "voy al cine", porque sino
El bajón, el bajón, me venía el bajón

El bajón, el bajón, me venía el bajón

El bajón...»

—¿Te acordas del chileno que trabaja conmigo? —preguntó Sebastián tirado en la cama con su cabeza colgando del lateral derecho.

—Si, si, me acuerdo. Manuel, ¿no? —respondió Martín mientras elegía de su ropero la camisa que se pondría para ir a laburar.

—Si, ese. —Desbloqueó su celular y buscó el Instagram de aquel muchacho que mencionaba—. Se está por casar, el novio le pidió matrimonio en el cine el sábado pasado. —Extendió su teléfono hacia Martín quien le tomó y revisó las fotos, sonrió al notar lo feliz que se veía ese chico de cabello castaño presumiendo su anillo y a su novio que parecía igual o más emocionado que él.

—¡Qué lindo, che! Supongo que te va a invitar, ¿no? Tendremos joda, chupe gratis —comentó divertido devolviéndole el celular a Sebastián para terminar de cambiarse.

—Si, seguro.

Martín terminó de abrocharse la camisa rosa salmón que había elegido casi al azar y de poner en su mochila los libros que necesitaría para dar las clases de esa tarde. Con una sonrisa, se apoyó en la cama y se inclinó sobre el cuerpo de su novio y primo hasta dejar un beso sobre su manzana de Adán.

—Nos vemos más tarde, no te olvides de comer y de no sé, distraerte.

—Ta, no soy boludo.

—Ta, levantate y dame un beso. —Sebastián bufeo, no le gustaba cuando Martín le copiaba sus muletillas, aunque sabía que estaba lejos de hacerlo en tono de burla, pero eran suyas y punto—. Dale, que se me hace tarde y me voy a morir sin un beso tuyo.

—Entonces morite —escupió sentándose en la cama. Martín abultó sus labios en un mohín infantil.

—¿En serio queres que me muera?

Sebas no respondió, Martín continuó con su carita de cachorro abandonado.

—Boludo... —susurró antes de agarrar a su primo por el cuello de la camisa para acercarlo a su boca y plantarle un sonoro beso sobre los labios. Luego, varios cortitos pero igual de ruidosos para, finalmente, perder unos cuantos segundos en un beso lento y profundo donde sus labios se movían a un ritmo necesitado, pero moderado. Las puntas de sus lenguas apenas se rozaron, si las dejaban enredarse, eso no podría terminar bien y Martín no podía tener ausentismo si pretendía tomar las próximas horas Literatura que quedarían libres en la escuela secundaria en la que trabajaba ya hacía más de dos años y medio.

—Chau, mi amor... Te amo —susurró rozando la punta de su nariz con la de Sebastián, quien cerró los ojos para disfrutar de aquel delicado contacto.

Cuando se quedó solo, cuando supuso que Martín ya habría salido del edificio, dejó caer las lágrimas que había estado conteniendo desde que había salido de su propio laburo. Manuel, su colega y amigo ocasional, se estaba por casar. Daniel, el paraguayo que conocía de un club de improvisación, se había casado el anteaño pasado, y su amiga Catalina seguro se casaría con su novio el año próximo o, tal vez, el siguiente a más tardar. Todos en su grupo de amigos y conocidos habían comenzado a casarse. ¿Y él? ¿Tendría ese día especial en el que sería el protagonista junto a la persona que amaba con cada célula de su cuerpo? No, ese día no podía existir, porque sus familias no lo aceptarían. Ya demasiado hacían con fingir demencia y negar cualquier vínculo romántico entre los hijos de las hermanas mellizas de la familia Hernández-Artigas.

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⏰ Última actualización: Jun 08 ⏰

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