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Los pasillos de la LSPD de Los Santos estaban repletos de la típica actividad de un lunes por la mañana. El sonido de los teclados, teléfonos y conversaciones llenaban el aire, sin embargo, la voz de Isidoro destacaba entre todas. Con su característico sentido del humor ácido, y su sonrisa chulesca caminaba por el departamento de policía saludando a todos con comentarios ingeniosos y parándose a hablar con unas tantas trabajadoras entre coqueteos descarados.

Freddy Trucazo, el comisario, lo observaba desde la altura con una mezcla de irritación y curiosidad. Freddy, siendo tan meticuloso, no podía entender como alguien tan insubordinado y desobediente había podido llegar tan lejos en la policía. Ni siquiera los alumnos tenían comportamientos como ese en plena recepción de comisaría y a ojos de todo el mundo. Freddy solía ser un hombre que se tomaba las cosas con más soltura, pero las circunstancias que lo mantenían en la ciudad y lo separaban de su familia solo contribuían a aumentar su frustración. Con cada día que pasaba, su matrimonio se desmoronaba más. La dedicación a su trabajo era la única salida que le quedaba.

—Navarro, a mí oficina. Ahora —Llamó Freddy presionando el botón de su radio.

Isidoro entró minutos después con un andar perezoso sin molestarse en cerrar la puerta —¿Qué pasa jefe? ¿Usted tampoco puede vivir sin mi? —Bromeó dejándose caer sin cuidado en la silla frente a su escritorio.

Freddy lo observó con severidad —No, lo que pasa es que estoy hasta los cojones que pienses que está comisaría es Tinder. Estoy cansado de que te la pases haciendo el imbécil y no le tomes el peso a la responsabilidad que es servir al cuerpo. Si sólo dependiera de mi, estarías en la calle. Eso es lo que pasa.

Isidoro lo observó desde su posición alzando las cejas con una expresión divertida —Si usted saliera conmigo una noche, créame que ese mal humor desaparecería.

Ignorandolo, Freddy continuó hablando —A partir de mañana patrullarás conmigo. Estás desde hoy en periodo de prueba. A ver si con esto aprendes a tomarte este trabajo en serio.

Isidoro boqueó sorprendido —¿Patrullar con usted? ¿Eso no es un poco extremo comisario?

Desde de que el superintendente había implantado la norma de que sólo podía patrullar con alguien de tu misma jerarquía, patrullar con un alto cargo era algo impensable.

—Es eso, o me dejas ahora mismo tu placa y te vas a tomar por culo a hacer el plazariano. Tú eliges.

El joven oficial suspiró, resignado —Está bien jefe, pero luego no lo quiero echandome de menos cuando vea que soy lo mejor de esta comisaría.

Freddy nuevamente optó por no responder y sin mirarlo señaló hacia la puerta dando por finalizada la conversación.

Líneas Cruzadas - FredoroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora