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Al día siguiente, Isidoro decidió hacer uso de su día libre. Cualquiera podría no darle importancia, decir que fue una casualidad, cualquiera menos él y por supuesto, otra persona en particular. Pasó todo el día viendo viejas películas para tratar de mantener su cerebro apagado, ignorando cualquier notificación de su móvil, el cual prefirió silenciar y guardar al fondo de su armario. Todo iba perfectamente bien, hasta escuchó el sonido del timbre. No esperaba visitas, por lo que nervioso por lo que se pudiera encontrar al otro lado de la puerta, se vistió con una vieja camiseta y un pantalón de pijama, y se dispuso a abrir un tramo de la puerta principal y asomarse levemente como un niño asustado.

Al otro lado estaba Ysabeau, su amiga, con una caja en sus manos y una expresión de molestia.

-¿Qué es esa cara? Así me recibes, y yo que te traje de cenar.-Dijo, haciéndose paso hacia el interior de su departamento.

Comieron tranquilamente, con ella llevando la mayor parte de la conversación mientras Isidoro respondía con monosílabos.

-¿Y a ti qué te pasa? Normalmente rezo para que te calles la boca, pero sé que no es normal ¿Ocurre algo?-Preguntó ella con un deje de preocupación en su voz.

-Nada. Sólo creo que estoy enfermo, es todo.- Respondió él de forma evasiva.

Ella, no creyéndole del todo, trató de leerlo mientras picoteaba algo de la comida. De repente, una idea se le vino a la mente.

-No me digas ¿Embarazaste a alguien? Oh, ¡Y son gemelos! O quizás... -Comenzó intentando adivinar.

-No, ¡No! Nada de eso. Solo... ¿Viste hoy a Freddy?- Intentó indagar de forma cautelosa.

Desconcertada ante el cambio de tema, intentó hacer memoria mientras masticaba.

-Eh, sí. Lo ví esta mañana. Me regañó y me llamó gilipollas por no atarme el cabello, todo un detalle. Se veía molesto. Al menos, más de lo usual.-Relató sin entender muy bien cuál era el punto.

Ante los escrutadores ojos su amiga, Isidoro bufó, sintiendo cómo se acercaba el peso de una conversación que no quería tener. Se levantó de la mesa evitando el tema.

Más tarde, ambos amigos yacían estirados perezosamente sobre la mullida alfombra del cuarto del oficial. Ella, se pintaba las uñas mientras Isidoro luchaba con todas sus fuerzas por no hablar de más y exhibirse.

No soportando ni un segundo más el ruidoso silencio, con su cabeza yendo a mil por hora, necesitó sacarlo de sus pensamientos.

-Chiwaka... ¿Tú crees que soy gay?- Preguntó con voz pequeña.

Con una risa contenida, desde su lado de la alfombra, volvió su atención hacia él.

-Pues claro. Finalmente te diste cuenta.-Dijo molestándole, volviendo la atención a su manicura.

-Hablo en serio-Mencionó con un tono de voz que no dejaba espacio a dudas.

Cambiando su expresión risueña a una de seriedad, volvió su atención hacia su amigo y se incorporó, sentándose con las piernas cruzadas mirando hacia él.

-No, la verdad nunca sé me ha pasado por la mente, por ya sabes... Por cómo vives tu vida ¿Por qué preguntas? ¿Ocurrió algo?-Intentó ahondar ella con cuidado.

Totalmente agobiado, se llevó las manos a su rostro y respondió luego de unos largos segundos casi de forma ininteligible.-Creo que besé a otro hombre.

-¿Crees? ¿¡Cómo qué crees!? No es algo que deje espacio a dudas. Es lo hiciste o no.-Intentó presionar, asombrada ante tal declaración.

-Lo hice.-Respondió bajito, lleno de pánico.

Líneas Cruzadas - FredoroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora